La Última Tentación de Cristo

La Última Tentación de Cristo

La última y más irreverente obra del aclamado dramaturgo de fama mundial, Hoskar Fhuen Mayor, prohibida por el Vaticano, se presentará próximamente en las principales salas de teatro del país. En esta moderna versión del vía crucis basada en unos pergaminos del mar muerto poco estudiados, Cristo no muere en la cruz como se nos venía contando desde hace tiempo, sino como un ciudadano mas víctima de la creciente corrupción, imposible de combatir por la ausencia de democracia participativa y protagónica.

Resumen de la trama:

Resulta que un día cualquiera como a las 07:00 PM, después de los últimos destellos del crepúsculo, Cristo sale a caminar por los alrededores de su casa a dar un paseo solitario y a meditar tranquilamente sobre la relación entre la corrupción y la miseria que genera entre los trabajadores y ciudadanos en general.

Profundamente ensimismado, se adentra distraídamente en una zona donde frecuentemente hay apagones, sin advertir que es observado por ojos maliciosos. De pronto, surgidos de las sombras cómplices de la noche, aparecen unos sujetos uniformados portando armas automáticas de asalto: ¡Manos arriba Cristo, danos el celular que llevas encaletado debajo del camisón! le grita uno de ellos; otro, ¡Ve que estamos en un emprendimiento para rebuscarnos…!

Ante semejante situación inusual y extraordinaria Cristo reconoce que ha llegado el día señalado por Las Escrituras y piensa rápidamente: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" y, acto seguido, enfrenta a los delincuentes y pone fuera de combate a dos de ellos, pero es herido fatalmente en un costado. Los indeseables huyen perdiéndose en el vientre peludo de la noche mientras que Cristo es auxiliado y trasladado a un centro asistencial por unos vecinos que milagrosamente pasaban por ahí. Pero el esfuerzo por salvarlo resulta imposible: Primero se pierde un tiempo precioso viendo a ver como lo trasladan por las dificultades de transporte público y, después, retenidos varias veces por uniformados en alcabalas móviles en unos extraños operativos contra la delincuencia.

En ese tejemaneje, mientras deciden qué hacer con Cristo, llegan a una clínica privada. Pero entonces el médico de guardia que lo asistió informa que no será atendido porque Judas, el tesorero de la empresa, había saltado la talanquera y se había ido del país con rumbo desconocido con los reales del seguro, y que por lo tanto no le podían dar la clave.

Así lo van ruleteando intentando resolver en algún centro de salud pública donde o los médicos no estaban de guardia porque era de noche o no había ningún tipo de insumos para atender a los pacientes.

Pues bien, mientras Cristo desfallece en este vía crucis, entra en escena Satanás disfrazado con unos grandes bigotes y capa, con una singular idea: Le propone salvarlo de tan angustioso y común trance a cambio de no resucitar a los tres días como estaba previsto y abandonar la gloria de ser un mártir de la lucha contra la corrupción, el contrabando y la especulación de precios. Para seducirlo le hace saber que podrá ser abuelo y que además disfrutará de la pensión del seguro social y los nuevos bonos y, que si se lo propone, con su facilidad de palabra podría llegar a la presidencia de PDVSA donde puede un emprendedor inteligente hacerse de unos buenos dólares.

Cristo rechaza la insidiosa idea del Maligno y le recuerda que la Profecía debe cumplirse, que él fue enviado a sufrir en carne propia la explotación de la burguesía parásita contra el hombre y los salarios de hambre, y que mejor vaya a tentar a algún enchufado. También le dice que esta vez su reino sí es de este mundo y que se vayan preparando porque después de resucitar vendrá a organizar al pueblo en contra de los mercaderes del Templo y hacer una guerra verdaderamente popular contra la corrupción.

Al escuchar esto que no estaba en el guión, Satanás, huye como alma que se lleva el diablo desvaneciéndose en el aire y dejando tras de sí intenso olor a azufre como el que suele acompañar a quienes se apropian de bienes públicos. Mientras desaparece se le oye decir todo atribulado algo muy extraño: ¡Perdemos las elecciones! ¡Perdemos las elecciones! … ¡preparen mi avión!…

Así pues, según esta versión prohibida por el Vaticano, Cristo no se deja convencer de morir tranquilamente como cualquier cristiano dejando que se recomponga la explotación del hombre contra el hombre y la corrupción, y se compromete a participar en la lucha por salario digno y un mejor vivir para el Pueblo.



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Oscar Henrrique Fuenmayor Quintero

Licenciado en Educación, mención Matemática y Física, Universidad del Zulia.

 oscar.fmyor@gmail.com

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