Malicia Informativa y Contra Propaganda

Para hablar sobre la "contra propaganda" necesariamente hay que puntualizar que los diferentes medios de comunicación social privados que son aliados del capitalismo, responden a los intereses de la burguesía como clase dominante del régimen capitalista y propietaria de los medios de producción, que vive del trabajo esclavizado de la explotación de la clase obrera. De ahí que tengan a su disposición el poder hegemónico de los medios en perjuicio de los ciudadanos y ciudadanas, mediatizándolos a través de la mentira y tantas otras marramuncias.

Los vende patria no aceptan bajo ninguna circunstancia nada que huela a pueblo, por lo que la "información veraz" permanentemente la desnaturalizan a favor de sus intereses, lo cual no excluye el asecho del imperio fascista norteamericano.

A través de esa manipulación mediática de los medios de comunicación se materializan los objetivos de la agenda golpista y el regreso de las imposiciones de los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y cuatro hojas más de etcétera, para limitar la plena libertad del pueblo, en pensamiento y acción y lo más importante, la unidad del pueblo, de los trabajadores, de los humildes, pues reducen a un estado de idiotez al soberano, que frente a la injerencia del capitalismo salvaje queda minimizado y subyugado y no lo queda más que avalar los intereses egoístas y perversos, de los lacayos del imperialismo.

Se trata de una prensa perpetuadora de un hombre aislado, egoísta, de solidarizado de sus hermanos y hermanas de clase y desvinculado del acontecer histórico. En fin, logran concebir una clase social que se niega así mismo haciéndose hasta enemigo de sí mismo, pues han concebido un ser solitario en una sociedad desmigada, convirtiendo a los humildes enemigos de su propia clase trabajadora.

Aunque hoy asistimos en nuestra amada Patria Bolivariana a convivir con seres humanos que rehúsan seguir definiéndose como apartado de los conflictos que vive la colectividad y se niegan a encerrarse en su personalidad y la libertad promovida por la burguesía.

El poder comunicativo debe dejar de ser definitivamente un mecanismo de manipulación de los humildes, del pueblo. El discurso patrocinado por la ideología dominante está impregnado en todas las etapas de su formulación, por la relación de dominación del sistema capitalista.

El medio de comunicación obedece a una dirección unilineal, desde arriba hacia abajo, es decir, desde un emisor que trasmite la superestructura del modo de producción capitalista hacia un receptor que constituye una base cuya mayoría no ve reflejada sus preocupaciones y formas de vida, sino más bien aspiraciones, valores y normas que la dominación burguesa considera como las más convenientes para su propia sobrevivencia. Se patentiza una información envasada por un grupo de especialistas a una base receptora. El medio de comunicación burgués es el espectáculo que la clase dominante se da a ella misma de su propia vida. El mensaje refleja la práctica social de la burguesía y jamás la práctica social del pueblo. Esta cadena de imposición es múltiple, toda vez que aquí intervienen todas las consecuencias de la dependencia cultural.

Por tanto, en nuestro ambiente comunicacional, la libertad de prensa es la libertad de la propiedad. Es funcional a los intereses de los propietarios de los medios de producción. El medio de comunicación privado no puede emitir sino mensajes que apunten a la protección de sus intereses.

Incluso, a veces el pueblo abastece de materia prima la información como actor del hecho noticioso, que al ser interpretado por el propietario del medio, el suceso en que participa el pueblo suele transitar a través del crisol de los intereses de una clase: se asiste entonces a un proceso de apropiación de una información cuyo actor es el pueblo en provecho de la legitimación del sistema de dominación. Por lo que se puede afirmar que la burguesía posee la dinámica de la información, pues cualquiera sea el hecho noticioso, siempre será abonado a su cuenta.

En esta delineación del poder ideológico del enemigo de clase, vale subrayar que en la sociedad capitalista, la actividad creadora toma la forma de producción de mercancías. Los resultados de la actividad humana adoptan la forma de mercancías. Así la distancia que se observa entre emisor y receptor es una mera reproducción del espacio que media entre productor y consumidor. Quienes viven esa relación social dominante, están envueltos en una modalidad repetitiva de la forma social capitalista en uno de los múltiples ámbitos de su actividad cotidiana.

Que esté claro: la burguesía y el imperialismo poseen la dinámica de la información y de la cultura también; el concepto de libertad de prensa e información legítima esa dinámica, asimismo contribuye a legitimar la concepción mítica que preside el ámbito y la actividad de la comunicación social.

Los humildes, los trabajadores y trabajadoras han sido tradicionalmente al papel pasivo de consumidor de esta información y de la cultura deformadora de los saberes de los pueblos. La pretensión es revertir esa situación.

La ruptura de la dimensión autoritaria y vertical del proceso de información, y la correlativa participación del pueblo organizado en la generación de los mensajes destinados a instaurar y publicitar un nuevo concepto de cultura, constituye el punto básico e ineludible de la tarea que se propone construir un nuevo mensaje para un nuevo hombre, una nueva mujer, en informaciones que permitan abonar al proceso de acumulación de conocimiento y a convertirse en fuente de conciencia. Esa es parte de la tarea. Que cese la información como mecanismo de dominación. Qué más objetividad y libertad de prensa que aquella que otorga las posibilidades concretas de que los mismos protagonistas (entiéndase el pueblo) sean los que emitan la información.

Así pues, podemos inferir que lo que dice la prensa en el ámbito nacional e internacional responde única y exclusivamente a los intereses del capitalismo salvaje. La objetividad de los capitalistas, aquí, allá y donde quiera en que estén, siempre estará cuadrada con la racionalidad burguesa, dominante, de la sociedad.

Pero, destruyendo esa racionalidad, saldrá a la luz una nueva objetividad, una objetividad verdadera, pues estará en manos de los revolucionarios que acompañan en este proceso socialista que vivimos los venezolanos y venezolanas. La información, finalmente será producto de una práctica social humanizante, de una práctica revolucionaria, en la que su principal agente no puede ser sino la clase trabajadora.

La Contra Propaganda

La contra propaganda está asociada a los precedentes señalamientos. Sobre la cual, decimos: El objetivo de la propaganda no es hablar de la verdad, sino convencer a la gente: pretender inclinar la opinión general, no informarla. Debido a esto, la información transmitida es a menudo presentada con una alta carga emocional, apelando comúnmente a la afectividad, en especial a sentimientos patrióticos y al argumento emocional. El padre de la propaganda, y sobre todo de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels, responsable nada más y nada menos que del Ministerio de Educación Popular y Propaganda del régimen de Adolf Hitler.

Goebbels había sido director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto del ascenso al poder de Hitler, una vez en el gobierno y con las manos libres para monopolizar el aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del cine, radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno.

Algunos de los principios de la propaganda moderna establecida por Joseph Goebbels, son 11 y son los siguientes:

1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

2.- Principio del método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3.- Principio de Transposición: Cargar sobre al adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".

4.- Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5.- Principio de vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa: además, tienen gran facilidad para olvidar.

6.- Principio de orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: " Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad".

7.- Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté interesado ya en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8.- Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

9.- Principio de la silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de los medios de comunicación afines.

10.- Principio de la transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11.- Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad es más que racionales.

Debido al perfeccionamiento de las técnicas de propaganda, resulta difícil distinguir lo que es información de lo que es propaganda en el conflicto actual.

De otro lado, el propio Hitler, trazó las siguientes técnicas resumidas así:

a) Toda propaganda tiene que ser popular y adaptar su nivel intelectual a la capacidad de comprensión de los menos educados. La propaganda está para convencer a la masa, al pueblo. Pero éste tiene una disposición tan femenina en su mayoría que su pensamiento y acción lo determinan las emociones y no la reflexión.

b) El contenido de la propaganda no estriba en la formación científica del individuo, sino en señalar a la masa determinados hechos, procesos, necesidades, etcétera. Debe ir dirigida cada vez más al sentimiento y muy poco al entendimiento. La masa no está en condiciones de distinguir entre la injusticia ajena y la propia.

c) Para tener éxito debe limitarse a unos pocos principios fundamentales y persistir en ellos. Esta persistencia es la principal premisa del éxito, así como la homogeneidad de su aplicación. Así, por ejemplo, igual que un anuncio de jabón no puede calificar también de buenos otros jabones, el reclamo político no puede perderse en ponderar los distintos derechos, sino en acentuar exclusivamente uno. No tiene que investigar la verdad de los otros, sino servir constantemente a la propia.

d) Las consideraciones humanitarias o estéticas no significan nada cuando se trata del ser o no ser de los pueblos, cuando se trata de la lucha por la existencia.

La tarea de la propaganda estriba en imponer valoraciones e interpretaciones hasta el punto de que las personas se identifiquen con ellas y así adquieran validez social. E, una aplicación de la violencia simbólica. Pretende hacer creer algo, persuadir sobre algo. Tiene más carácter apelativo que discursivo. Es, en alto grado, de índole monológica, no dialógica, contrapuesta al diálogo.

La propaganda tiene muchas caras, se sirve de múltiples medios y procedimientos, presenta estilos muy diversos. Hay, por mencionar tan sólo unas cuantas, propaganda del rumor, del terror, misionera, del buen ejemplo, de guerra psicológica, y las diversas formas del reclamo comercial.

Para llegar a todos es necesario simplificar el lenguaje. De ahí que la simplificación sea una de las técnicas fundamentales. No se trata de argumentar diferencias, sino de establecer dicotomías claras: positivo o negativo, el bien o el mal, amigo o enemigo, amor u odio, verdad o mentira. Así se aplica esta directriz básica: afirmaciones categóricas en vez de demostraciones, persuasión en vez de conocimiento.

Los nazis perfeccionaron también la técnica del silenciamiento y la ocultación de informaciones. Algo más de la mitad de las 50.000 instrucciones confidenciales dadas a la prensa fueron peticiones para que no publicasen ciertos datos o noticias. Entre muchas otras cosas, los nazis obligaron a los medios de comunicación a silenciar los preparativos para la guerra, y los campos de concentración, ignorados hasta su liberación.

Otro tanto ocurrió con la técnica de la mentira. "El alemán no tiene la menor idea de cómo hay que engañar a un pueblo si se quiere tener una masa de seguidores", escribió Hitler. Sabía que las grandes mentiras son más fáciles de creer que las pequeñas debido a su efecto de shock o a su audacia.

Pero la forma más utilizada por los nazis para la distorsión de la verdad fue la "mentira afirmativa", la proclamación de intenciones, hechos, relaciones que revestían el cariz de verdadera convicción. De este modo la propaganda totalitaria tenía que convertirse en un sistema de la falacia, basado en la fácil credibilidad y pronto olvido de las masas. Las mentiras afirmativas de los nazis fueron incontables. He aquí algunas: "Nosotros decimos la verdad", "Nosotros tenemos el verdadero socialismo", "Hemos salvado a Alemania del bolchevismo", "Nosotros queremos la verdadera paz", "Nosotros hemos liberado a los obreros alemanes", "Nosotros tenemos una prensa libre".

En suma, la mentira constituyó desde un principio una de las herramientas imprescindibles de los dirigentes nazis. Goebbels teorizó sobre ella y afirmaba, entre otras cosas, que "la mentira desconcierta a los hombres honestos y amantes de la verdad, de suerte que los incapacita para la resistencia interior. El mentiroso especula con que el hombre amante de la verdad no puede imaginarse que se pueda mentir así, con la naturalidad osada e insolente con que él la utiliza".

La intimidación ha sido desde siempre uno de los compañeros más importantes de los dictadores. Quien supere a los demás en medios físicos y materiales y carezca de escrúpulos morales se saldrá con la suya en las cuestiones de poder. Hitler y los suyos carecían de todo freno moral, dispuestos siempre a tirar por la borda cualquier valor ético en aras del poder.

Las amenazas vienen siempre de a fuera, de los otros: los judíos para los nazis, los palestinos para los sionistas, los comunistas para el capitalismo, el peligro amarillo (léase los chinos) para la cultura occidental, y así sucesivamente.

Otra característica de la perversión lingüística del nazismo es con que recargaba sus enunciados. Utilizaba un vocabulario sacado del ámbito religioso y militar. Términos como sacrificio, lealtad, orden, honor, sangre, suelo, patria, raza, voluntad de intervención militar, ataque, libertad, igualdad, felicidad, progreso, pan y circo

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Finalmente, un rasgo esencial del nazismo es la falta de humor. En suma, las técnicas propagandísticas nazis pueden resumirse en la simplificación, saturación, deformación y parcialidad, así como en la equiparación de los intereses de una minoría a los de la totalidad de una población.

La técnica de la propaganda yanqui

Ningún parecido de la propaganda nazi con la actual de Washington es casual. Tras la II Guerra Mundial, la CIA, el Departamento de Estado y el Servicio de Inteligencia Militar contrataron a miles de criminales de guerra nazis y sus colaboradores expertos en propaganda, guerra psicológica y armas avanzadas. Los gobernantes estadounidenses esperaban obtener así ventaja en la lucha contra la URSS. El resultado fue la contaminación de toda la propaganda yanqui con los valores, conceptos y lenguaje de estos expertos.

Con la mundialización introducida por el capitalismo tras el derrumbe del campo socialista a comienzos de los 90, también se han mundializado las técnicas del dominio de las conciencias. Incluso se han perfeccionado con el tiempo. Si los nazis aprovecharon los principios del ecumenismo de la Iglesia para desarrollar su propaganda totalitaria, hoy día es el mismo fundamentalismo yanqui el que se ha instalado en la Administración de Washington, en perfecta connivencia y cooperación con el capitalismo más salvaje que imaginarse pueda.

De ahí que se está ante una "guerra de cuarta generación". La cual se considera como las guerras del futuro (entiéndase de nuestra época) donde: desaparece el concepto habitual de campo de batalla y toda la sociedad atacada se convierte en el mismo escenario bélico.

La guerra de cuarta generación se basa en la premisa, que al menos que se requiera, ya no existen razones para destruir al adversario, al contrario resulta de mayor utilidad el sometimiento de la población.

Las batallas ya no se desarrollan en espacios lejanos, sino en la propia cabeza. Ya no se trata de una guerra por conquista de territorios, sino de una guerra por conquista de cerebros, donde nosotros somos el blanco principal. El objetivo ya no es matar, sino controlar. Las balas ya no apuntan a la humanidad, sino a las contradicciones y vulnerabilidades psicológicas.

La mente humana es sometida a operaciones extremas de guerra de cuarta generación. Una guerra sin frentes ni retaguardias, una guerra sin tanques ni fusiles, donde somos a la vez, las víctimas y los victimarios.

Pero, cuál es el origen de esta guerra de cuarta generación: En 1989 con el fin de la Guerra Fría, William Lind (experto en asunto militares) y cuatro oficiales del Ejército y del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, titularon un documento: "El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación". Empezaba a configurarse una nueva manera de intervenir en las conciencias de las personas a través de la seducción.

En su definición técnica, "Guerra Psicológica", o "Guerra sin Fusiles", es el empleo planificado de la propaganda y de la acción psicológica orientada a direccionar conductas, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar, sin recurrir al uso de las armas.

Estos son los escenarios comunicacionales que están en el ámbito del proceso socialista que lidera hoy el presidente, Nicolás Maduro, que debemos vencer, pero no si antes entender cómo el capitalismo salvaje busca a toda costa reprimir al Pueblo de Bolívar, y cómo además desea ir contra un proceso que está alcanzando luz propia y en el que un mentecato golpista, apatrida, vende patria, apoyado por una moribunda burguesía, no nos podrá arrebatar, nunca ni jamás, porque no volverán. ¡¡¡Viviremos y Venceremos!!!



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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