Algunos compatriotas viven angustiados pensando en lo que Marcel y sus cómplices tienen preparado para el 27 de mayo. Otros se organizan para resistir un supuesto plan destinado a derrocar el gobierno del presidente Chávez.
A quienes así piensan y actúan les dedico esta nota.
Lo primero que hay que tener en claro es que una cosa es hablar pistoladas en medios afectos y en escenarios donde se comparten las mismas miserias, y otra muy diferente es tener el coraje suficiente para intentar deponer un gobierno con profundo arraigo popular.
Marcel y sus cómplices no se caracterizan precisamente por la valentía. Cuando atentaron contra la democracia y el gobierno, jugaban con ventaja y así cualquiera se atreve.
Tenían de su lado a una buena parte de los militares, la CTV y Fedecámaras tenían fuerza, PDVSA les era incondicional y “pitchaba” recursos a granel, los medios formaban parte del plan, el Tribunal Supremo estaba “cuadrado” por si había que preñar a alguien de buenas intenciones, los gringos estaban fuertes y en Latinoamérica apenas comenzaba a vislumbrarse el huracán revolucionario que hoy la recorre.
Hoy el escenario es otro y Marcel lo conoce. El pueblo, las fuerzas armadas y las instituciones del Estado están listas para pasarle la factura que tiene pendiente con el país desde hace varios años. Ellos saben que no tienen ninguna posibilidad de triunfar y que cualquier intento de imponer su voluntad a la fuerza, puede conducirlos a un reten policial o las playas mayameras donde se concentra todo el excremento de los pueblos latinoamericanos.
Pero no paran en su campaña y no dejan de mover hilos en Venezuela y en el exterior, seguramente pensará usted.
Eso es otra cosa. Marcel está consiente de que la ley está de parte del ejecutivo; está resignado a perder la mejor frecuencia del espacio radioeléctrico del país; ya sacó las cuentas de las pérdidas que generará su prepotencia, su idiotez y su fascismo; pero intenta sacar a su desgracia algún beneficio político, de allí su accionar.
¿Cuál beneficio? Seguir abonando el terreno para acusar al gobierno venezolano de gobierno forajido, a la espera de que se presenten condiciones que permitan aislarlo o que propicien una intervención.
Marcel trabaja pensando que a futuro las cosa pueden cambiar, pero esta completamente convencido de que por ahora tiene que entonar la cancioncita aquella de La Rochela que decía: se va la audición, que le vaya bien…
En resumen, creo que se debe estar alerta porque algunos disociados y sectores de la extrema derecha insistirán en llamar a sus bandas armadas a “aplicar el 350”. Pero en general, ninguno de los cómplices de Marcel tiene la suficiente fuerza, ni coraje para lograr revertir las decisiones y el rumbo de la Revolución Bolivariana.
Que en paz descansen sus sueños de grandeza, señor esposo de la dueña de RCTV.