En la cuerda floja…

El “Periodismo de alcantarilla” y la autocensura

Por ahí inició Globovisión una campañita que habla del periodismo de alcantarilla, en la que por supuesto, achaca las responsabilidades de su existencia a todos quienes laboramos por, para y con los rojos rojitos. Pero a la par, esta semana ha sido muy reveladora y da cuenta de qué lado está la autocensura, enmarcada en las alcantarillas, con esos famosos personajes que todos conocen muy bien. Esa sin duda, es la más fehaciente demostración, de lo que ha sido el manejo de los medios y de la información en los últimos tiempos.

El periodismo de alcantarilla ha sido la forma más explícita y directa de captar disociados, analfabetas funcionales e incrédulos. Se ha constituido como una manera creciente de exprimir “conciencias” y vaciar la capacidad de razocinio de una parte significativa de la población, en la que además se han inyectado ánimos renovados de odios y capacidad de resistencia a los cambios.

Ese tipo de prácticas, imperó no sólo por encima de los intereses colectivos de la población si no además sobre la “ética” de gran número de periodistas, que sin remedio alguno se dejaron soslayar por los intereses mercantilistas de los dueños de medios.

¿Quién hace el periodismo de alcantarilla? ¿Quiénes hemos apostado por otro tipo de alternativas para derrumbar las viejas estructuras verticales o quienes siguen practicándolo, incluso colocando como pretexto la autocensura? Definitivamente, el trabajo que hoy día nos ocupa, es precisamente, revertir ese enorme daño ocasionado en materia comunicacional.

Ese periodismo incita a perder los cánones de la realidad. Aquí se tomó una decisión, clara, precisa y contundente, con la que algunos no están de acuerdo y entonces han pretendido embochinchar a todo un país, bajo la figura de agitación de un sector para desembocar en un caos agudo. Y esa posición, no tiene discusión alguna desde ninguna perspectiva.

Pues esta semana que recién culmina, nos hemos dado cuenta de la expansión de ese tipo de periodismo al que hacemos referencia. A fuerza de comiquitas están algunos canales nacionales que se han autocensurado, nuevamente. Parecen no conocer con exactitud el papel que deben cumplir en esa delgada línea de la información que les conviene y la que deben transmitir.

Mientras que otros, con insistencia, se empeñan en trasmitir un aparente dolor de personajes de la “gran pantalla”, que persiguen el mismo fin: desobediencia civil. Aquellos famosillos actores, resulta, que han sacado a relucir de su “yo” interno una especie de periodista reprimido. Ese que pelea por la libertad de expresión, de prensa y que daría la vida por no echar a andar la vida, por cercenar las posibilidades de crecimiento y expansión. Porque están acostumbrados a “actuar”, a no ser sinceros y por supuesto, a no tener frenos.

En Venezuela, y en general en Latinoamérica, se concibió un cambio que fue entendido para un ideal bolivariano, y en el que necesariamente, debieron hacerse unos cambios radicales, porque la alternatividad es un ejercicio sano.

Hoy por hoy, vemos a jóvenes tratando de librar luchas que no le pertenecen, gracias a vil ejercicio de la manipulación absurda que aún tiene mella en las mentes débiles. Pero además vemos a madres, hijos y familiares directos, fracturar su relación por asuntos de política, por intolerancia exagerada, extrema.

En este país, historias grotescas se han contado en silencio, cuando los periodistas eran silenciados, cuando sólo una voz era la que reinaba. Ahora, existe la posibilidad de diversificar los contenidos y donde los usuarios y usuarias tienen el derecho a exigir calidad.

Necesariamente, debe dejarse el periodismo de alcantarilla de un lado y eso se alcanzará cuando mucho de mis colegas despierten, sean profesionales críticos y tomen voz y voto activo. Y no me refiero precisamente a un activismo político si no a la siembra de conciencia, y al derecho de la crítica constructiva y de posiciones, hasta ahora tiradas por la borda.

Un periodismo responsable no es aquel impuesto ante una sociedad a priori, ni a la mala, cubierto sobre la base del chantaje. Y ese tipo de periodismo, lamentablemente, es el que sobra. Ese movido por mercantilismo, donde privan los intereses y donde se pisotean los preceptos de justicia, equidad y moral.

Aquí se ha entendido el mensaje: el derecho a la libertad, al libre albeldrío y a la inclusión, no puede legarse si no enterramos los lastres. Un paso importantísimo que no puede seguir esperando, es el ubicar en tiempo y espacio a los dueños de los medios y por supuesto ganar espacios como periodistas.

El papel formador, educador y la altísima responsabilidad social deben privar por encima de lo que sea. Lo hemos dicho antes, el Socialismo no cae el cielo, por eso, el viejo adagio del 4to Poder hay que revisarlo, el 4to motor que implica un reordenamiento territorial, levantado sobre la explosión del Poder Comunal, ha comenzado a avanzar. Por ello, llegó el fin del imperio mediático en Venezuela.

Marshalee.gonzalez@gmail.com


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