Llora mi bandera

Palabras de Napoleón Bonaparte, al hablar sobre nuestro Francisco De Miranda:

“Este Quijote que no esta loco, tiene fuego sagrado en el alma”

Los estudiantes de antaño cuando salían a reclamar por los excluidos...

Enarbolaban orgullosos el Pabellón Nacional.

Nuestros Próceres en las batallas de nuestra independencia...

Ordenaban al orgulloso valiente que la portaba, resguardarla con su vida, si fuera necesario.

Hoy los que marchan en defensa de una televisora...

¡¡LA FLAMEAN AL REVÉS!!...¡¡ME LA TIÑERON DE NEGRO!!...

Fue tan grande mi dolor, que vague sin rumbo por nuestra ciudad...

Hablando con la brisa...pregunte por Miranda...llevaba entre mis manos un pañuelo con los colores de mi bandera para tapar los ojos de Don Francisco...para que no sintiera lo que yo siento...

Quizás los que me miraban dirían: “Mira ese pobre viejo, hablando solo por las calles”

Mirando a esos muchachos cometer esa barbarie...

Recordé a mi hijo, cuando hace ya tres años llegando del colegio me dijo:

“¡¡PAPA!!, HOY EN EL COLEGIO LA DIRECTORA ME HIZO IZAR LA BANDERA”

Al ver el rostro de mi hijo que me regalaba el orgullo de un niño, vi en sus ojos el amor por su bandera.

Gracias a él experimente en ese momento una de mis mas bellas alegrías.

Sin el proponérselo... me regalo la inspiración para escribir algo que quiero compartir con todos ustedes...¡¡Y CON ELLOS TAMBIÉN!!...quiera la vida que ellos lo puedan leer.



LA BANDERA

Carlitos al salir del colegio, corrió como el viento hacia su casa.

Buscó con ansías a su abuelo. Sus ojos lo divisaron en el terreno de atrás,

(En el conuco, donde sembraba el viejo.)

¡¡ Abuelo!! Gritó con toda la fuerza de sus pulmones.

El anciano levantó su rostro, divisando una centella que venía a su encuentro.

El niño lo abrazó con un orgullo sólo reservado a los valientes, y le dijo:

“Hoy cuando cantamos el himno en el colegio… Izé la bandera”

¡¡ Ese es mi nieto caracho!! Exclamó el anciano.

Parecían dos criaturas abrazadas…

El niño en su momento y el viejo regresando en el tiempo.

¿Estás contento abuelo?

Más que eso Carlitos… más que eso.

Ven, siéntate aquí en mi rodilla, que voy a contarte un secreto.

Sabes Carlitos…Toda mi vida, fui un soñador. Si algo me faltaba, en mis sueños lo encontraba. Hasta mi padre, que se había marchado, charlaba conmigo, casi a diario por las noches.

En el colegio, en mi niñez, siempre soñaba con izar mi bandera…

Cuando cantábamos el himno, o en alguna fecha patria.

Fue un secreto mío muy bien guardado.

Ni mi madre lo sabía, mucho menos mis amigos.

Sé que mi bandera, conocía cuanto la amaba…y sé que ella, también me quería.

Hacía todas mis tareas, estudiaba como nadie, trate por todos los medios, de ser uno de los mejores, aunque fuese solo por un día…para que la maestra me dijera:

“José… iza la bandera.”

Pero por más que lo intentaba…la cabeza no me daba.

Cuando otro niño, hacía lo que yo soñaba, mirando mi bandera…la piel se me erizaba, la saliva no pasaba por mi garganta, los ojos se me aguaban… casi lloraba.

Yo culpaba a la gripe...“pero ella lo sabía”

El día que cumplí 9 años, tuve el mejor de mis regalos.

Al tocar el timbre de salida, la maestra Irma de cuarto grado dirigiéndose a mí, me dijo:

-José, llévale la bandera a la directora, para que la guarde en su escritorio.

Fue tan grande mi sorpresa, que mis piernas no me respondían…me quedé parado sin moverme…mucho menos pude hablar…las manos me temblaban.

-¡¡José no oyes!! Me gritó la maestra.

Desperté de mi hipnotismo y tome la bandera.

Camino a la dirección… recordé que cumplía años…la puse en mi morral, con mucho cuidado pensando para mis adentros… “mañana la regreso”.

Al llegar a la casa…las metras y las barajitas, pasaron a segundo plano.

El balón que me regalo mi madre, lo deje a un costado.

Después de tantos nervios…cuando creí que mi corazón estallaba…

¡¡¡Por fin llegó la noche!!! ¡¡¡Al fin solo en mi cuarto!!!…

para acariciar a mi bandera

La tocaba suavemente, con la yema de mis dedos…con mis pequeñas manos la recorría de punta a punta… sé que a ella le encantaba.

La coloqué en mi cama, para que durmiera junto a mí.

Me cobijé con ella y el sueño me venció.

Y en mis sueños…¡¡¡Por fin fui el mejor!!!

Izé mi bandera con mi pequeño puño apretado…

Cabalgué con los vientos, de la mano con la fantasía…

Estuve con ella, en cada una de las batallas, de nuestra Independencia.

Cabalgué abrasado a mi bandera……..

Al siguiente día la directora, la recibió de mis manos.

Mirando mis ojos, me dijo dulcemente:

Por esa cara de felicidad que exhibes, veo que estuviste muy regalado ayer.

Riendo le dije: Sí directora, recibí el mejor regalo de mi vida.

En silencio pensé para mis adentros….¡¡¡Mi Querida Bandera!!!

Al finalizar el anciano su relato… se le escapó sin quererlo, una lagrima que surco su rostro…su nieto al ver la emoción reflejada en sus ojos, abrazo al viejo y le dijo:

¡¡Fuiste tú abuelo!! Ayudado con mis manos… “El que izo hoy, la bandera en mi colegio”


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José Varela, El Charrúa Latinoamericano


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