Publicado en Rebelión, traducido por Juan Vivanco.
En Venezuela el gobierno democratiza una frecuencia de televisión aprovechando que vencía una concesión de 20 años a un grupo privado. Para reemplazar a esa cadena privada que ofrece sexo, violencia, películas usamericanas y culebrones, y estuvo implicada en la cruenta asonada de abril de 2002, crea un servicio público, pluralista y más participativo. Pese a todo, el 80% de las ondas de radio y TV siguen siendo privadas. Basta con pasar delante de un quiosco, escuchar la radio o zapear en las pantallas de televisión para observar la total libertad de prensa, una prensa que mayoritariamente es de oposición.
De inmediato la elite transnacional, rasguñada en su monopolio mediático, arremete: «¡El dictador Chávez cierra la última televisión independiente!». La misma mentira del «ataque a la libertad de expresión» se había usado contra Allende, con el mismo fin. ¿Por qué molestarse en contar la Historia cuando basta con copiar en todas partes la misma noticia? Si un periodista contara la realidad de Venezuela en Europa, le tomarían por loco o por chavista.
El sábado, una manifestación popular de 450.000 personas respondió a varios miles de manifestantes de la burguesía salidos de sus aulas de comunicación social (e inflados por los medios, como los de la Universidad Católica de Santiago de Chile en 1973). Hugo Chávez toma la palabra, cita a Gramsci: «perdónenme ustedes que me ponga un poco académico pero yo sé que el nivel intelectual de nuestro pueblo ha dado un salto impresionante». Habla del bloque histórico, de superestructura, de medios dominantes. Es entonces cuando la multitud escucha con más atención. Ese momento y esa multitud estarán ausentes por siempre de los medios informativos franceses.
Gran parte de la izquierda de Francia todavía da la espalda a esta necesaria democratización del espectro radioeléctrico, sin la cual no se puede hablar de democracia verdadera. Ocupada en buscar los errores de los demás para no tener que ver los suyos. Incapaz de percibir que su derrota política y filosófica se debe (por ejemplo) a su afán de dar lecciones a los demás, de proclamarse «vigilante», como ella dice, con una América Latina a la que no entiende. Atrapada en una circulación circular de tres grandes grupos privados dueños de los grandes medios franceses, ha acabado creyéndose lo que sale por la tele y repiten a continuación los soldaditos del periodismo: el hit parade de Reporteros Sin Fronteras pagados por el National Endowment for Democracy. ¿Cómo iba a tener la menor idea de lo que en las calles del Sur, en lo más profundo de unas vidas que conocen bien la humillación, la sobrepasa en pensamiento, en futuro, en voluntad de democracia?
«¡La misión de Heiner Müller se tendría que representar en Caracas! Unos emisarios de la revolución francesa desembarcan en Haití para propagar la rebelión. Tras ellos, en París, la revolución se hunde, Napoleón restablece la esclavitud». Es Marcio Meirelles quien nos habla así, esta mañana en Vive, con su barba blanca de dramaturgo y su corbata de flamante ministro de Cultura del estado de Bahía, en Brasil. «Bahía es la puerta de África, tenemos acuerdos con las televisiones africanas, podemos construir ese puente con Vive y con nuestra televisión pública». «¡Y lo alargamos hasta Haití!». Marcio, entusiasta, va a reunir un grupo de los mejores actores de ficción popular para dar los primeros talleres de dramaturgia en Venezuela y reforzar nuestra oferta de ficción popular en 2007. Intercambiaremos nuestras producciones, todo lo que no vemos nunca de Brasil, ni Brasil de nosotros. Brasil mira más al Atlántico que a América Latina, dice riendo. «Hemos ofrecido entradas a mitad de precio a los negros de Bahía, en nuestros teatros, en la Bahía reaccionaria, racista, es toda una revolución, ¡nos han denunciado por discriminación!»
Al mismo tiempo Vive se mueve, los trabajadores se reúnen, discuten sobre la nueva estructura de producción y de trabajo, pese a que hay sectores apegados al viejo modo de producir con el argumento principal de que ya existe. Dentro de poco los círculos de realizadores se reunirán alrededor de cada programa para darle su forma particular, distinta de las demás. «Un contenido revolucionario necesita una forma revolucionaria, no queremos telenovelas clásicas, podemos hacer otra cosa en Bahía, ahora que tenemos el poder» asiente Marcio. Nos invita al encuentro de las televisiones de Bahía «para discutir sobre la diferencia entre televisión de estado y televisión pública». Sonríe cuando hablo de la campaña transnacional de los grandes medios contra Chávez: «No vale la pena perder el tiempo con eso», dice con sorna.
Así es como las repúblicas negras del Sur construyen la democracia. Con las luces cortas en la carretera y las largas hacia lo lejos, como decía Omar Torrijos.
El gobierno de Hugo Chávez acaba de hacerse cargo de las necesidades energéticas de Nicaragua y Haití.
Fuente: http://www.vive-fr.org/blog/index.php?2007/06/07/31-la-republique-du-sud
Thierry Deronne es un cineasta belga, vicepresidente de Vive, televisión educativa, cultural e informativa venezolana.
Juan Vivanco es miembro de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente con fines no comerciales a condición de respetar su integridad y citar a sus autores y la fuente.
Url : http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=2943&lg=es