A Nicolás Maduro: Venezuela sin voz

Nicolás Maduro, compañero y compatriota:

te suplico me disculpes por no dirigirme a tí con la pompa que
usualmente se emplea en los círculos diplomáticos; te aseguro que no
hay de mi parte ninguna intención de disminuir tu rango ni de
irrespetar los emblemas que representas como Canciller de la República
Bolivariana de Venezuela.

Se trata simplemente de que, cuando nos asfixiamos, no podemos pedir
aire con pompa ni refinamientos. Sólo nos queda patalear y lanzar
extertores tratando de inhalar una bocanada de aire que nos salve de
la muerte inminente.

Se nos va VHeadline. No hay cobre para mantenerla en vida.

Te he debido escribir antes, y con más vehemencia, para ponerte al
tanto de la precaria situación de este portal que representa el único
vínculo
creible para que la población venezolana, tanto la que apoya al
proceso revolucionario como la que lo adversa democráticamente, pueda
expresarse más allá de las fronteras del idioma... y del país.

Uno de los fines del Ministerio de Relaciones Exteriores es la
promoción de la imagen de Venezuela a nivel internacional: ¿Cuál
vehículo se utiliza para ello?

Nosotros teníamos uno... y se nos fue. Murió de mengua por falta de
fondos: VHeadline y sus 77000 páginas de historia viva de los últimos
diez años están enterradas en el sarcófago virtual de un servidor de
internet en Vancouver.

En estos días están pasando en VTV unos documentales ("Crónica de un
golpe", "La Revolución no será televisada") en La Hojilla. Cuán
apropiado el momento para preguntarnos:

¿A cuántas personas llega este reporte de la historia reciente?

Fuera de los televidentes en Venezuela que están pendientes de este
programa, son muy pocos los que reciben esta refrescada de memoria. A
nivel internacional, ni hablar: seguimos siendo un pequeño país rico
en petróleo bajo la bota de un déspota militar a los ojos del mundo,
PORQUE ESA ES LA IMAGEN QUE VENDEN LOS MEDIOS CORPORATIVOS CARTELIZADOS.

No me voy a llenar la boca con proyecciones del impacto de un medio
como VHeadline.com y su red de emisoras radiales (unas 500 estaciones
en los USA) para revertir esa campaña de satanización, pero no puedo
evitar recordar que tiene un nicho nada despreciable en la red de
internet. Gústele o no (y parece que NO les gusta), aún los más
recalcitrantes opositores reconocen este "rating", y para datos más
precisos el editor Roy Carson tiene a disposición las cifras de
visitas recogidas por los mecanismos independientes que se dedican a
ello.

Tampoco soy tan iluso como para creer que VHeadline abrirá una brecha
de luz entre las espesas tinieblas bajo el manto mediático que encubre
hoy en día una de las maneras en que se libran las guerras de
expansión imperial, invadiendo los espacios sicosociales para moldear
en la mente del colectivo la imagen que más le conviene a los
intereses corporativos, que son en definitiva los que gobiernan al
mundo.

Pero me resisto a que Venezuela quede muda en el escenario internacional.

Nosotros no somos quienes se expresan en el Miami Herald o el New York
Sun: allí hablan otras voces que no son ni de lejos venezolanas. No es
nuestra Venezuela la que se proyecta en las pantallas de CNN o
FoxNews, ni es la voz del ciudadano común la que se expresa en
Venezuelanalysis o través del Venezuelan Information Office.

VHeadline puede convertirse en un puente multilingüe para que nuestro
país sea conocido en los pàises de habla inglesa, española, alemana,
portuguesa, francesa y árabe; puede leerse en Italia, en Suecia y
Noruega, en China, en Irán e Irak.

Soy parte de un colectivo de traductores independientes (yo mismo
escribo en español, italiano e inglés) que está listo para engranarse
a este proyecto comunicacional; de igual manera podemos preparar una
infraestructura para completar la formación post-profesional de
jóvenes periodistas venezolanos en otros paises, a fin de impregnarlos
de los valores éticos necesarios para esa profesión y adiestrarlos en
el manejo fluido de diferentes idiomas.

Venezuela no puede resignarse a ser la caricatura de un país. Peor
aún, una caricatura satánica que pueda crear en el colectivo
internacional una actitud condescendiente con posibles intervenciones
de potencias extranjeras dirigidas a asegurarse el control sobre la
mayor reserva de hidrocarburos líquidos y gaseosos del hemisferio.

Nadie en Venezuela sale favorecido con un recrudecimiento de las
acciones abiertas o encubiertas en contra del gobierno legítimo de
Hugo Chávez. Las balas no reconocen entre revolucionarios y
opositores, y esa lección tan vieja se nos refresca diariamente con lo
que acontece en Irak.

La posibilidad de interactuar en diferentes idiomas con los ciudadanos
del mundo es una manera de evitar ser vistos como seres demoníacos
obstinados en controlar con fines perversos el flujo de petróleo al
mundo. Nos permitirá demostrar que exportamos ejemplos de democracia,
como quedó claramente evidenciado (y muy poco publicitado) con el
referéndum del 2 de diciembre de este año.

Ahora, ¿qué puede hacer Nicolás Maduro? ¿Qué puede hacer Willian Lara?

No lo sé. Ambos tienen que pelear con sus respectivos aparatos
burocráticos, esas chaquetas de fuerza que han logrado inhibir mis
esfuerzos por promover esta idea y este anhelo ante el Ministerio del
Poder Popular para la Comunicación e Información y otras instancias.

Yo sólo soy un ciudadano más, empeñado en lograr lo que el periodismo
formal no ha logrado: romper el cerco mediático que las corporaciones
trasnacionales han tendido alrededor de mi país, nuestro país. Pero yo
no tengo más recursos que el teclado de mi computadora y mis
convicciones. Como Roy. Como tantos nacionales y extranjeros que
luchan por la VERDAD y la COMUNICACIÓN.

(*)Ing.

Amuninifranco@gmail.com


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Franco Munini


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