La extraña crisis del articulismo

La Alianza de Articulistas Antichavistas (la venerable Triple A) está preparando una serie de acciones legales nacionales, internacionales e interplanetarias para exigir que al presidente Hugo Chávez se le prohíba de inmediato escribir columnas.

Arguyen que es otro abuso de autoridad del dictador sabanetero eso de ponerse a usurpar el peculiar arte de redactar zoquetadas, que los AAA han ejercido tan valientemente, a pesar de las restricciones a la libertad que perpetra el “rrrégimen”.

Han encargado a dos de sus estelares jurisperitos, Drúbal Jergafasia y el Doctor de la Risa, que lleven a cabo las acciones judiciales. Una de sus primeras decisiones es la de recurrir a la Organización Internacional del Trabajo, pues consideran evidente que el Presidente -no conforme con pretender mandar per secula seculorum- ahora quiere serrucharles los puestos a los escribidores y los chismosos de la comarca.

También prevén aguzar sus alegatos legales para entablar un juicio por competencia desleal. Indican que no es lo mismo ofrecer a los lectores sus puntos de vista cuando uno es un hijo de vecina, que hacerlo siendo el gran jefe. No importa quién escriba mejor, ya se sabe quién tendrá más lectores. Así no se vale.

También le acusarán de montar un monopolio opinático. El Latero Ilustrado, militante de la segunda división del antichavismo escrito, explica el argumento: “Chávez es el tema central y único de nuestros artículos. Ahora será el protagonista también de sus propios escritos –refunfuña-. Es demasiado”.

Naturalmente también intentarán recursos ante el CNE pues piensan que tener tal tribuna en tantos diarios es un acto de ventajismo del columnista en jefe. ¿Y si Las líneas de Chávez logran convencer a algún lector despistado, de esos que creen cualquier cosa que salga en los periódicos?”, aducen.

Por supuesto, no dejarán de llevar el caso a la SIP, cuyos directivos ya se han puesto de acuerdo para incluir el columnismo presidencial en la interminable lista de atropellos a la libertad de expresión. “¿Y por qué?”, preguntará cualquiera. “Porque si todo el mundo está obligado a leer un determinado artículo, ¿qué clase de libertad es esa?”.

Latero advierte que Chávez va a hacerle a los comentaristas de la prensa escrita lo mismo que ya les hizo a los cantantes: devaluarles el oficio. En un acto de venganza bien calculado, me dice que “hasta los felicitadotes del autócrata” deberían sumarse a la acción jurídica de la Triple A, pues lo que está en crisis será el articulismo de opinión como un todo. “Si uno ya se ha leído la columna del dueño del circo, ¿para qué va a leerse los articulitos de los payasos?”.

clodoher@yahoo.com


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Clodovaldo Hernández


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