Desde los diversos espacios, donde hacemos vida desde la perspectiva comunicacional anti-imperialista, hemos insistido en la mella ideológica y moral de la sociedad, y sobre todo, en los sectores populares, que produce la impunidad con que se manejan las empresas mal llamadas de comunicación. Ese sentimiento de vacío, que genera la impunidad, deriva en diversas reacciones, partiendo del nivel social en que se exprese. No es la misma resultante en los sectores de clase alta de la sociedad, que en los sectores medios o los populares.
Los grupos oligárquicos lo asumen, con su omnipotencia y su visión de estar por encima del Estado, pero como manejan recursos e información, en un momento determinado, tienen capacidad de análisis y mecanismos de contención. Esta resultante, no se garantiza en el resto de los estratos sociales, donde la impunidad se manifiesta de múltiples formas, y sumado a la condición de enajenación de los individuos, ésta degenera en un monstruo de mil cabezas, que se deforma y trasmuta a la vez; siendo incontrolables para sus mismos creadores. Tomemos un ejemplo práctico: si se ofende la majestad del Jefe de Estado, agrediendo a su señora madre, y no pasa nada; si se llama para quitarle la vida al Presidente de la República, y no pasa nada; estas bolas de nieve, inexorablemente, se transforman en avalancha, que arrasa con los valores y los cimientos del Estado de Derecho.
La construcción de una nueva sociedad, no es un hecho factico, es un proceso político-ideológico, y profundamente cultural. La impunidad conlleva una degeneración moral del ciudadano y la ciudadana, situación nociva que arrastra al mismo aparato ideológico del Estado burgués, dado que el sistema de explotación capitalista también conlleva normas, así sean, las del libre mercado. La negación de todo sentido de autoridad y disciplina es antinatural a la condición humana, los animales considerados seres “inferiores”, actúan con normas definidas, sobre todo en su relación con el ambiente. Contrariamente lo que está generando la dinámica desafiante, en el manejo de información de las empresas de comunicación, constituye una verdadera barbarie, en las diversas modalidades de la difusión de información (impresa, radial, audiovisual, internet).
Como lo acotamos en mi artículo publicado en la página web de Aporrea, de fecha 24-10-08: “No es el sólo hecho de emitir información con los contenidos ideológicamente capitalistas, es la perversión del hecho comunicacional, tomando como insumo la mentira y la calumnia, lo que en cualquier sociedad normal, forma parte del flujo informativo. En Venezuela, se transforma en una matriz conspirativa contra el estado de derecho y el orden establecido. No le estamos solicitando a los canales privados que difundan el socialismo, le solicitamos que difundan la información apegados a un mínimo de verdad, que supriman el sesgo conspirativo y golpista; que el flujo informativo este apegado a un mínimo de decencia y respeto a la ciudadanía, como lo estipula la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y el mismo Código de Ética del Periodista, éste que ha sido execrado de las salas de redacción, y de los departamentos de prensa de las empresas mediáticas.”
Antes que la barbarie nos alcance, debemos apelar a los grandes valores históricos y sociológicos del pueblo venezolano. Si algo hemos logrado resaltar en este proceso de cambio bolivariano, es el reencuentro con nuestros primigenios idearios ideológicos. Con la moral de los principios, y las luces del conocimiento, como lo decretó nuestro Libertador Simón Bolívar, en Angostura en 1819. No obstante, trascendiendo el hecho histórico, las instancias del Estado, deben asumir la aplicación del imperio de la ley, más allá de la preocupación manifiesta de la Fiscal General de la República, Dra. Luisa Ortega Díaz, hay que pasar de las palabras a los hechos, se hace necesario la sanción ejemplarizante y contundente por parte del Ministerio Público, y del Poder Judicial. La Constitución de la República de Venezuela en sus artículos 57 y 58, es claro, preciso, y conciso; la emisión de mensajes genera responsabilidades ulteriores, pasando por el Código Civil, el Código Penal, y la Ley de Responsabilidad en Radio y Televisión; la justicia debe ser expedita y oportuna, si no pierde su sentido, riesgo que lamentablemente, estamos corriendo los venezolanos y venezolanas.
Desde el Movimiento Social de los Medios Comunitarios y Alternativos (MoMAC), asumiendo el poder constituyente originario del pueblo soberano, estamos activando la “Guerra Popular Comunicacional”, como acto de legítima defensa del pueblo, partiendo de la comunicación como hecho social y humano. En diversas Parroquias de Caracas, y diversos Municipios del país, articulando con los Consejos Comunales, estamos conformando las columnas de comunicadores y comunicadoras populares en las diversas áreas, impreso, radiofónico y audiovisual; estando plenamente alineados con el planteamiento del ciudadano presidente en su programa del “Alo Presidente” numero 354, del domingo 21 de marzo, sobre la “Brigadas comunicacionales”, dando de esta manera, concreción a la construcción de un país de comunicadores y comunicadoras, dando cuerpo social a la Misión Comunicación, rumbo al socialismo del siglo XXI.
(*) Comunicador comunitario
@: lfsalazar5@hotmail.com / historiahechosyprotagonistas.blogspot.com