Notas finales de un cachito desesperado

Querida cachita, pedazo de cielo que Dios me dio. Me despido recordando los jamones que nos dimos en aquella panadería que el destino aciago quiso colocar tan cerca de esos huelguistas raspa ollas. Ese mismo destino que primero amasó nuestro amor con tesón y que luego, con el fuego de la pasión, logró que tú y yo creciéramos aparejados. Nunca olvidaré tus formas voluptuosas ni como te amoldaste a mí, como cóncavo y convexo.

Recuerdo que salimos a pasear y exhibíamos sin pena nuestra relación ante las miradas de quienes pasaban a presurosos en la mañana o al final de la tarde. No imaginé que la envidia de vernos dichosos propiciaría la desgracia que destrozó a dentelladas nuestro mundo festivo, ese que vivimos entre confites y pasapalos, como una celebración infinita.

En este mi último aliento, el horror asiste impío a mi destino. De ti me llevo tu embrujador aroma de mies recién cortada. Pero la cara del pervertido criminal con gorrita pa´ tras que nos separó, aparece como un fantasma hambriento mientras siento que ya solo soy un piquito.

La incertidumbre me invadió cuando fui arrancado violentamente de tu lado y me lanzaron junto a otros más en una bolsa tenebrosa, que ahora sé fue ergástulo provisional antes de mi fin. Valió la pena conocerte y si la reencarnación existe, espero que la próxima vez seamos panes de jamón. Ya soy extraído de la bolsa, mi alma y mi ser, reblandecidos, no se resignan a la molienda de la muerte. Soy el cachito de tu corazón.

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Dicen que cachita se enfrió cuando le arrancaron a cachito de su lado. Nadie más la quiso y la esperanza de volverlo a ver le fue tallando arrugas. Su corazón estaba hecho un fiambre y solo unas pocas amigas le hacían compañía. Nadie sabe a dónde fue a parar, pero ya fruncida y delirante insistía en que su amado hizo algo grande. Lo atribuyeron a la ranciedad.

Sabemos que la muerte de cachito no fue en vano. Ni por asomo sospechó su victimario que al escogerlo para sus viles planes, daría un giro inesperado a la historia de las huelgas de hambre en Venezuela que ahora disponen de Logística, Servicio de Catering y Horarios Programados. El destino quiso que un pequeño cachito ayudara a desmontar el fraude perpetrado por unos descerebrados, auspiciados por unos dirigentes políticos y una oligarquía postrados ante el imperio.

Cachito hizo su escrito final en la servilleta en la que estaba envuelto, la cual, supuso bien, sería lanzada al piso por el cochino que lo devoró. Yo la recogí.


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Plácido R. Delgado


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