Cloacavisión participó activamente en el golpe de estado de 2002, lo sabemos. Allí están como huella indeleble miles de evidencias audiovisuales, calumnias, montajes, manipulaciones, confesiones, entrevistas, tergiversaciones y demás patrañas que urdieron junto a otros medios de comunicación, antes, durante y después de aquel Abril de vendavales fascistas. La Hojilla, siempre la hojilla, ha sido la encargada de destrozar a bayoneta calada todas sus líneas ofensivas. Desde ollas putrefactas hasta los ecos provenientes de los más recónditos albañales mediáticos de la derecha internacional.
A cada uno de esos episodios de furia hubo víctimas, seres humanos quienes sufrieron en carne propia el rigor de la oligarquía y sus adláteres. Se confabularon para hacer ver el asesinato de ciudadanos como un enfrentamiento entre hermanos ¿Acaso han pagado cárcel por ello? ¿Es un delito impagable?
Someten día a día a la población a un estrés inmisericorde, presentando al país como erial del caos. Mantiene en vilo y exacerban conductas agresivas al señalarnos, más allá de lo político, de la búsqueda de justicia social y de la defensa de la soberanía, como enemigos irreconciliables a punto de ir a una guerra civil. Las primeras víctimas, los disociados, cuya percepción de la realidad es alterada por tal sometimiento, luego actúan como percutores del casquillo dado ¿Recuerdan Plaza Altamira? ¿Han pagado por esos crímenes? ¿Son impagables?
Fueron proxenetas del paro petrolero, articuladores del lock out patronal. En cada caso meritócratas pitiyankees y hordas neoliberales casi destruyen la economía del país. Los costos en vidas y en dinero también son conocidos. Murieron venezolanos porque no había gasolina en las ambulancias, otros calcinados por la obligatoria acumulación de combustible en sus hogares y muchos hicimos colas interminables por unos pocos litros. 18 mil millones de dólares fue el costo del vil egoísmo insuflado por la jauría mediática. Durante el paro patronal, grupos de choque obligaban a los comerciantes a cerrar sus negocios para hacer a parecer ante los medios que aquello era un “écito”. En ambos casos Cloacavisión cedió sus espacios publicitarios para arengar la desestabilización. ¿Quién pagó por todo eso? ¿No fue eso un crimen contra toda una nación? ¿Es también todo ese derroche de impunidad, impagable?
Durante las guarimbas, las marchas de estudiantes “manos blancas”, las revueltas juveniles con sello Okport, los desórdenes penitenciarios y otros hechos de violencia callejera, Claocavisión ha actuado como acelerador. Tal estilo obedece a un plan bien diseñado que busca la confrontación; un estilo que ya tuvo precedentes en Ruanda y por el cual pagaron con sus vidas cerca de un millón de personas.
Los accionistas de Cloacavisión especularon abiertamente y estafaron a una buena cantidad de compatriotas. Un Banco y un concesionario de vehículos se tragaron el dinero y el esfuerzo de una parte de la clase media. Sus dueños están prófugos, pero llaman a través de ese canal a tomar acciones desestabilizadoras contra el Gobierno y el Pueblo. Sus secuaces políticos abarrotan la planta televisiva para dar rienda suelta al odio.
¿Pagará Cloacavisión sus crímenes, antes de que desate otros peores a nombre de la oligarquía y el imperio?
Su Vicepresidenta habló claro y raspado. De nuevo queda registrada la evidencia de sus pretensiones golpistas, de su abierto desafío a las leyes y de lo que nos espera en el supuesto negado de que tomen el poder. Hemos pagado caro y resulta ignominioso que exprese que la multa es impagable.
No sería extraño que los pre majunches y la MUD entera se dispongan a participar de un nuevo show mediático, pidiendo dinero a la masa disociada en una colecta televisada. Sería como ver a los condenados regalando una lima a sus verdugos.
pladel@cantv.net