Es preocupante que un grupo de estudiantes, vinculados a la oposición, hayan decidido “saludar” a los mandatarios que nos visitaban con motivo a la realización de la CELAC, con una pancarta que decía “Bienvenidos al país del crimen”
No pretendo negar que el problema de la inseguridad sea una realidad apabullante; tampoco salvaguardar la responsabilidad que cabe al gobierno por una gestión sumamente deficiente en su combate. Pero de allí a pensar que Venezuela es un país de criminales, existe un trecho muy grande.
¿Los estudiantes opositores y la oposición toda, no encuentran otra forma de oponerse a Chávez distinta a despotricar y mentir sobre el país?
Mala postura para quien pretende dirigir los destinos de la Nación. Con razón no levantan cabeza. Y no lo hacen, entre otras razones, porque carecen de ideas. No saben hacia donde guiar al país. Se conforman con pensar que saliendo de Chávez todo se arreglará como por arte de magia.
Por supuesto, están equivocados. Ellos también son parte del problema que confrontamos como sociedad: Una ausencia de liderazgo que no solo piense en las próximas elecciones, sino, como apuntara Lula, en la próxima generación.
Si no fue lo más conveniente que un grupo de personas arribaran al poder sin tener ideas claras y definidas hacia donde orientar la gestión de gobierno que les tocaba ejercer, tampoco sería conveniente repetir la misma historia con quienes pretenden sustituirlos.
Venezuela no es un país de criminales, a pesar que desde la oposición, la política y la social, se empeñen en hacer creer que así es. Con esa prédica de todos los días y a toda hora a los primeros que han logrado aterrorizar ha sido a su propia gente. Los que votan por Chávez saben lo que es la inseguridad porque conviven con ella a diario; la viven en directo, no a través de titulares de prensa necrofílicos ni a través de conversaciones y chismes del mismo sentido. Son los opositores los que parecen regodearse en el día a día de la inseguridad; los que parecen gozar echándose los cuentos más macabros que llegan a sus oídos. No pierden oportunidad de usar todos los medios a su alcance para propagar cuanto hecho delictivo tienen conocimiento.
La inseguridad existe y el gobierno está obligado a actuar diligentemente frente a ella. El Estado también tiene una gran responsabilidad en su combate. El asunto no es solo policial, también del cómo actúan otros órganos constitucionales, conformados por personas que en su mayoría provienen de la gente más y mejor educada del país, ¿Dónde se han graduado de abogados la mayoría de los Jueces y Fiscales? ¿Por qué en esas Instituciones Universitarias, que muchas veces pretender erigirse en referencias éticas y morales, no han sido capaces de egresar profesionales con un mínimo de sentido ético? ¿Por qué en la clase media, sector social de cual provienen la mayoría de aquellos profesionales, no han sabido inculcar los valores que reclaman en otros?
Si el acto de colocar la pancarta fue voluntario por parte de unos estudiantes impulsivos, sería condenable y doloroso, máximo cuando se reclaman como el futuro del país. Pero si la acción fue orientada desde la MUD, entonces si se subió la gata a la batea. Allí no es posible aducir la impulsividad como pretexto, pues domina el cálculo.
Si la pancarta en cuestión fue colocada bajo instrucciones de la MUD, denota hasta qué punto están extraviados quienes allí dirigen. En ese caso, lo mejor es que se queden donde están.
ivanjgutierrez@gmail.com
@ivanjgutierrez1
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