La oposición no olvida el año viejo y no porque le haya dejado cosas muy buenas. Fíjense: le dejo una chiva que berrea capitalismo popular doquiera que tú vayas. También le dejó una desmirriada yegua adeca empeñada en arrastrar una tarima con un borrachito impertinente a quien parece, se le moja la canoa. Por si fuera poco, no conforme con una burra negra, le deja un trío de burdéganos aristocráticos y un borriquito de medio pelo parecido a Akimichú, que en cuanto le tocan el rabo comienza a despotricar en contra del reeégiimeeen. Siendo que todos están casados con la oligarquía y el fascismo, ya sabemos que su “Buena Suegra” es imperialista.
Pero el problema es que hasta el año pasado abrigaban esperanzas de que sucediera una vaina, otro carcinoma, un container con productos piches, un deslave, siete plagas en retahíla, un terremoto arrechísimo o un conjuro nigromántico que lanzarle al Pueblo y se volviera contra el proceso. Como la “revolución del emprendimiento” por ejemplo. Incluso sus malos agüeros matemáticos fallaron como siempre, anunciando como nunca que la inflación se desbocaría. Ineptos que son se burlaron a placer de la promesa gubernamental de hacer unas 150 mil viviendas dignas antes de fin de año, cumplida en un 96%. Tuvieron que beberse encapillados su propia bilis recordando las ilusorias 20 mil por año de Caldera.
Hoy, a mes y piquito de sus “primarias” parece que no tienen con qué. El cuero se les arruga ante la inexorable llegada del Día de la Juventud, chacumbelada pueril con la cual quisieron darse lozanía. Enratonados todos, querrán argüir que un virus informático les pajeó el vodevil electoral o echarle la culpa a la vaca (CNE, para ellos) y así tongonear un pesado bojote contentivo de desestabilización hasta Octubre de sus resacas.
Tal vez, solo tal vez, se les ocurra que no les queda otra que irse a un consenso, ante el inminente ridículo de pocos votos. Entre palos y delirios jugarían “La Botellita”, donde los perdedores se sentirían aliviados de no ser el próximo “Frijolito”, ni en vaina.
Lo que si quisieran que la gente olvidara son sus satrapías cuarto republicanas, sus “acta mata voto”, sus desaparecidos, su falta de amor al Pueblo. Porque vivir entre esos recuerdos los ahoga, los domina y los pone loquitos como con una fatiga.
*Tomado del pasaje llanero de Jorge Guerrero
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