La posibilidad de una amnistía que les permita regresar a Venezuela ha puesto a correr a algunos de los autodenominados exiliados en Estados Unidos. Pero la corredera no es para hacer maletas y, con el corazón patrio en la mano, volver a esta ribera del Arauca vibrador. ¡Qué va! Se han declarado en emergencia para buscar la manera de evitar que haya tal amnistía y, en consecuencia, se les acabe la manguangua.
No se trata de todos (aclaremos de entrada para evitar justificadas reacciones de gente ofendida), pero entre los ocho mil y pico de "exiliados" abundan los vivarachos que se fueron a EEUU a declararse perseguidos políticos porque vieron la oportunidad de colearse por el hombrillo en el país de sus sueños. Meritócratas en la gerencia de la triquiñuela, se dieron cuenta de que presentarse allá como mártires era una ingeniosa fórmula para saltarse las estrictas normas de inmigración que no superarían de ningún otro modo, salvo arriesgando su propio pellejo en algún arenal de Arizona, haciendo el triste papel de presas de caza para la patrulla fronteriza.
En ese grupo hay tipos -y tipas- a quienes en "condiciones normales" (gobierno sumiso al gusto del Imperio), ni siquiera los dejarían entrar a la embajada estadounidense en Caracas. En tiempos del bipartidismo, si los hubiesen visto merodeando por los lados del búnker de Valle Arriba, el personal de seguridad gringo se hubiese puesto en alerta naranja y habría llamado a la policía de Baruta-Dade para que les pusiera preventivamente los ganchos.
No es de extrañar que algunos de estos venezolanos ya estén enfrentando una posible deportación. Poco a poco se les ha deshilachado el cuento de que el rrrégimen quiere torturarlos y meterlos en una mazmorra. El Big Brother no es tan pilas como lo pintan en las películas, pero al menos ya sabe que si acaso alguien anda buscando a esos "perseguidos" por estos lados, debe tratarse de cobradores furiosos y abogados de divorcios.
De allí el gran chasco que se llevó el diputado Edgar Zambrano, cuando fue por allá a darles la noticia de que serán amnistiados. Una prima de Ña Magda le contó que el parlamentario llegó con aires de candidato al Premio Nobel de la Paz, pensando que lo iban a aclamar en las asambleas de Westonzuela y sus alrededores, y resulta que poco les faltó para declararlo persona non grata, bajo el grito de ¡con mi exilio no te metas! La prima le dijo a Magda que si Zambrano vuelve por allá con esa idea, ella enrollará su Miami Herald para darle periodicazos y decirle: "¡Usted no entiende que nosotros no queremos irnos... ah viejo pa'bobo!".
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A veinte años de su caída en ejercicio del
periodismo, rindo homenaje a mi amigo Virgilio Fernández.