La psicología social nos enseña que los seres humanos, cuando están en grupos tienen distintos patrones de comportamientos. Por ello las multitudes, poseen cierto grado de excitabilidad en su conducta, ya que en grupo, el ser humano tiene una sensación de poder, que lo puede llevar a realizar actos que individualmente ninguno se atrevería a realizar.
De allí que, estando ubicado en una posición de liderazgo, resulte relativamente fácil, soliviantar los ánimos de una multitud, e incitar cierta conductas, para bien o para mal.
No obstante, no hace falta ser estudioso de la psicología social, para saber que una multitud es propensa a la manipulación, a ser estimulada en sus pasiones para que realice determinadas acciones.
En la concentración convocada por la Mesa de Unidad Democrática (MUD), celebrada en el Parque Miranda el día 23 de enero del presente año, fuimos testigos televisivos de unos actos de violencia y agresión personal por parte de partidarios de la MUD en contra de otros asistentes a dicho evento, los cuales se originaron a partir de los acusaciones públicas realizadas desde la tribuna de oradores por el Dr. Ramón Guillermo Aveledo, contra un grupo de jóvenes identificados con pancartas de una agrupación autodenominada “Organización de Estudiantes Nacionalistas” (ORDEN), de ser enviados por el gobierno, para que asistieran a dicho acto.
Como consecuencia directa, no tardaron en desatarse los ánimos, y numerosos militantes de oposición participantes del evento, se decidieron por golpear a los militantes de ORDEN, bajo la acusación de ser chavistas, agresión que se extendió a los reporteros y camarógrafos de Venezolana de Televisión (VTV), por televisión pudimos ver las imágenes de los golpes, patadas y palazos que fueron propinados a los acusados y al personal de VTV.
En principio, es necesario precisar, que hacer semejante aseveración, ante un grupo indeterminado de militantes de oposición, quienes por cierto no se han caracterizado por observar las conductas mas cívicas, a tenor de los constantes hechos de violencia que escenifican y a los cuales ya nos tienen acostumbrados presenciar, resulta mucho mas que un acto temerario e irresponsable, cuyos riesgos resultan verdaderamente impredecibles.
Es una actitud criminal realizar esas acusaciones, máxime a sabiendas de que son falsas, y que solo producirán caldear los ánimos en una multitud en estado de irreverencia, con seguras consecuencias de violencia, donde resultarían agredidos unos por otros. Para colmo de su actitud maligna, el Dr. Aveledo al ver los actos de agresión, aun estando en la tarima y pudiendo desde allí hacer un llamado a la calma y no caer en provocaciones, por el contrario no hizo nada por evitar consecuencias mayores, por lo cual de haber resultado victimas fatales o agresiones graves, en su conciencia quedaría su actitud criminal de instigador a la violencia entre jóvenes para que se agredieran entre si.
Esta actitud solo se compara con la del que grita “fuego” en una multitud concentrada en un sitio cerrado, a sabiendas de que con ello producirá una estampida de consecuencias negativas impredecibles.
Evidentemente, existe una relación de causalidad entre las acusaciones del Dr. Aveledo, y la conducta desarrollada por los agresores a partir de sus acusaciones publicas, ya que las mismas, constituyeron la motivación suficiente y necesaria para que la violencia se desatara, por lo cual su conducta pudiera ser juzgada por los tribunales penales de la republica para determinar su responsabilidad en los delitos de lesiones que se cometieron y que, afortunadamente, no degeneraron en consecuencias peores para la vida y la integridad física de los agredidos.
Afortunadamente, los jóvenes de ORDEN, pese a haber recibido numerosas agresiones, pudieron huir, pese también a que la Policía de Miranda, en lugar de actuar para evitar las agresiones de las cuales eran victimas, lo retenían haciendo mas difícil su huida y facilitando la labor de los agresores.
Es un hecho público y notorio, que los jóvenes militantes de ORDEN son los que se concentraron en la Plaza Altamira el 07 de Octubre de 2012, llamando a desconocer el resultado electoral, hecho del cual, como dirigente político, no puede ser desconocedor el Dr. Aveledo.
El Dr. Aveledo, como abogado y político avezado, debió ser lo suficientemente inteligente y maduro para darse cuenta de las conductas que pudieran motivar con sus acusaciones y debió instar a los jóvenes de ORDEN a que se retiraran y apaciguar los ánimos de sus copartidarios llamándolos a la calma y a no caer en provocaciones, y ordenar al equipo de seguridad del evento a que los acompañase a salir del recinto, lo cual muy probablemente hubiera evitado la violencia y las agresiones.
La actitud del Dr. Aveledo se enmarca perfectamente en los supuestos establecidos en el articulo 283 de nuestro Código Penal vigente, como instigación a delinquir, por lo cual bien pudiera ser procesado por lo tribunales para determinar su responsabilidad en los delitos de lesiones que se cometieron.
La verdad que el Dr. Aveledo salió barato en las consecuencias de sus actuaciones, ya que producto de su acusación, los agredidos solo resultaron con lesiones, cuya magnitud no estoy en capacidad de precisar, no obstante, las consecuencias pudieron ser mucho mayores, en cuyo caso bien pudiera ser procesado por los tribunales a fin de determinar su responsabilidad, y después que se determinara su culpabilidad, seguramente saldría hablando pazguatadas, diciendo que es un “preso político del rrrrégimen”.
Considero que el Dr. Aveledo debe renunciar al su rol de Fracasado Secretario Ejecutivo de la MUD, y enrolarse como Promotor Deportivo en la especialidad de “Vale Tudo”, donde seguramente tendrá mejor futuro, si se desempeña en eventos de la oposición.
nartiles77@yahoo.es