En situaciones extraordinarias. ¡Suigeneris pues! Es cuando el discurso mediático –, manipulador y acomodaticio por naturaleza, se cae estrepitosamente. Es muy posible que la cotidianidad medio lo oxigene; pero en una eventualidad de envergadura se convierte en un vulgar y simple parloteo. En un vulgar compendio de frases hilvanadas con recursos lingüísticos y psicosiales manejados con talento, bien para salir del atolladero, o simplemente para tratar de quedar bien con el Dios y con el Diablo. Puro Maniqueísmo. Estropicio simple.
El resultado es nefasto para los hombres y mujeres que han hecho de la Política no un bien para ayudar al colectivo sino en un medio para lograr fortuna y poder, amparados en una parloteo inconexo, continuo, sistemático e insulso en los medios audiovisuales, preferentemente en la televisión, en medios impresos y en las redes sociales.
Creen estos chulos políticos que barnizando sus discursos con principios de Marketing Político se la devoran. Pero casi siempre terminan más solitarios que la una aunque forrado de dinero; pero sin credibilidad y sin moral. Al final de sus vidas se convierten en ermitaños con su corte de sempiternos lameculos. Aunque su prescripción degenerativa podría acelerarla su comportamiento cantinflérico ante un acontecimiento extraordinario.
Y es que ante un hecho extraordinario cuya génesis, composición e intención, incluyendo sus fines ocultos, son del dominio público no puede venir cualquier bolsa a intentar engañar al soberano con una cotorra edulcorada. Un ejemplo monumental de lo expuesto lo constituye la pérdida de la Presidencia de España por parte de Aznar por culpar a ETA del atentado de la estación Atocha, del metro madrileño. No terminaba Pinocho Aznar de imputar a ETA cuando Al Qaeda se abrogó la comisión del terrible atentado. A 48 horas de las elecciones de la Presidencia de España Pinocho Aznar se da tremendo culazo por embustero.
Bajo estas premisas y conociendo la materia tratada me permito manifestar que sentí pena ajena por determinados dirigentes de Oposición al manifestar sus opiniones en torno al Decreto Maldito de Sidney Poitier estadounidense del Siglo XXI (Barak Obama). Con un malabarismo propio de David Copperfield y del más puro y autentico discurso cantinflérico. Es decir magia lingüística, vocinglería, leguleyismo y cantinflería metástica.
Presten atención a este petardo: "No estoy de acuerdo con ninguna injerencia sea china, cubana o rusa. Además la sanción es contra siete funcionarios públicos, no contra todo el pueblo venezolano". Es decir que si EEUU decide bombardear – qué no crean tengan bolas para hacerlo porque sería meterse en tremendo peo –los dirigentes de la Oposición están convencidos que las bombas son personalizadas, que irían dirigidas a los siete funcionarios y sus respectivas familias y amigos. "Si Luis".
Sí…Pero no... Ni esto ni lo otro, sino todo lo contrario. No señorones. No es como Copperfield, ni como Cantinflas que hay responder ante la pregunta si se está o no de acuerdo con el Decreto Maldito de Obama. ¡Sé está o no se está! No hay medias tintas. Ni derecho a guabineo máxime cuando lo que está en peligro son la soberanía y la dignidad del pueblo venezolano, y todos los logros obtenidos por los venezolanos excluidos. ¡O es chicha o es limonada! ¡O eres marisco o eres molusco! ¡Al pan pan, y al vino, vino! Por ser sincero, serio, auténtico y responsable fue que Chávez se erigió en el líder más vergatario del planeta tierra. Porque desde un principio asumió su peo cuando dijo ser el responsable del 4 F y lanzó el letal Por ahora.
El costo político de la Oposición en las Parlamentarios de 2015, por efecto de la displicencia, el paterrolismo y la burla como se han comportado sus cabezas visibles ante el Decreto Maldito de Obama, va a ser muy alto. Mucho más si imponen la dedocracia en la escogencia de sus candidatos. Hay mucho ruido interno en esas cavernas.
Cerrando. Los sabios, los vergatiesas, los expertos, los facurtos, recomiendan decir la verdad y nada más que la verdad ante un hecho extraordinario, ampliamente posicionado en la Opinión Pública. O simplemente meterse la lengua donde la espalda pierde el nombre.