Soberana “paliza” le asestó la Comay Toya a su hijo adolescente al sorprenderlo encapuchado y todo en una manifestación callejera en Baltimore. La indignada señora, al verlo, le emprendió a puñetazos sacándolo de la manifestación, temerosa de que pudiera asesinarlo un policía catire.
Toya, fémina afrodescendiente, a lo largo de dos cuadras llaneras, le disparó a su menor hijo golpes de todos los calibres. Llegó hasta conectarle dos rectos de derecha en el rostro del imberbe quien, por cierto, en ningún momento respondió a la golpiza de su madre, ni siquiera de palabras. Por el contrario; marchó siempre delante de su mamá rumbo al hogar, como buen hijo, obediente.
La Toya, una joven y fornida mujer afrodescendiente, sorprendió a su hijo en la protesta por la muerte de un adolescente afrodescendiente a manos de policías catires de Baltimore. Y pensando el peligro que corría de ser abatido por la Policía Catira, le emprendió a golpes de todos los calibres y lo conminó a regresar a casa. Para ella la protesta era importante. Pero más lo era la vida de su muchacho, a diferencia de las madres escuálidas de Venezuela, que sabiendo lo peligroso que es armar guarimbas mandan a sus vástagos a esas sinvergüencerías como carne de cañón sin importarles que resulten muertos. Total, unos chamos muertos es un buen “aporte” para La Canalla en su locura por tumbar a la Revolución Bolivariana a como diere lugar.