Frotarse las manos para anunciar venganza

Si te dicen que por ahí andan los fascistas criollos con sus amenazas, créelo. No es nuevo el comportamiento de cierta dirigencia opositora, en los diferentes niveles, dándoles por prometer interpelación, destituciones, persecución, cárceles y hasta la muerte a los chavistas en caso de ganar las elecciones del 6-D.

Se trata de un comportamiento que ha sido criminalmente incubado a través de los medios de comunicación social y el discurso agresivo de sus dirigentes, cargado de rencor, frustración y odio que en cada momento se refleja en objetivos muy bien identificados.

El periodo Chávez, por ejemplo, apuntó hacia su personalidad, en primer lugar. Igual ha ocurrido con el Presidente Maduro. El origen humilde, veguero y pueblerino de cada uno los desubica en su concepción de quien puede ser o no Presidente en nuestro país. Inaceptable para ellos que el oriundo de un caserío de Barinas, militar y sobre todo izquierdista asumiera los destinos de la patria.

Ésta apreciación no tuvo importancia para quienes gobernaron durante la cuarta república. Que CAP, Lusinchi o el mismo Leoni nacieran en apartados pueblitos nunca fue motivo de burla o preocupación para los oligarcas. Claro, lo importante para estos sectores fue y sigue siendo el servilismo, la docilidad y el silencio ante los desmanes y la entrega del país a las transnacionales.

Esa conducta, reiterada y testarudamente agresiva de algunos sectores de la derecha, no solamente preocupa sino que debe tener vigilancia y seguimiento para evitar males mayores para nuestra población. Cada día demuestran su disposición para apartarse de la legalidad. Anunciar fraudes anticipados. La descalificación y el descabezamiento de las instituciones públicas se ha convertido en su discurso favorito.

En fin, más allá de las amenazas con descuartizar a los chavistas y aunque no tenga con qué, hay que convencerse que ese es su propósito. En el 2002, con muertes y persecución, demostraron que son fascistas.

El paro petrolero, las guarimbas, la descarga de la arrechera de Capriles con sus 43 muertos a cuesta, los asesinatos a dirigentes Bolivarianos, la alianza con sectores económicos oligarcas para torcerle el cuello al pueblo con la comida, las bases militares en Colombia y en el Caribe, y el nuevo aliado guyanés dicen mucho de las pretensiones imperialistas, porque ellos son simples títeres.

Como dicen en el llano, a ponerse las alpargatas porque lo que viene es joropo. La coyuntura actual pareciera permitirle a la oposición frotarse las manos para anunciar, como lo hacen con intensidad, tiempos de venganza. Ante ello es vigente recordar a Chávez: Sólo el pueblo salva al pueblo.



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Juan Azócar


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