Uno lee las noticias y se da cuenta de la fuerte y perversa carga de cinismo que une a la derecha en donde quiera que se pare. Mejor dicho, la derecha que por naturaleza es antihumana, practica todos los días las más groseras atrocidades contra pueblos indefensos.
Resulta, para más precisión, que esa derecha en algunas partes es efectivamente imperialista o proimperialista, de manera abusiva usa su poder para convertir pretendidos territorios en pueblos destruidos y generalmente en cementerios.
Tal es el caso de países y gobiernos que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, en sus desesperados planes por apoderarse de sus riquezas, hoy están sumidos en intricadas confrontaciones internas, mientras sus habitantes abandonan sus hogares y huyen desesperados para buscar la paz en otros confines.
Tal es el drama que por doquier propicia quien en el 2009 recibiera, sin mérito alguno, el Premio Nobel de la Paz, quien para atizar la candela declara a Venezuela, mediante un sorpresivo decreto, como peligrosa amenaza para su país. Sobre los argumentos tomados para tomar tal decisión, vaya usted a saber.
Lo que no es un secreto son sus perniciosas intenciones guerreristas y el descarado financiamiento para derrocar gobiernos legítimamente electos por sus ciudadanos. Para ello estimulan de manera descarada planes contra la economía, como viene ocurriendo en nuestro país desde hace años. La desestabilización política es su claro objetivo y no queda duda que a raíz del fallecimiento de Hugo Chávez lo han intensificado de manera abierta y desenfrenada.
A todo este plan contra el gobierno Bolivariano hay que sumar el saboteo contra instalaciones públicas y de servicios que se hacen evidentes en periodos preelectorales, tal como sucede ahora. Para más cinismo opositor, ellos siguen su campaña malsana y de desprestigio contra el organismo electoral, C.N.E. Contradictoriamente no se atreven a decir que reconocerán los resultados de unas elecciones parlamentarias en las cuales desde ya se anuncian ganadores. Como es su costumbre, comienzan a cantar fraude sin iniciarse formalmente la campaña electoral.
En fin, en Venezuela estamos en presencia de una oposición que no da muestras de asumir compromiso con el país. En su discurso no encontramos elementos propositivos. Y como sus planes de "cambio" son un secreto bien guardado, sí podemos decir que ante situaciones que pudieran poner en riesgo la paz no dicen ni pio.
Tal es el caso del paramilitarismo, por ejemplo, o la los improperios del aventurero Presidente de Guyana. Curiosamente y para sorpresa de algunos, propician el flagelo paramilitar que se nos cuela por la frontera con Colombia y se confabulan con los agresores extranjeros, creyendo ellos que confundirán a nuestra población o pescarán en un supuesto rio revuelto.
Esta oposición, sin identidad y maniatada a los planes de los gobiernos de Estados Unidos, está condenada por su docilidad, hipocresía y rabioso cinismo.