En nuestro país existe una dirigencia política, si así se puede llamar, convencida que nuestros compatriotas olvidan de un día para otro lo ocurrido, en este caso sus fechorías. Es esa misma línea de pensamiento la que predomina a la hora de evaluar los 40 años del contubernio adeco-copeyano, caracterizado por una feroz represión que dejó el amargo saldo de miles de miles de asesinados, desaparecidos y una Venezuela en vergonzosa bancarrota económica y, peor aún, desmoralizado.
Es así como ellos piensan. Su discurso siempre ha sido negar y ridiculizar el estudio de la historia a sabiendas que es la savia que nos permite conocernos cada día más y no repetir errores. Con esos criterios menosprecian y hasta ridiculizan a nuestro pueblo de manera descarada.
Bajo esa concepción siempre han pretendido ocultar, solapar, minimizar y descalificar nuestra capacidad de lucha, sobre todo el papel protagónico de nuestro pueblo. Niegan la aguerrida resistencia de nuestros habitantes originarios a los imperios invasores y colonizadores. Niegan la feroz lucha independentista contra el imperio español con Bolívar, Sucre y tantos héroes y heroínas populares a la cabeza.
Niegan a la Venezuela cívico-militar que dio al traste con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Y peor aún, para ellos la cuarta república bajo la égida del traidor Pacto de Punto Fijo y sus secuelas como El caracazo, el 4-F, el 27-F, no existió. Niegan, por supuesto, la victoria popular con Hugo Chávez y las transformaciones y la inclusión social de nuestro pueblo. A todo eso ellos pretenden echarle tierrita.
Ahora, la tapa del frasco es intentar con sus campañas mediáticas, de terror y odio menospreciar y ningunear el significado y la trascendencia histórica de Hugo Chávez. Con esta guerra declarada pretenden sacarlo del corazón del venezolano y para ello arremeten contra el Presidente Maduro y, peor aún, arrecian su histeria contra el pueblo Bolivariano con planes macabros al propiciar el paramilitarismo y las agresiones verbales de gobiernos extranjeros hacia Venezuela.
Así, cada vez que oímos el sádico, entreguista y vendepatria diálogo entre el magnate de la empresa Polar y el lobista R. Hausmann, sencillamente ratificamos el convencimiento de lo que ha sido el comportamiento de esta oposición manipulada, desquiciada y desesperada por ponerle la mano al poder.
Cada palabra y acto delata su nivel de locura y desenfreno por entregar el país a quien sea y al costo que sea. Para ellos, Venezuela tiene hoy el costo de unos 50 millones de dólares. Con tal irresponsabilidad y caradurismo, se atreven a negociar con el FMI y con cualquier postor que le ponga por delante. En fin, su cartilla ha sido y será vender nuestra patria al mismísimo diablo o a quien les pongan por delante el bojote de dólares. Así son de arrastraos.