Ramos Allup es un hombre inteligente. Y también marañero. Ambas cualidades le aconsejaron abandonar Valencia hace décadas, ante las razones muy férreas (cabillas y balas) que lo enfrentaban en su propio partido. En esa época, en Carabobo los Cellis, que no querían a Ramos Allup, dominaban AD (y la gobernación, y los Consejos municipales, y la Asamblea Legislativa, y los gremios profesionales y las federaciones y los sindicatos, y hasta los etcéteras). Yo me acuerdo bien, ¿tú te acuerdas?
Sabiamente, pues, Ramos Allup resolvió irse a Caracas, donde su humanidad estaba más segura y no tenía una correlación de fuerzas tan atropelladamente en contra, y explayar su carrera política en el extinto Congreso Nacional y en el otrora omnipotente CEN de AD.
Ramos Allup es adeco viejo. De allí su acento romulero. Educado, pues, en la tradición de que los dirigentes deciden y las masas siguen a los dirigentes, como asentara Betancourt en conocida carta a Leoni. Persistente tradición verticalista que implantaron tanto Rómulo como el PCV desde los años 30, y que lamentablemente la democracia directa y protagónica estampada en nuestra constitución no ha logrado mellar mucho.
Se presume que ser adeco es ser socialdemócrata. Pero esa igualdad es muy vacilante. AD nunca fue un partido socialdemócrata típico: en sus orígenes bebió más del estalinismo y del aprismo (aunque enfrentara a ambos) que de la tradición socialdemócrata, y sólo después de los 60 empezó a cobijarse con algo de seriedad bajo la socialdemocracia. Además la socialdemocracia desde los 90 es muy distinta a la de los 70, como lo demuestran un Menen, un CAP II, un Hollande, impensables como socialdemócratas en los 60. El término se tornó ambiguo, pero sirve como mantra diferenciador: hasta hace poco Ramos Allup se daba el lujo de hablar de "la derecha" para referirse a Primero Justicia: Los petimetres y lechuguinos de "la derecha" (el uso de vocablos desusados también es de raigambre romulera).
Sorprende que en la pelea por la presidencia de la Asamblea, el discurso del socialdemócrata Ramos Allup fuera excluyente y el del neoliberal Borges fuera conciliador. La línea estratégica de Ramos Allup era aglutinar a los socialdemócratas, pero como solo pudo ganarse a los adecos de UNT y a unos partiditos necesitaba a Leopoldo López para cuadrar la presidencia. La "izquierda", pues, se alía con la ultraderecha. Por su parte, Leopoldo, cuya ambición vale más que tres docenas de muertes, continúa su lucha contra PJ (con "La Salida" desbancó a Capriles) y apoya a Ramos Allup. O sea, la vieja lógica del poder de los políticos tradicionales.
Así nos explicamos la intemperancia de Ramos Allup (además de las razones de edad): paga su deuda con López.
Pero hay otra razón. El plomo en el ala de la Oposición ha sido su base, el sector de clase media histérica, el que habla del "rrrégimen" y de dictadura, dominado por el maccarthismo de los 50, el que cree con ingenuidad en una burguesía que lleva casi un siglo sin producir. Que puede llegar a la inmoralidad del profesor universitario que me dijo, el día en el que arrancó "La Salida", que ojalá se produjeran muchos muertos. La histeria de la clase media en estas situaciones es peligrosa: como se vio cuando Hitler, Franco y Pinochet. Por flirtear con ese público la Oposición se retiró una vez de las elecciones parlamentarias y aupó las desgastantes guarimbas, entre otros grandes errores. Los políticos de la Oposición le hacen el juego a su público más fanático. Aunque en su fuero interno Ramos Allup considere que son una masa de exaltados que ni saben qué es política, debe hacer política para ellos. Sobre todo porque esos sectores, desde mediados de los 80 hasta ahora, eran furibundamente antiadecos, los despreciaban. Y ahora, luego de tres décadas, la clase media se metió a adeca. Ramos Allup, muy orondo, anda por las nubes.
Y ya inmerso en las mareas de la irresponsabilidad, Ramos Allup mete al país en una insensata y riesgosa guerra de Poderes. Donde el país no tiene nada que ganar y mucho que perder. Mientras la crisis económica se profundiza. ¿A qué juega Ramos Allup?