Recuerdo con mucha claridad los anuncios, más que eso, los vaticinios catastróficos que cada cierto tiempo hacían los eméritos del IESA. Se reunían los muy doctos y con caras tremebundas, con indumentarias de enterrador, más bien de verdugos de la historia, con frases apocalípticas que llenarían de espanto al mismísimo Boris Karloff, decían que le hablaban claro al país….Señores, decía Gustavito García, quien por cierto estuvo súper ligado al gobierno de Carlos Andrés Pérez, la inflación este año de 2002 llegará a unos 5.000 %. La divisa norteamericana despegará como si estuviera montada en el Challenger y el cambió fluctuará entre 9.000 y 15.000 bolívares por dólar, si acaso se consiguiera alguno, hipótesis que García dudaba seriamente. De inmediato la clase media asustada y asustadiza como siempre, salía corriendo a reunir sus “churupos” o sus “cobres” en honor al candidato opositor, para comprar dólares a como se los pusieran. Otros adquirían carros, lavadoras, televisores, computadoras, pues, haciéndole caso a Gustavito, era mejor comprar bienes de capital y endeudarse hasta los tuétanos en virtud de la peste económica que caería como un rayo bíblico sobre Venezuela. La inflación, el cáncer de la economía nos devoraría como en la película Jurassic Park los dinosaurios se tragaban los inocentes. Pero pasaba el año y nada que la realidad justificaba los cálculos de Gustavito. Que vaina, decía el docto, se volvió a equivocar la vida. Al mes siguiente aparecía Ramón Piñango, y agarrándose la barba blanca como si le picara mucho, veía directamente a la cámara de Globovisión, y ante la presión de Leopoldo Castillo, aseveraba penosamente, como quien le da a un moribundo la extremaunción…Señores, los precios del petróleo caerán como un mango podrido, como peñonazo e´loco. La producción nacional no pasará de los 100.000 barriles diarios y el endeudamiento externo crecerá de tal manera que 150 generaciones futuras estarán embargadas, hipotecadas, arruinadas por los errores de este grupo de gobernantes ineptos. Entonces terminaba el año 2004 y la producción del crudo nacional, la muy tozuda, no descendía dejando a Ramoncito muy mal parado. El precio que nuestro torturador había adivinado en 7 dólares, alcanzaba los 70 rompiendo todo récord anterior e inundando a Venezuela de divisas. La olla en el Banco Central traspasaba los 35.000 millones de dólares. Se inauguraban escuelas, trenes, liceos, superautopistas, metros, monorrieles, se moderniza la fuerza armada, se jubilan cientos de miles de ancianos. Piñangito, un poco tristón el hombre, salía diciendo que la maldita economía venezolana estaba empeñada en dejar mal parado al IESA que nunca se había equivocado y que en todo caso, este crecimiento real de más de 4 años consecutivos, y más de 5% cada período, era fortuito, absolutamente aleatorio y para nada sistemático. Pasado el turno de Piñango, aparecía Pedro Palma, ligado a las empresas más poderosas del país, con una voz ronca de locutor amanecido y con un trajecito bien bonito, bien cortadito, de esos que tiene una etiqueta que dice “ique” Armani (3.000 USA $, es decir, unos 9 millones de bolívares) al cierre de una de las reuniones regulares de Venacham (Cámara de negocios de Venezuela y Estados Unidos, na´guará) acompañado de Hugo Faría y José Manuel Puente, quienes juntos, como en un orfeón, cantaban…Señores, este año, la producción agrícola y pecuaria bajará a niveles despreciables, el maíz, la papa, el azúcar, el merey, la leche, el mango, la yuca, el batido de níspero y la melcocha desaparecerán de los estantes, los pollos se agotarán y los pocos que quedan con seguridad se suicidaran en forma colectiva, así, que prepárense para un ciclo de hambre y miseria. Dios nos coja confesados. Entonces venía el Chávez ese, que si con Mercal, que si con Fondefa, que si con Funden, y nuevamente la empecinada realidad les daba con aquel pedazo del organismo en plena cara, en los cachetes. Cáspita, sucedió que los amigos del IESA en virtud que la vida no les obedecía, ni las 7 plagas de Egipto terminaban por cuajar, adoptaron la mejor política, quedarse callados sin anunciar ningún cataclismo económico. De igual manera los alados seres de SUMATE están calladitos. Por cierto, me enteré que están esperando una buena remesa de dólares para reactivarse. Mientras tanto se divierten gastando en cócteles y te canastas, los últimos recursos que le quedaban de la última ayuda “desprendida” del Dios del Norte. Por cierto le apostaron una platica a Guatemala.
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