"Con la fuerza de la verdad, que es la fuerza más grande, junto al amor, la dignidad y la moral, venceremos los atropellos imperiales".
Hugo Rafael Chávez Frías
(7 de marzo de 2006)
Pudiéramos pensar que ha llegado el fin de la historia para un líder sacado de la copa del sombrero de un payaso de circo, como lo es el "autoproclamado" Juan Guaidó, quien ahora pareciera estar a las puertas o al final de su alborada, tal como dice la canción de Héctor Lavoe: "Todo Tiene Su Final".
Luego de haberse dado a conocer y lanzado a la palestra pública en varios episodios; primero, como lugarteniente del líder de VP Leopoldo López y luego, en los actos de violencia de las "guarimbas" del año 2014 donde llegó a mostrar hasta sus nalgas al público, como epitafio de su trayectoria política que ha ido de fracaso en fracaso.
La proyección del falso líder a nivel internacional fue gracias a la tutela del Presidente norteamericano Donald Trump, quien convirtió a Juan Guaidó, de inmediato, en una bendición para la oposición pero también, en un símbolo de traición y de entrega de nuestro país a las trasnacionales, por lo cual merece un justo castigo de la justicia venezolana.
A su alrededor, desde la misma Asamblea Nacional en desacato, se le sumaron los más violentos e intransigentes representantes de la oposición, quienes mostraron abiertamente su desesperada inclinación y vocación por el robo, así como por la entrega de los bienes y propiedades de nuestro país. (Caso Citgo-Cristalex)
La acumulación de errores y componendas descaradas con intereses ajenos a nuestra nación lo fueron enredando en su propio fango; cosa que pensamos ha sido la estrategia del Gobierno del Presidente Nicolás Maduro, al no condenarlo - desde las primeras de cambio - por su reiterada violación a la Constitución Bolivariana.
En los últimos días el triste papel de Juan Guaidó se ha visto cada vez más desnudo ante la opinión pública nacional e internacional, porque se ha mostrado en real "conchupancia" con los más nefastos intereses colombianos, representados por el paramilitarismo y el narcotráfico.
La desesperación de la degenerada y corrupta oposición venezolana unida a la oligarquía colombiana representada por el Gobierno de Iván Duque, el hijo putativo de Álvaro Uribe Vélez, ha mostrado su verdadera cara en el "presidente impostor" y traidor de la Patria de Bolívar.
Ya no sólo es un aliado de la peor mafia de la América Latina representada por el "Cartel de Lima", sino que pudimos ver su comparsa con los presidentes de Colombia Iván Duque, el de Chile Sebastián Piñera y el del Paraguay Mario Abdo Benítez en su fracasado intento de febrero, cuando la fallida ayuda humanitaria que montaron desde el Puente Las Tienditas, en la frontera con la vecina Colombia.
Todo el show montado en la frontera con música y todo, fue un fracaso. El show se cayó ante las incuestionables imágenes de Tele Sur, donde quedó desenmascarado el "falso positivo" y la vergüenza de un complot contra el Estado venezolano.
La maraña y la traición había sido antecedida por un magnicidio frustrado e intento de golpe de Estado con drones traídos desde Colombia (Avenida Bolívar 4 de agosto) y con cambures y ametralladoras (Leopoldo y Guaidó) desde un elevado frente al aeropuerto de La Carlota (30 de abril).
Los antecedentes son por demás demoledores y la suma de las acciones de "Juanito Alimaña" ya rallan en el terrorismo, con hechos que trascienden a unas fotos con paramilitares colombianos como "Los Rastrojos", quienes condujeron al impostor a las cita fronteriza de "ataques fallidos", con presidentes títeres y cipayos en América Latina del imperio norteamericano (Cartel de Lima).
Estamos a las puertas de una nueva coyuntura política que alberga una esperanza de paz para el pueblo venezolano. La apertura de un nuevo Diálogo Nacional que supere los fracasos anteriores, esta vez tiene a nuevos protagonistas de la oposición moderada, de quienes esperamos se deslinden de los violentos y traidores, los cuales deben ubicarse en el lugar que les corresponde; es decir, la cárcel.
La colombianización que ha buscado el imperio norteamericano para la política venezolana y de todo el continente, no es más que el símbolo de un imperio decadente aplaudido por sus perritos falderos y piti- yanquis, quienes han asesinado en Colombia, en los últimos meses, más de 760 líderes sociales y ex guerrilleros.
Un nuevo capítulo pareciera abrirse en el escenario de la política venezolana. Los nuevos protagonistas de la oposición - no son tan santos - pero por su deslinde contra la invasión extranjera y contra el despojo del Esequivo, el saqueo de nuestras riquezas naturales (petróleo, minerales estratégicos, agua y riquezas naturales) ya son de por sí, una buena señal que nos aleja de los "falsos positivos" como Juan Guaidó.
¡Amanecerá y veremos!