Una de las formas que está asumiendo un sector de oposición es la que ellos denominan "Lucha no violenta", copiando la receta de Otpor y las experiencias balcánicas, con las manitas blancas levantadas como en símbolo de paz y de resistencia pacífica (¿a qué?) y tratando de utilizar a los estudiantes (si es que les van a quitar las vacaciones merecidas de este verano).
La parte que parece olvidarse es que quienes estamos luchando de manera no violenta somos los que apoyamos al gobierno del Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, Ciudadano Teniente Coronel en situación de retiro Hugo Rafael Chávez Frías, el presidente de todos los venezolanos y líder indiscutible del movimiento de emancipación latinoamericana.
Los sectores violentos de la oposición de derechas han masacrado, como lo hacían antes, a nuestros líderes campesinos, y ahora hay serias sospechas sobre las extrañas muertes de Arquímides Franco y Yanis Chimara. Los dos atentados a Braulio Jatar, el abominable atentado y asesinato al fiscal Danilo Anderson son otras muestras más, al igual que los atentados con bombas a oficinas de gobiernos extranjeros en Caracas, la marcha violenta del alcalde terrorista Leopoldo López contra la sede donde se realizaba la cumbre de los 15 (año 2004), las guarimbas... y antes, el golpe fratricida contra un gobierno legítimo, asesinando a personas de ambos bandos para crear la crispación y confusión necesaria para asestar la puñalada traidora, y luego el silencio mediático y cómplice. Y luego el paro criminal donde los delincuentes que sobrepoblaban PDVSA sometieron a la población venezolana a la zozobra, le ocasionaron daños patrimoniales al país por más de trecemil millones de dólares, causaron muertes y lesiones y atacaron a los más indefensos e inocentes, nuestros niños, privándolos del derecho a la educación y del derecho a disfrutar la Navidad.
Pero los patriotas aguantamos, porque en eso es que somos mejores: somos el ejemplo vivo de la lucha no violenta. Aguantamos todas las provocaciones, los intentos de desestabilizar el gobierno, las arremetidas de los fanáticos que nos querían llevar a la guerra civil, y resolvimos con la paz de los eventos referendarios y electorales nuestro proceso una y otra y otra vez. Y obviamente obtuvimos victorias contundentes, PORQUE TENEMOS LA RAZÓN.
Esa es una realidad que está a la vista de todos, fresca y reciente. Ese es un ejemplo inocultable del éxito de la lucha no violenta, una lucha que se hace cuando se tiene la convicción profundamente madurada de la necesidad de la paz para resolver en paz los problemas y necesidades de nuestro pueblo, un pueblo que somos todos.
Queda latente el sentimiento de injusticia por tanta vagabundería impune, la necesidad de que los que hayan cometido los delitos antes mencionados sean juzgados y encarcelados para purgar sus penas. Hasta a eso hemos llegado en nuestra lucha no violenta, a ser indulgentes con los criminales que cometieron sabotajes en la empresa petrolera, a los homicidas frustrados que asediaron la embajada de Cuba y vandalizaron sus propiedades, a los guarimberos fanátizados e idiotizados por los medios.
La no violencia se hace presente en la tolerancia hacia las maquinaciones perversas de los medios empeñados en satanizar al gobierno y a las mayorías populares que lo apoyan, en la paciencia que demuestra el pueblo cada vez que los sectores que controlan las redes de distribución de alimentos y otros servicios se cartelizan para someter a los ciudadanos a privaciones y tribulaciones innecesarias.
Es que somos alegría, es que somos mayoría, y hemos despertado a un nuevo amanecer en la historia venezolana, retomando a Bolívar como símbolo de la emancipación y la lucha contra el imperialismo, cuyos tentáculos se nos han metido en la forma de un modelo consumista y materialista que nos toca combatir desde la humildad de lo esencial.
Esta revolución encarna la lucha pacífica y no violenta desde el momento en que tomó la opción del voto para llegar al gobierno, y no barrió de cuajo con la estructura carcomida del estado ineficiente que aún seguimos cargando mientras se preparan los cuadros y las estructuras nuevas que serán el estado del futuro, un estado que estamos y seguiremos construyendo en paz, libres de violencia y llenos de amor al prójimo.
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