A lo que algunos filósofos de la paz y la succión digital llaman el respeto al otro, la siquitrillada pluralidad, yo la llamo sin eufemismos de ninguna especie el respeto al mezquino, el respeto al egoísta, el respeto a la ignorancia, ignorancia de la supina: La que procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse.
Llamarlos sifrinos también es un eufemismo. Quizás se podría colaborar a que ellos asuman su barranco llamándolos mezquinos, egoísta, ignorantes. Alguien tiene que llevarle esta carta a tanto "García" que habita el planeta, y va apestando a la tierra.
Y ese barranco tiene que ser asumido por esta gentecita encuéntrese donde se encuentre y sean amigos de quien sean. De otra forma no se avanza. Cuando cada quien sepa quien es realmente, y no quien es virtualmente, o es propagandísticamente, o es convenientemente, entonces es que podemos decir que estamos en Revolución. La Revolución es claridad y no del tipo al que puede pasársele suiche o darle un palo a la lámpara.
A mi me ladilla profundamente tener que escribir con un asterisco en todos los párrafos. Un asterisco que hace un llamado a una nota de pie de pagina: "* Con excepción de Fulanito de Tal que es un amiguito pequeño-burgués de la clase media alta pero que está taaan problematizado que tenemos que darle el beneficio de la duda". Es una verdadera ladilla tener que llenar cualquier escrito revolucionario con asteriscos de este tipo, para quedar bien con la malcriadez propia de la clase media, con el engreimiento de la gente que se siente especial, con la auto evaluación complaciente.
Y si no ponemos el asterisco entonces tenemos que calarnos los argumentos más webones, tontos, egoístas, mezquinos y supinamente ignorantes que le son propios a esa clase social que, encuéntrese donde se encuentre, en la contra o en la pro, es el segundo verdadero obstáculo a la Revolución. Nunca se olviden de John Negroponte y lo que el representa.
Todo tiene que llevar asteriscos para que la clase media no sabotee con sus opiniones basadas únicamente en su putas vidas y biografías, cualquier discusión que nos lleve a reflexionar sobre lo verdaderamente importante. No vale decir que millones de personas nunca han oído el ring de un teléfono. Para ellos, robots que estarán siempre perdidos en el espacio, es algo "no computable". No vale que Newton se inspirara en la caída de una manzana para organizar ideas acerca de la gravitación porque siempre habrá quien diga que nunca ha visto caer una pera de un viejo olmo. No vale decir que los curas son pederastas en acción o en potencia, porque siempre habrá el que tenga de primo a un cura que solo coge monjas. No vale decir, como dijo Vale MC, que la educación privada y religiosa, es enemiga de número -por Academia, digo...- de todo proceso revolucionario porque siempre, siempre habrá quien diga que no es del todo verdad porque "mi experiencia es que...".
Entonces tiene que decirlo la presidenta de Argentina, quien de dedicó un largo tiempo a explicar en su discurso inaugural que la educación pública, y los altos niveles de calidad que de ella emanan, son obra de gobiernos progresistas y pueblo trabajando en conjunto. Lo dice ella que es producto de esa educación pública. Lo dice en representación de un pueblo que -le guste o no a los peronistas- surgió de las cenizas del grosero latifundismo gracias a lo que aprendió Perón del movimiento socialista y obrero de Europa, pero por sobre todas las cosas gracias a que esa política social la implementó con la radicalidad necesaria una proletaria, que no olvido su condición de mujer de pueblo.
El único eje sobre el que rota este planeta que tenemos por mala leche que compartir con la clase-media alta, la más mezquina y engreída de todas, es uno imaginario y que va de polo a polo. No hay otro.
Achatando por el Ecuador, que algo queda...
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