El zoológico de Caricuao y la muerte de Ruperta

Lamentable la noticia de la muerte de Ruperta una elefante Africana, que se convertía en la primera atracción de grandes y pequeños en el zoológico de Caricuao. Se vienen a mi mente parte de ejercicio gerencial que asumí como director de este sitio, una labor con un alto sentido de responsabilidad y sentimiento de pertenencia a cuanto representaba la fauna endémica y exótica que contenía cada una de las exhibiciones. En su conjunto el zoológico de Caricuao fue diseñado por los arquitectos paisajísticos Eduardo Robles Piquer y Pedro Vallone, quienes recogieron una visión moderna para este lugar, con un alto contenido pedagógico y de preservación de algunas de las muchas especies en extinción, fue proyectado con siete ambientes temáticos: bosque de los monos, laguna de avifauna, planicie africana (elefantes, hipopótamos, avestruces, venados y búfalos), planicie suramericana (báquiros, llamas, caballos, guanacos, zorros y dantas), zona de anillos (caimanes, babas, tortugas y morrocoyes), zona de felinos (leones, cunaguaros, pumas, jaguares y tigres de Bengala) y zona de contacto (ovejas, chivos, patos). En mi ejercicio gerencial bajo el apoyo del Vice Ministro Alex Cegarra y Juan Carlos Velásquez como Presidente de INPARQUES, se lograron avanzar en muchos planes de rescate de la infraestructura e incorporación de nuevas especies como hipopótamo, bisontes, jaguar, avestruces, entre otros; a través, de la figura de intercambio con zoológicos nacionales (Barquisimeto y Maracaibo), bajo la estricta supervisión de la Fundación de Zoológicos y Acuarios de Venezuela, quien tenía como director para ese momento al reconocido veterinario Alexander Blanco. Se logró avanzar en la firma de un convenio internacional con la República de Cuba para traer a Venezuela unas especies de cebras, jirafas y otros tipos de especies de animales exóticos, llegando incluso a fabricar las cajas para su transportación.

Se puede decir que se avanzó en una idea de rescate del espacio faunístico, con una visión holística de los recursos y talentos que hacían vida en el zoológico, se inició un proceso de autogestión en la recuperación de áreas y exhibiciones por parte del cuerpo de cuidadores, personal obrero, veterinarios, biólogos, técnico, personal administrativo y de vigilancia. Fue la suma de voluntades las que asentaron las bases para un cambio de visión, hubo participación de la comunidad de Caricuao. Se logró demostrar que cuando se quiere hacer las cosas se hacen.

Dentro de las contingencias presentadas, puedo recordar las dos veces que Ruperta genero alerta en el personal al acostarse y no saber pararse, este es una práctica que se logra aprender en su medio natural, con la ayuda de su madre y su manada. El tema está en que ella fue traída a muy temprana edad con su hermana Margarita (la cual esta enterrada en el mismo zoológico) y no pudieron aprenderlo en su hábitat, la emergencia se da por la presión que ejerce el peso de algunos órganos sobre otros, que podían llevarla a la muerte. Había que actuar muy rápido para salvaguardar la vida de Ruperta. A partir de este momento se trasladaba expertos del FUNZAP, veterinarios voluntarios con conocimiento en fauna silvestre, bomberos de IMPARQUE y la ayuda de las grúas del metro de caracas para poder levantarla; pero lo más impresionante era ver a los cuidadores luchar de manera desenfrenada para salvarle la vida a quien era y fue la consentida del zoológico. En una de esas dos oportunidades presencie a uno de su cuidador llorando al lado de ella, estimulándola para que se levantara, como quizás le llora un padre a un hijo para que colabore en su recuperación. Todas estas cosas la viví y por eso hoy me embarga una gran tristeza de saber que un espacio tan importante como el zoológico de Caricuao, se ha venido desmejorando, no por su personal, el cual estoy seguro que mantienen ese espíritu de cuerpo de trabajo intacto. Cuidar de estos animales es un arte que supone un compromiso sincero y quienes trabajaron bajo mi responsabilidad siempre me dieron fe de esto. Cabe una reflexión necesaria tras la muerte de Ruperta, que nos invita a sincerar sobre la capacidad de poder mantener estos espacios de manera óptima, con gran efectividad en términos de eficiencia y eficacia. Hoy la comunidad de Caricuao llora la triste partida de su elefante Ruperta y quienes las conocimos y logramos tocar su piel nos queda el recuerdo vivo que jamás se podrá olvidar.



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Joselino Serrano


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