Octubre 29 de 2016.-Hemos entrado en una “nueva era climática”. Es la conclusión principal de la Organización Mundial de la Meteorología (OMM), que en su informe anual publicado este lunes ha revelado que en 2015, por primera vez en la historia, la cantidad media de CO2 acumulado en la atmósfera ha superado la barrera simbólica de las 400 partes por millón.
Este límite se había superado ya en algunos lugares concretos del planeta durante el periodo de algunos meses (la concentración de CO2 sube o baja en función de las estaciones), pero nunca antes se había mantenido como media durante un año entero y para la totalidad del globo. De ahí su relevancia.
La concentración atmosférica de CO2 es la principal razón del aumento de la temperatura global. Aunque las 400 ppm es una cifra en principio simbólica, resulta significativa porque acerca a La Tierra a los niveles de colapso. Según explica Javier Andaluz, experto en cambio climático, si se superase la barrera de los 450 ppm supondría un aumento de la temperatura media global por encima de los 2 grados centígrados, es decir, el límite considerado por la comunidad científica como de “riesgo” para unos impactos severos e impredecibles sobre las sociedades y ecosistemas (pérdida de especies, sequías, hambrunas, subida del nivel del mar, nuevas enfermedades, etc.)
El informe de la OMM, con datos de la estación de medición de Manua Loa, en Hawaii, advierte además de que la barrera de los 400, alcanzada en gran parte por el fenómeno meteorológico de El Niño, se mantendrá durante todo 2016 y no descenderá en muchas generaciones.
El dióxido de carbono es el gas que más contribuye al calentamiento global. Pero no todo el CO2 que se emite (por causas naturales y por la quema de combustibles fósiles derivada de la acción humana), se acumula en la atmósfera. Aproximadamente un cuarto es absorbido por los océanos y otro cuarto por el resto de sistemas de la biosfera, especialmente la vegetación. Esto supone una barrera natural importante para que alrededor de la mitad de las emisiones no llegue a concentrarse en la atmósfera. El problema, advierte la OMM, es que actualmente estos sistemas de absorción de CO2 “se están saturando”.
“Según estamos comprobando año a año por los niveles de acidificación, la capacidad de los océanos para absorber CO2 es cada vez menor, lo que quiere decir que hay más CO2 que termina en la atmósfera. Cuanto más dióxido de carbono se concentre en la atmósfera, más rápido es el proceso de calentamiento. Por eso hablamos de aceleración del cambio climático”, señala Andaluz.
Actualmente se emite mucho más CO2 de lo que La Tierra es capaz de gestionar, puesto que este gas tarda miles de años en desaparecer. Para llegar a un equilibrio sostenible entre lo que se emite, lo que absorbe la biosfera y lo que permanece en la atmósfera, la concentración no debería superar los niveles preindustriales, 278 ppm. “Hasta que no lleguemos a un nivel de emisiones negativas la concentración de CO2 no va a descender”, asegura Andaluz.
Además del CO2, hay otros gases de efecto invernadero de larga duración que también están contribuyendo al calentamiento global de manera considerable. Según el informe de la OMM, todos ellos han seguido aumentando su concentración en la atmósfera durante el último año. El metano es un 256% superior a los niveles preindustriales y el óxido de nitrógeno un 121%.
La Organización Mundial de la Meteorología reconoce la importancia del último acuerdo de Kigali firmado hace varias semanas para reducir las emisiones de hidrofluorocarbonos, un potente gas de efecto invernadero de corta duración. Sin embargo, advierte: “el verdadero elefante en la habitación es el dióxido de carbono”, señala el secretario general de la OMM, Petteri Taalas. “Sin atajar las emisiones de CO2 no podemos atajar el cambio climático ni mantener un incremento de la temperatura global por debajo de los 2 grados”, sentencia.