La interrogante viene al caso partiendo de la debacle participativa que se dio en la elecciones de Gobernadores y Alcaldes en contraste con el desborde bolivariano que colapsó los centros electorales durante el Referendo Presidencial. Es que acaso, señor Presidente, vamos a permitir que se profundice la reciente debacle debido a los “calculados métodos partidarios” que confiscan el protagonismo sano y no estimulan la participación activa del grueso del pueblo bolivariano. Cuál es el objetivo político del proceso electoral más cercano a las comunidades (Parroquias y Concejos Municipales). Será que aspiramos a una próxima elección preñada de famélica participación, porque pareciera que se estuviera inseminando este proceso electoral importantísimo para conducirlo a eso. O será que el gran objetivo es derrotar la abstención, lo cual implica hacer revoluciones en los partidos del cambio, y también en los métodos, para que sus dirigentes verdaderamente ayuden en las transformaciones y sean capaces de entender que la tarea esencial es abrirle una descomunal autopista de Participación y Protagonismo al Pueblo, en nuestro caso, al heroico Pueblo Bolivariano: el gran soberano de los cambios.
El carácter tan local de estas elecciones obliga, si somos responsables, a que el candidato sea legitimado y esté muy cercano a las comunidades de las Parroquias. Esta simple razón indica que el método de las Primarias debe ser tan amplio, unitario y democrático que permita la participación de cualquier bolivariano, el cual debe ser postulado con un mínimo de firmas en base a un Registro Electoral Bolivariano. Esto garantizaría la más extensa participación en la escogencia del mejor luchador de la Parroquia o del Municipio y contribuiría a revertir la histórica tendencia abstencionista en las elecciones locales: objetivo político de una dirección que no puede permitir el sacrificio de la participación y el protagonismo de las bases a cambio de una victoria pírrica e ilegitima.
De nuevo el proceso revolucionario coloca a los partidos del cambio, llámese Comando de la Revolución, Ayacucho o Maisanta, en el trance de elegir entre lo nuevo y lo viejo. Así de simple se sintetiza la lógica de todo proceso revolucionario, ni siquiera el novedoso método de D’Hont sirve para suplantar lo que debe ser una decisión política de carácter revolucionaria. Decisión importantísima que puede llevarnos a la necesaria constitución del Bloque Histórico de la Revolución y a desatar por las bases el relanzamiento del Proceso Constituyente de los Trabajadores y el Pueblo en su lucha contra lo viejo, contra la deformante lógica partidaria, contra todo lo constituido, en la inmensa tarea de colocarnos mucho más allá del presente y del deshumanizante capitalismo.