La organización del trabajo comunal

“Los señores de la tierra y los señores del capital se servirán siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos. Bien lejos de impulsar la emancipación de la clase trabajadora, continuarán oponiendo los mayores obstáculos posibles. La conquista del poder político es, en consecuencia, el primer deber de la clase obrera…”

La libertad y el trabajo son la base de la moral, de la fuerza, de la vida y de la riqueza del porvenir. Más el trabajo, si no está libremente organizado, se vuelve opresivo e improductivo para el trabajador, y por eso la organización del trabajo es la condición indispensable de la verdadera y completa emancipación de la clase trabajadora.

Sin embargo, el trabajo no puede ejercerse libremente sin la posesión de las materias primas y de todo el capital social necesario y no puede organizarse si el obrero, emancipándose de la tiranía política y económica, no conquista el derecho de desarrollarse completamente dentro de todas sus facultades. Todo Estado, es decir, todo gobierno y toda administración de las masas populares, de arriba abajo, estando necesariamente fundado en el burocratismo, en los ejércitos, en el espionaje, en el clero, nunca podrá establecer la sociedad organizada sobre el trabajo y la justicia social, ya que por la naturaleza misma de su organismo está empujado fatalmente a oprimir y a negar ésta.

En efecto, en varios lugares se ha intentado organizar el trabajo para mejorar la producción y la condición del trabajador, pero la menor mejora pronto ha sido absorbida por la clase privilegiada que intenta, continuamente, sin freno y sin límite, explotar a la clase trabajadora. Sin embargo, la ventaja de esta organización es tal que, hasta el estado de cosas actual, no se podría renunciar a ella. Ella hace fraternizar cada vez más el obrero en la comunidad de intereses, le acostumbra a la vida colectiva, le prepara para la lucha suprema. Aún más, la organización libre y espontánea del trabajo es la que debe substituir al organismo privilegiado y autoritario del Estado burgués, una vez establecida la garantía permanente del mantenimiento del organismo económico contra el organismo de la burguesía.

Por consiguiente, dejando a la práctica de la Revolución Bolivariana los detalles de la organización positiva, entendemos organizar y solidarizar la resistencia en gran escala. La huelga es para nosotros un medio precioso de lucha, pero no tenemos ninguna ilusión en sus resultados económicos. La aceptamos como un producto del antagonismo entre el trabajo y el capital, teniendo necesariamente como consecuencia hacer que los trabajadores sean cada vez más conscientes del abismo que existe entre la burguesía y el obrero, de fortificar la organización de los trabajadores y de preparar, por el hecho de las simples luchas económicas, a los obreros para la gran lucha revolucionaria y definitiva, la cual, destruyendo todo privilegio y toda distinción de clase, dará a los trabajadores el derecho de gozar del producto integro de su trabajo y, con eso, los medios de desarrollar dentro de la colectividad toda su fuerza intelectual, material y moral.

—El trabajador nunca podrá emanciparse de la opresión secular de los explotadores si no sustituye a ese cuerpo absorbente y desmoralizador, por la libre asociación de todos los grupos productores fundado en la solidaridad y la igualdad.

¡Ahora y Siempre –con– Chávez!

¡Hasta la victoria siempre!


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Manuel Taibo


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