Rescatando la Memoria Histórica Revolucionaria

José Gregorio Hernández, el científico revolucionario

Los santos son hombres o mujeres distinguidos en las sociedades por su particular elevación ética. Se trata de personas destacadas por sus virtudes y son como modelos capaces de mostrar a los demás un camino ejemplar de perfección. Es una persona cercana al Amor Universal.
Un científico es aquella persona que participa o realiza una actividad sistemática para adquirir nuevos conocimientos, es decir, que practica la investigación científica, utilizando el método científico.
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ fue un científico que profesionalmente practicaba la medicina y que intenta mantener y recuperar la salud humana mediante el estudio, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad o lesión de sus pacientes. Humanamente fue una persona de una ética y moral inquebrantable, con un gran sentido de la solidaridad hacia todos sus semejantes, en especial con los más necesitados. Es su legado, digno ejemplo de seguir por todos, sin caer en el fanatismo que nos aleja de la realidad y nos impide verlo como el humano que fue.

José Gregorio nació en Isnotú, localidad ubicada en el estado de Trujillo en Venezuela, siendo el primero de seis hermanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla, de ascendencia colombiana y española canaria respectivamente. Toda su infancia la vivió en su pueblo natal, con una posición económica familiar bastante elevada para el momento.

A los trece años de edad, José Gregorio se traslada a la ciudad de Caracas para realizar el bachillerato y luego estudiar medicina. Luego de graduarse, en 1888, el Gobierno de Venezuela le otorga una beca que le permite viajar a París, con el objetivo de profundizar su conocimiento en áreas más aplicadas de la medicina.

José Gregorio profundiza en las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología y Fisiología Experimental, entre otras. Terminados sus estudios en esa ciudad, solicita permiso y se traslada a Berlín para estudiar histología y anatomía patológica y seguir un nuevo curso de bacteriología.

Culminados sus estudios, Hernández regresa a Venezuela, en 1891,  a fin de ingresar como profesor en la Universidad Central de Venezuela en Caracas; además, aprovecha para traer valiosos equipos médicos al Hospital Vargas. A él se debe la introducción del microscopio en Venezuela, del que además enseñó su uso y manejo, como también introdujo otros muchos instrumentos científicos.

Comienza su actividad como docente en las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología, de la Universidad Central de Venezuela (UCV), siendo el fundador de ambas. Fue  profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica, fundador de la cátedra de Bacteriología, la primera de esta disciplina que se fundó en América, y la primera persona en Venezuela en publicar un trabajo de dicha disciplina.

Es considerado el impulsor y pionero de la verdadera docencia científica y pedagógica en Venezuela, basada en lecciones explicativas, con observación de los fenómenos vitales, la experimentación sistematizada, prácticas de vivisección y pruebas de laboratorio. Por otra parte, es destacada su faceta como fisiólogo y biólogo, conociendo a fondo la física, la química y las matemáticas, ciencias básicas y trípode fundamental sobre la que reposa toda la dinámica animal.

Era conocido como un profesor culto (hablaba español, francés, alemán, inglés, italiano, portugués, dominaba el latín, era músico, filósofo y poseía profundos conocimientos de teología), exigente y se caracterizaba por la puntualidad en el cumplimiento de sus deberes profesorales. Es autor de trece ensayos científicos sobre diversas disciplinas, ampliamente reconocidos por la Academia Nacional de la Medicina, de la cual fue fundador.

Su sensibilidad y amor por los más necesitados, especialmente los pobres a quienes sirvió, dando lo mejor de si, sin importar altas horas de la noche o condiciones climáticas adversas, fue por lo que se ha ganado el amor de todo un pueblo.

Muere atropellado por un automóvil, el 29 de junio de 1919, y fue enterrado en la Iglesia de la Virgen de la Candelaria, en la Parroquia Candelaria en Caracas.

Rescatando la Memoria Histórica Revolucionaria.

Desde Venezuela, Tierra de Libertadores, a 521 años del inicio de la Resistencia antiimperialista en América, y a 203 años del inicio de Nuestra Independencia,

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