El sábado 13 de junio, aún con mucho que dar, se fue de esta tierra el poeta, cantautor, que mejor ha retratado la realidad de los pueblos de América Abya Yala. Otilio Galíndez. De seguro, uno de los compositores cuya letras se reconocen en cualquier voz. Pues sucede que a veces, sabemos quien popularizó una canción. Pero no quien la compuso. Con Otilio eso apenas pasa, porque es tal la sencilla profundidad de sus letras que al escucharlas cantadas, la gente pregunta ¿Quién compuso algo tan genial? Y a fuerza de decirlo, bien sabe el mundo que fue Otilio.
Creemos que Otilio se cuela en la vida de uno desde temprano. Con canciones de amor como
“Caramba mi amor caramba
lo bello que hubiera sido
si tanto como yo te quise
así me hubiera querido”
Que uno en su adolescencia esta convencido que no puede haber alma que se resista a tan profunda comparación y reto. Pero Otilio, está en nuestras vidas desde mucho antes, cuando apenas abríamos los ojos. En la voz susurrante de mamá que nos arrulla con
“Duerme mi tripón
vamos a engañar la lechuza
y engañar al coco
que ya no asusta”
Otilio enseñando a las madres a echar por tierra los falsos temores, para darnos una noche feliz. Y señalando caminos bonitos para la vida, desde que estamos pequeños.
“Abrirá tus ojos
la luz del alba
y te enseñará
ríos y caminos
y la montaña”.
Y luego registrando esos sentimientos que nos aferran a la tierra, nos conectan con lo local, con lo nacional, con la naturaleza que es compañera eterna y sabia cual dios. Aconsejándonos “Ahora” a jugar con los charquitos de agua que deja la lluvia, oír a los turpiales
“Mañana que vas llegando
rayito de sol que siento
llévame por la sabana
llévame sabana adentro
mañana que vas llegando
rayito de sol que siento”
Otilio en la voz de los coros universitarios, parroquiales, serenateros. Cantado embellecedoramente por Lilia Vera, por Simón Díaz, Los Cuñaos, por quienes sencillamente llevan sus letras y melodías como parte de ellos, de nosotros.
Fue el quien un día dibujo con su poesía la realidad de los Pueblos Tristes de América, de seguro con la esperanza de que la luz del alba enseñara el camino para salir de esa angustia que es pobreza.
“Qué piensa la muchacha que pila y pila,
qué piensa el hombre torvo junto a la vieja,
qué dicen campanas de la capilla
en sus notas, qué tristes, parecen quejas”
“En el fondo hay un santo de a medio peso,
una vela que muere en aceite sucio.
Más allá, viene un perro que es puro hueso
con ladridos del hambre que Dios le puso”
Allí está toda la América pueblo a pueblo, aún peleando. Con sus historias, con sus penas, con sus lágrimas, como reza nostálgico el inmortal coro, que en este momento canta en la mente de todos los que leen o escuchan este AL FILO 101, dedicado al inmortal retratista del alma de nuestros pueblos. Vive por siempre Otilio Galíndez. VOY QUE CORTO.
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