Tengo varios años que no veo ni hablo con el General García Carneiro, el mismo tiempo que no visito a Vargas. Carneiro es uno de los próceres de la Revolución Bolivariana de Venezuela y un activo moral poderoso del Proceso. Bajo su gobierno Vargas marcha por el rumbo del progreso y hacía nuevos derroteros, especialmente por la senda del turismo.
Desde un principio Carneiro denotó que la autoestima del varguense estaba por el suelo. Los servicios eran pésimos y la región costera era un vertedero de desperdicios y escombros. Además nunca en Vargas los distintos órganos del Poder Ejecutivo, tanto Nacional como Regional, articulaban sus actividades; cada institución marchaba de manera individual; nunca en función de un Gobierno Único, y en atención a los verdaderos intereses del pueblo que es el deber ser.
Recuerdo la primera vez, en tiempo de trabajo electoral, que recorrimos la vía Punta Gorda-Mare abajo. Una destartala carretera a orillas del mar rodeada por un cinturón de ranchos y casas a medio dar, la mayoría de ellas con fachadas con años sin recibir una lágrima de pintura. “Tanta miseria a la orilla de tan extraordinario recurso turístico. Cuando asuma la Gobernación de Vargas voy construir una autopista y varios complejos habitacionales”, expreso Carneiro. Y lo hizo. Alcancé a ver la primera etapa de esa autopista y el planteamiento de los primeros apartamentos. De verdad. Carneiro transformó a Vargas. Le ha echado un camión de bolas con chuto y todo.
Pero sin dudas. Una labor titánica del Gobernador Carneiro es el rescate y recuperación de más de 2.000 personas en situación de calle por drogadicción y alcoholismo, a los cuales enroló en el programa de saneamiento y embellecimiento de fachadas y de los espacios públicos.
No tengo a manos las estadísticas de su obra. Mas sin embargo puedo informarles sobre la batería de modernas y funcionales paradas de transporte colectivos que construyó y que sustituyeron a las incómodas, inhóspitas y antiguas paradas de La Guaira.
Recuerdo también, en tiempo de trabajo electoral, como Carneiro candidato a la gobernación de Vargas, ordenó la recolección y disposición final de toneladas de desperdicios y escombros vertidos en todo El Litoral y que se habían convertido en una cordillera que impedía a propios y extraños a disfrutar de tan extraordinario paisaje marino.
Carneiro siempre ha dicho que la mayoría de los mejores terrenos de Vargas eran subutilizados como estacionamiento de transporte pesado mientras que los excluidos se vieron obligados a autoconstruir sus viviendas usando rudimentarios artificios de albañilería y sin ninguna fundamentación arquitectónicas en terrenos de alto riesgo. Carneiro suele decir que con todos los terrenos destinados como estacionamiento de gandolas se pueden construir tantas casas como ranchos hay en los cerros de Vargas.
Se pueden inventar falacias sobre Carneiro. Pero no le pueden ningunear el camión de bolas que le ha echado para hacer de Vargas un lugar “vivible.