Mil veces más letal que la “Revientaguesos” – así llamaba mi abuela Fabiana lo que ahora llaman Chikungunya - , es el afán del vivián venezolano por el dinero fácil. Bastó que recomendaran el Acetaminofen para combatir ese mal para que los buhoneros lo incluyeran dentro de sus rubros acaparados y vendieran hasta con un 300% por encima de su precio real.
En un santiamén volaron las cajitas de los anaqueles de las farmacias y “aterrizaron” en las tarantines callejeros; tanto que los tarantines parecían las propias boticas callejeras tendidas sobre esteras en aceras y esquinas de calles y avenidas. Y todo por culpa de los distribuidores irresponsables, que por partir la cochina y por la falta de récipes, se las vendían “a granel a sus compinches buhoneros”. Pese a que siento respeto por los buhoneros no me calo su enfermizo bachaqueo con los productos de precios regulados de la dieta básica y de los medicamentos.
Vamos a estar claros. Ese afán consumista sembrada en el coco del venezolano por una perversa, feroz, sistemática y súper mediática plataforma mediática inoculó en el soberano humilde y excluido y en el de clase media en todos sus niveles, que el que más tiene vale más. Por eso compra todo lo que le meten por los ojos y la terba, incluso comprar vainas que subutiliza pero lo hace por “ganar estatus”. Es el caso de los Ipods, que sólo utiliza para llamar y recibir llamadas y, a veces, para enviar y recibir emails. No ha sido fácil extirpar el chip consumista del cerebro del venezolano. Pero ahí vamos poco a poco.
He escuchado a muchos venezolanos honestos, decentes, enemigos de sinvergüencerías, decir “es que el gobierno no se las aplica a esos vagabundos que todo lo acaparan desabasteciendo al pueblo y luego especulando”. Y yo les he dicho: “Tendrá el Gobierno que disponer de un policía por cada vagabundo bachaquero. Es una cuestión de cada quien, de conciencia, de aunar esfuerzos; de por ejemplo, primero, reconocer y aceptar la guerra económica y. después de aplaudir y valorar justamente los esfuerzos de la Revolución por combatirla. Y no salir como los dirigente opositores no sólo a desconocer a ultranza, en los medios, ese esfuerzo y disposición si no a minimizarlo en una estrategia de negar todo lo bueno y magnificar las fallas.
Pues bien. Esta semana ganamos una. El gobernador de Anzoátegui, Aristóbulo Isturiz, decidió comprar Acetaminofen y distribuirlas gratis en el pueblo. Es decir. Cualquier enfermo de la "Revientaguesos" en Anzoátegui tiene derecho a Acetaminofen gratis. ¡Buena esa profesor!