Para ningún/a valenciano/a con sensatez y espíritu crítico parece comprensible lo que pasó en la ciudad durante los últimos meses de la gestión del chavismo y toda la completa de M. Cocchiola en la alcaldía, sobre todo después del desastre ocurrido en ambos períodos. En la segunda fue tal la frustración colectiva que la mantuana “valencianidad” y sus colia´os, se quedaron sin cara que mostrar en procura de asegurarse otro mandato, permitiendo con ello reavivar, y por supuesto se dio, la vuelta de chavistas para gerenciar otra vez este importante municipio carabobeño.
Respecto a la gestión de M. Cocchiola nadie puede ocultar tanta desfachatez e incapacidad en todos, sí en todos, los organismos municipales, principalmente en el ejecutivo y el legislativo; el primero, la Alcaldía, controlada plenamente por la derecha muy a pesar, entre otros elementos, del hecho público y comunicacional, que en plena campaña y antes de la elección del comerciante maderero, el entonces gobernador de entonces, F. Ameliach, lo calificara de ladrón; el segundo, Concejo Municipal, con una mayoría aplastante controlada por “chavistas y rojo/as rojito/as” que fueron promovido/as, escogido/as y presentado/as como lo/as mejores por los equipos políticos parroquiales y estadales del PSUV y electos disciplinadamente por “las bases” jamás dijeron esta boca es mía. Es bueno recordarles y recordarnos el clasista papel que viene jugando la derecha con su igual aplastante mayoría en la Asamblea Nacional en contra del presidente Nicolás Maduro y todas las iniciativas políticas y sociales de la revolución; afortunadamente, gracias al temple y capacidad política del Presidente, esta se quedó en un simple parapeto en desacato.
No vale la pena en esta reflexión crítica hacer balance general de la gestión M. Cocchiola, solo aporto espera para que Alejandro Valdez, el nuevo alcalde, tome la decisión correcta que permita romper el maleficio que ha venido acompañando a las gestiones “llegantes”, es decir, no investigar nada o aparentarla para que todo quede en familia, asegurando que cuando se salga, siga la misma tradición: nadie es responsable civil, penal y/o administrativamente como lo dispone la Ley ante tanto desastre en perjuicio del pueblo.
Lo/as concejales rojo/as, al no saber los nombres de todo/as como seguramente la gran mayoría de lo/as valenciano/as, prefiero omitir los que conozco, solo me atrevo a decir una de Miguel Peña está fuera y en salida forzosa y otro de Rafael Urdaneta, huido hacia la derecha con cabuyas en las manos, digo, patas; todo/as en campaña se comprometieron a impulsar los consejos comunales y las comunas cuando en verdad, viene reinando una imperdonable omisión de más de cuatro años porque ello/as asumieron la “nada” advertida por el propio Comandante Chávez. Estos, alejados de la obligación legal de hacer el control político al ejecutivo municipal, es decir, a Cocchiola, se convirtieron en levantamanos para aprobar las memorias de cuentas del alcalde y todas las solicitudes presupuestarias o financieras que significaron más cobro de impuesto, tazas y contribuciones a lo/as valenciano/as, inclusive, cuando los propios concejales opositores a la revolución se oponían a alguna solicitud descabellada del ejecutivo, llegaban lo/as “disciplinado/as de tinte rojo” sin perdón de Dios y con sus manos llenas y erguidas, se alzaron para salvarlo.
Todo esto ocurrió mientras el pueblo, en tremenda lucha contra el estado burgués y en vía para la conformación de los consejos comunales, comunas y demás organizaciones gregarias del Poder Popular en búsqueda de construir el municipio comunal, M. Cocchiola avanzó acompañado con el silencio cómplice del órgano legislativo para fortalecer como se hizo, el municipio colonial, la misma institución mantuana que mantiene las zonas populares en tinieblas, embasurada, mercados y plazas a mereced del hampa, transporte de pasajeros enmafiado y degollando a lo/as usuario/as y paro de contar porque todo/as lo padeceremos, mientras, el alcalde brillaba por su ausencia, claro, siempre estuvo confiado en que lo/as concejales mayoritarios no sacarían nada en contrario más allá de una “interpelación” a puertas cerradas de algún funcionario, de paso burlón.
Ahora, cuando el PSUV. asomó las elecciones municipales “lo/as precandidato/as” solapado/as en redes sociales, fotos y videos, al mejor estilo de los consejeros en El flautista de Hamelín, al compás de promesas demagógicas con pecho sacado y rodilla en tierra, aparentándose paladines del Poder Popular con la sola intensión de ser escogido/as y anunciad/os como lo/as mejores, en ves de, al son de la sinceridad y responsabilidad con lo/as valenciano/as, hacer una constricción y exigirles, o exigirse, responsabilidad a quienes con su conducta inmoral respaldaron la desarticulación y desmoralización de los consejos comunales y la comunas ya existentes, lo que ha significado, respecto a Valencia, una deuda política e histórica por más de cuatro (4) años por la nefasta gestión cocchiolista, donde el plato rodo lo pagó y sigue pagando el pueblo.