Nuestra amada Tucupita, en su diversidad de fuentes toponímicas; entre todas las versiones conocidas que la nombran en su condición de capital de nuestro anterior Territorio Federal, actual estado Bolivariano Delta Amacuro, estado veintiuno de la República Bolivariana de Venezuela. Es notable que la toponimia de Tucupita, aún sigue teniendo muchos encuentros y desencuentros, que constituyen un reto para rastrear su vestigio: tal y como ir detrás -metafóricamente-, de la huella centenaria y tal vez milenaria, en las aguas turbias deltaicas en sus variados multicolores de todas las procedencias; continentales territoriales, marinas y oceánicas, que dispone nuestra prodigiosa entidad federal. Heráclito en la antigüedad ya lo presagiaba. Tampoco debemos desanimarnos, ante el posible encuentro con las inconmensurables salidas al respecto. Sin embargo, tomaremos el camino, entre todos los posibles, atados al hilo de Ariadna para encontrar salida digna y luminosa, hacia el encuentro perpetuo con la escurridiza verdad. Por ahora se reseñan y comentaré, las diversas narrativas más conocidas.
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El indio Tucu y su silbato alertador
Una de las versiones más comentadas popularmente, y en cierto modo con un dejo de humor; chanza, guasa, es esta versión. Se dice de un indio llamado Tucu -en tiempo imponderado-, recibía la orden de un capitán para que tocara el silbato de la embarcación como una señal particular para diversos propósitos en sus actividades náuticas. De allí que existan varias versiones al respecto. Esto no merece mayores comentarios, pues no se tiene una versión consistente al respecto. Sin embargo, existe y pulula en comentarios populares.
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Tucupita, concupiscencia y/o la silvestre hierba.
Versiones de la toponimia Tucupita, con mayor fundamento están sustentadas por escrito y publicadas en la prensa local de época Notidiario y un texto publicado. Me refiero en este caso particular a la elaborada y legada por Fray Julio Lavandero Pérez (RIP), donde fungió como compilador de varios textos en 2009 (Tucupita, documentos eclesiásticos. Universidad Católica Andrés Bello; Hermanos Menores Capuchinos de Venezuela. Editorial Texto, C.A. Caracas, D.C.). Fray Lavandero, en principio, no concede credibilidad total al vocablo en consideración, indicando que "Dada la especial condición de la sílaba-palabra del Guarao, en esta lengua a todo término se le puede dar una etimología guarao fuera de lugar, como sucede a mi parecer con la palabra tucupita. (SIC). Es posible descomponer la palabra en tuku (suku) "moverse repetidamente penetrando"; bita (pita), puyar, copular" (Texto citado, p. 9). De lo anterior se desprende, en opinión del padre Lavandero, que los Guarao o Warao, "…se resisten a explicar por pudor.". Continúa Fray lavandero, rematando que, "para quienes de forma sub-liminar o sibilina los tucupitenses seríamos con esa interpretación voluntarista, los "requete-singadores". (texto citado, p. 10). Nada más explicativo que esa versión de la semántica, de lo que significa, el gentilicio tucupitenses, en palabras del respetable religioso, quien recopiló esa información y nos la comparte, asunto de valoración por su interés de acucioso investigador.
Una segunda versión que ofrece Fray Julio Lavandero, está referida a emparentar el significado toponímico de Tucupita, a una aparentemente inocua especie vegetal herbácea de la región. Involucra en esta versión a los Chaimas (SIC), etnia de filiación caribe, que en diferentes momentos histórico habitó la región deltaica. Los mencionados Chaimas, estuvieron poblando en algún momento "…al otro lado del Manamo." (Texto citado, p. 11), en isla Guara o Wara, justo frente a la actual ciudad Tucupita. En sus revisiones bibliográficas, Fray Lavandero, cita textos tras la huella del topónimo en consideración. Reporta vocablos de filiación lingüística caribe, y menciona al vocablo kupita, que significa turara. La especie vegetal en consideración, la describe en sus diferentes caracteres botánicos, apoyado en un texto de Ludwig Schnee, Plantas Comunes de Venezuela. Fray Lavandero le da significado a su investigación bibliográfica, e incluso señala a la especie en consideración con su nombre científico. Al respecto, en una cosa coincido con lo presentado, en cuanto a la familia botánica Araceae (latinizada) o Aráceas. Categoría taxonómica, representativa de muchas especies nativas de nuestra región y otras introducidas y naturalizada incluso, como es el caso del ocumo chino o taro, entre otros nombres comunes. Me permito ante el hecho referido de todo el valioso esfuerzo hecho por Fray Lavandero, hacer la siguiente consideración: las especies de turaras comunes de la familia Aráceas en nuestra región y más allá son abundantes en "…variadas especies, grandes, medianas y pequeñas, …", (p. 11), como lo reconoce el autor señalado. Ante tal situación, sería conveniente hacer un estudio con especialistas botánicos del área para determinar cuál o cuáles especies de plantas turaras o Aráceas, se corresponden con la o las que los caribes Pemón, designan con el nombre Kupita, "…planta es muy abundante en la región de Tu-cupita" (p. 11, de citado texto). Esto amerita más detenimiento o atención al respecto.
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Tucupita, un nombre enigmático.
Una versión académica – sin menosprecio de todas las demás-, del vocablo Tucupita, que designa a nuestra querida capital deltaica amacurense, nos la ofreció el hijo de esta tierra, Profesor Titular de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el investigador especialista en Toponimia, profesor Adolfo Salazar-Quijada (RIP), en texto del año 1991, Botón de Bora, imprenta de la UCV, con patrocinio del IUT Dr Delfín Mendoza. Inicia considerando y cuestionando el hecho que "se haya borrado del mapa la nomenclatura geográfica indígena, por falta de preocupación de sus habitantes y de las autoridades de turno." (autor citado anterior, p. 42). Hecho cierto y que debemos hacer los esfuerzos por rescatar. Salazar Quijada, recurrió a otro connotado deltano, el académico Pedro J. Krisólogo, "sin éxito alguno;", respecto a la palabra Kutupita en guarao. A continuación, señala el texto en cuestión, se ubica el, "…término Cutupite lo localicé identificando a un caño en un mapa de fecha 1778, cuyo autor es Luis Surville, denominado "Mapa Corogeográfico de la Nueva Andalucía. Provincias de Cumaná y Guayana y vertientes del Orinoco"". (p. 42). Hecho importante de comentar, es que dos años antes 1776, "también aparece en otro mapa, la referencia al Caño de Cutupite, en un lugar muy cercano a la ubicación de la actual capital del Territorio." (obra citada, p. 43). Para no abundar en mayores detalles, que pueden ser revisados por el amable lector que nos sigue, en el texto antes señalado. Sin embargo, el profesor Salazar Quijada, constató, "de voz del guarao Regino Reinosa Ramos de Bonoina, la frase "amaja dan (SIC) tucubita", que traduce: Aquel palo clavado se mueve" (obra citada, p. 43). Hasta aquí, esta versión se aproxima -un poco-, a lo señalado por el padre Lavandero Pérez anteriormente. Finaliza el profesor Salazar Quijada, "que Tucupita es, en efecto, voz guarao que quiere decir: "lugar donde existe un objeto clavado en el suelo, que se mueve"; quizás tenga relación en la inestabilidad de las viviendas palafíticas, debido a lo fangoso del lugar." (obra citada, p. 43). Salazar Quijada, convoca y deja abierta la posibilidad de investigar y "difundir el verdadero origen etimológico, de nuestro pueblo". (obra citada, p. 43).
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Tucupita de Natera Wanderlinder.
Un hijo venido a temprana edad y adoptado por nuestra tierra deltana, fue el neoespartano Felipe Natera Wanderlinder, quién amó tanto a Tucupita y el Delta, como a su Margarita natal. Natera Wanderlinder, legó en 1982 la obra: Juan Millán, fundador de Tucupita, Imprenta Oficial de Nueva Esparta, La Asunción, texto que conocemos gracias al aporte de digitalización del Licenciado Frank Omar Tabasca. En ese texto Natera Wanderlinder, señala respecto al nombre de Tucupita, que se "recogen leyendas y deducciones sin legar (SIC), a la afirmación concreta y tajante. Alguna de las versiones que se han escrito sobre el nombre de Tucupita, podría ser valedera y auténtica. En todo caso, ahí está el nombre. Un nombre y una ciudad que han hecho historia y que la seguirán haciendo." (p. 15). Por ello, Natera Wanderlinder, sin abundar en detalles o profundidades de la toponimia en consideración, reconoce el compromiso que tienen todas las generaciones presentes y futuras de reconocerse en la historia local y su importancia en la trascendencia de la identidad geohistórica y cultural que representa para todas y todos los hijos de esta prodigiosa Tierra. También hace un recuento importante del que considera el fundador de Tucupita, Juan Millán, héroe de la Batalla de Pagayos, considerando y es bueno destacarlo, "(ciudad), …que no tuvo la solemnidad del acto para su fundación." (p. 11 de obra citada anteriormente).
Hasta aquí, apreciados lectores, me han acompañado en este recorrido sucinto, sobre la historia local particular respecto al topónimo de nuestra querida ciudad capital del estado Bolivariano Delta Amacuro; Tucupita. La posteridad nos compromete a seguir indagando, investigando en la historia oculta, la historia que insurge, detrás de los tiempos que han sedimentado la memoria histórica colectiva. Para ello debemos apelar a todas las herramientas metodológicas, epistemológicas, ontológicas y axiológicas posibles, para examinar fuentes históricas, arqueológicas y antropológicas entre otras. También revisar e interrogar las leyendas y mitos abigarrados en la consciencia y memoria colectiva. Procurando el reconocimiento intercultural en nuestra región, diluyendo las fronteras sociales, culturales e identitarias que por momentos y circunstancias históricas separan las sociedades Warao y Jotarao: en búsqueda de la construcción de una nueva subjetividad de entendimiento de la multiplicidad étnica y cultural de la región deltaica amacurense. De allí que ello pueda representar la posibilidad cierta de fortalecer nuestra identidad colectiva enmarcada en una diversidad bien entendida en el respeto y consideración de la milenariedad y legados históricos, geográficos, sociales y culturales de nuestros pueblos como fortalezas por un mundo de bienestar colectivo y Paz sostenida en el tiempo.