Fuerte competencia entre investigadores por hacerse visibles ha aumento conductas antiéticas. Detrás de la publicación, hace algunas semanas, de un informe del Consejo Interacadémico y la Red Mundial de Academias de Ciencias, en el que les recuerdan a investigadores de todo el mundo su deber de hacer ciencia en forma ética, responsable y con calidad, está la preocupación por el avance del fraude científico y académico en el planeta. Se trata de una inquietud bien fundada, pues recientemente se conocieron los resultados de un seguimiento hecho por la Universidad de Washington y la facultad de medicina Albert Einstein de Nueva York, a más de 2.000 artículos de biomedicina y ciencias de la vida, retirados entre mayo del 2011 y mayo del 2012 de la base de datos de PubMed. Se trata, valga la claridad, del motor de búsqueda de Medline, base que aglutina artículos y resúmenes de publicaciones biomédicas inscritas en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
El análisis, divulgado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), causó alarma: los científicos establecieron que el 67,4 por ciento de esas retracciones fueron causadas por lo que en ciencia se conoce como mala conducta". Eso quiere decir fraude o sospecha de fraude (43,4 por ciento), publicaciones duplicadas (14,2 por ciento) y plagio (9,8 por ciento), entre otras. Con estos hallazgos los autores concluyeron que "la artículos fraudulentos se multiplicó por diez desde 1975". Los resultados confirmaron lo dicho por otro estudio en 'PLoS Medicine', en el 2010, que estimó que al menos el 1 por ciento de las investigaciones que se publican hoy contienen desde plagios hasta invención de datos. Junto a estas estadísticas ya no suenan tan exóticos escándalos como el del coreano Hwang Woo Suk, cuya creación de líneas de células madre embrionarias humanas clonadas resultó ser una fábula, y el del británico Andrew Wakefield que vinculó la vacuna triple viral con el desarrollo de autismo y síndrome de Asperger armado de datos falsos Para Indira Nath, profesora emérita del Instituto Nacional de Patología de Nueva Delhi (India) y una de las autoras del informe del Consejo, no es un asunto de poca monta. "La humanidad -dice- ha puesto su confianza en la ciencia para resolver algunos de sus más grandes problemas, y los investigadores deben preservar esa confianza, trabajando ética y responsablemente".
Pero, ¿cuáles son las causas que subyacen a esa "mala conducta" de muchos científicos? Para el profesor José Félix Patiño, quien fue ministro de Salud rector de la Universidad Nacional, presidente de la Academia Nacional de Medicina y es un médico y académico reconocido, la respuesta está en la forma en que se reconoce el trabajo científico "En el mundo académico -afirma Patiño- se ha formado una gran competencia que se mide en qué tanta producción científica logra un investigador, y que se expresa en el número de publicaciones, tanto que la consigna ahora parece ser publicar o perecer Patiño insiste en que la presión es de tal tamaño, que algunos científicos asumen que si sus investigaciones no toman el camino esperado, se vale hasta la invención o la alteración de los resultados. En eso coincide Ana Isabel Gómez, directora del programa de Medicina de la Universidad del Rosario. Según ella, "el deseo de visibilidad y reconocimiento puede llegar a convertirse en otro incentivo del fraude (...).
Para quien quiere figurar es más fácil inventarse un resultado que someterse a veinte años de investigación fundada en el rigor y el método científico, que tampoco garantizan la obtención del hallazgo esperado". Una evidencia de eso es que, según el informe de 'PLoS Medicine', el 2 por ciento de los científicos consultados admitieron haber actuado de forma inadecuada alguna vez y un 14 por ciento aseguró conocer casos de colegas que han incurrido en fraude Lo que estos científicos fraudulentos parecieran no sopesar son los alcances de un hallazgo mentiroso. "Un solo dato falso -afirma Fernando Sánchez Torres, presidente de la Academia Nacional de Medicina- compromete la salud y la vida de las personas". Y ni hablar del efecto que eso tiene en la producción de nuevos conocimientos; 'PLoS Medicine' recordó en su informe del 2010 el caso de un estudio fraudulento cuyos datos fueron citados, durante 15 años, por los autores de 21 artículos sobre el mismo tema. El nivel de producción científica de los investigadores colombianos no puede equipararse con la de países desarrollados, y esa sería una de las razones por las que no se conocen escándalos de este tipo. Eso no quiere decir que las malas prácticas no se den en el país, y de eso es consciente Fanor Mondragón, vicerrector de investigación de la Universidad El académico sostiene que en el país se incurre, con cierta frecuencia, en la ligereza de no reconocer la autoría de todos los participantes de un trabajo; en contraste, se incluye en los créditos a gente que no participa. Otra modalidad es el autoplagio.
Mondragón recuerda el caso de un alumno que se doctoró en el exterior y durante su etapa de docencia en Colombia presentó, como propuesta de investigación, su tesis doctoral, "con tan mala suerte que el tutor de su tesis del exterior fue elegido como evaluador del proyecto que presento en el país dice. Carlos Francisco Fernández, presidente de Sociedades Científicas, va más allá y asegura que "hay docentes que se apropian, parcial o totalmente, de las tesis de maestrías y doctorados de los estudiantes de quienes han sido tutores". El cómo contener el fraude en un campo en el que, según el Consejo Interacadémico, se invirtieron cerca de 1,3 trillones de dólares entre 1996 y el 2009, no solo hace parte de los debates gruesos de la comunidad científica mundial, también de las revistas de alto impacto que avalan, con publicaciones,en el trabajo de los investigadores Los primeros claman por la recuperación de valores fundamentales como la honestidad, la equidad, la justicia, la objetividad, la confiabilidad, el escepticismo (incluso con los propios resultados) y el rigor. "Un científico -afirma José A. Lozano, secretario ejecutivo de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales- tiene la obligación de presentar sus resultados de forma imparcial, equitativa y justa en sus apreciaciones, sin dejarse llevar por la pasión, pues su trabajo debe estar basado en la evidencia Los editores de las publicaciones científicas son más escépticos y estudian la implantación de controles más estrictos de artículos o 'papers' que presentan los investigadores.
Hace unos días, 'British Medical Journal', uno de las más prestigiosas, dio un primer paso en ese sentido y anunció que quien quiera publicar un artículo científico en sus páginas deberá estar dispuesto a compartir toda la información de su ensayo, "de manera que los datos puedan someterse al escrutinio público El hombre de Piltdown En 1912, el arqueólogo aficionado Charles Dawson presentó restos óseos hallados en Piltdown (Inglaterra), de los que se dijo que eran el eslabón perdido entre el simio y el hombre. Después de 40 años se descubrió que el cráneo era humano, que algunos dientes eran de un orangután y un diente suelto perteneció a un mono. Luego se estableció que el enterramiento había sido intrusivo. Este "eslabón perdido" se conoce como uno de los grandes fraudes de la paleoantropología. Los 'nanotransistores' Entre 1998 y el 2001, el estadounidense Hendrik Schön publicó en 'Nature' y Science' estudios según los cuales era posible crear transistores de tamaño molecular, lo que supondría un gran avance en la nanotecnología. Un comité de científicos de Bell Labs, donde laboraba Schön, concluyó que había falsificado información. Las publicaciones se disculparon de esta falsedad publicada en tales revistas. La pelea por el HIV Robert Gallo, de EE. UU., se apropió en parte de los hallazgos de Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, de París, sobre la identificación del virus del sida (VIH). La disputa involucró a presidentes y a la comunidad científica de ambos países. La ciencia compensó a Montagnier con el Nobel de Medicina.
Mentiras sobre el cáncer En octubre del 2005, 'The Lancet' publicó un estudio del científico Noruego Jon Sudbo, según el cual ciertos analgésicos tradicionales disminuían el riesgo de cáncer en la boca. No era cierto. Lo denunció una comisión encabezada, por el comité de ética de la academias de ciencias medicas de ese país, estos argumentos demuestran, donde pueda estar la ética de nuestros investigadores y posiblemente como ha pasado en el pasado se ha experimentado en una forma secreta con miles de personas sobre todo en países del tercer mundo como lo llaman los países imperialistas y colonialistas donde están estos centros de investigación como paso con la población indígena de GUATEMALA y como paso hace ya un caso olvidado años atrás con los YANOMAMIS en nuestro territorio que inclusive pudieran tener muestras de ADN, con una importancia extraordinaria en la manipulación genética, como lo ven esto puede ir mas haya como lo denuncio hace en su oportunidad nuestro presidente sobre el cáncer, esta teoría no es descabellada, hay muchos elementos sobre esto la guerra química, como la biológica está contemplada en los presupuestos de muchos de estos países que llevan a cabo estos experimentos, las guerras encubiertas las operaciones por mercenarios encontra de países con visiones distintas están a la hora del día
sflores@ivic.gob.ve parte de este artículo fue publicado en '(Proceedings of the National Academy of Sciences')