El jueves 17 de octubre del año en curso culminó el VI Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño, realizado en la Isla de Margarita. Todo este tiempo se ha hecho en mi amado territorio insular porque los neoespartanos lo hicimos nuestro y lo hemos vuelto una tradición, pase lo que pase el festival se dará.
Este año, hemos de aceptar que nuestra fiesta nuestroamericana del celuloide presentó dificultades de tipo ecónomicas por la lamentable razón de que Venezuela, tal y como lo aseguraba Víctor Luckert director del Festival y Presidente de la Distribuidora Cinematográfica Amazonia Films, “está siendo cercado políticamente”. Obviamente, a través de la vía monetaria. Pero a su vez Luckert señalaba que esta era una de las oportunidades de demostrar que “sí es posible hacer las cosas cuando hay un empoderamiento del pueblo”.
Allí empecé a sospechar que algo grande se avecinaba. Algo que daría escalofríos, que terminaría de fortalecer mi moral. Esta no es mi historia, no la cuento como mía nada más pues sé que hay millones de mujeres y hombres que sienten lo mismo.
Transcurrió todo el festival, una semana de duración, llevando cine a las comunidades, proyecténdolo en salas de empresas privadas que se dedican a esta área. Discutiendo, formando, debatiendo. En fin, haciendo Patria.
Llegó el jueves de entrega de premios y clausura del acontecimiento. A las 6pm, todas y todos los asistentes esperaban en sus puestos el comienzo del final, de la edición de este año. Los periodistas, todas y todos con nuestras armas en la mano: lápiz, papel, grabador, cámaras, computadoras, teléfonos. Y no faltó la más importante de las armas: la emoción.
Comenzó la premiación. La primera categoría fue “Mis Primeros Pies-cecitos” donde niñas y niños hacen cine y dan a conocer sus obras. Nombraron los ganadores, y allí vino el sacudón. Una niña, participante de uno de los cortometrajes premiados levantó su voz. Agradeciendo al Comandante Hugo Chávez por darle a los niños y niñas esta oportunidad, y de repente reventó su llanto de amor por el Gigante Eterno. Esas palabras entre lágrimas, sin duda alguna fueron alimento para el alma de todos los revolucionarios y chavistas que nos encontramos en la sala, pues no me atreveré jamás a asegurar que el cine venezolano está lleno de chavistas. Y aún así, gracias a políticas culturales claras y oportunas, chavistas y opositores, trabajadores todos del área cultural, hemos logrado construir un nuevo horizonte de posibilidades.
Luego, hablaría un adolescente. Otro sacudón de los buenos. Habló de ese nuevo horizonte, de nuestros barrios donde la juventud no es el “malandreo” que pintan los medios de desinformación “venezolanos”. Aseguró que las chamas y chamos de nuestros barrios no son lo que se dice, lo que se hace chisme. Sino que son jóvenes capaces de levantarse ante la cultura del mal vivir y comenzar a forjar un mejor porvenir. El año pasado él se propuso llegar al festival, y creo que no hubo mejor manera.
Rato después hablaría Jeniffer Vera, quien pertenece al equipo del documental “¡Ahora tenemos Patria!”, ganador del segundo lugar del VI Concurso Nacional de Cine y Video Comunitario. Su voz nerviosa no hizo más que amar a Chávez en cada una de sus palabras de celebración por recibir este premio. Y allí, otra vez ese nudo enmudecedor en la garganta.
Luego vendría un compañero colombiano, galardonado, quien pidió no más mezquindades. Que había que aceptar que este momento del cine es gracias a este proceso que se vive en nuestro país. También otro premiado internacional, nos dio apoyo a los venezolanos en este momento tan difícil, “estamos con ustedes”, no dijo. Pero con la pasión más grande que uno pueda imaginarse.
Era imposible controlar mis manos, temblaban sin parar. Moría de ganas de llorar. Y pues, así estábamos muchos porque volteaba hacia todos lados y conseguía rostros emocionados y empapados de esperanza.
Compañeras, compañeros, hemos vivido y estamos viviendo momentos muy duros. Pero esta fiesta del cine demostró, con pequeños grandes detalles, que la batalla la estamos dando y estamos venciendo.
La revolución más difícil de hacer es la cultural, y aunque a veces nos desesperemos y veamos muy lejos el socialismo, estas cosas las que demuestran que la lucha es larga pero satisfactoria. Es larga pero honrada. Es larga pero sabe enormemente a victoria popular.
Cuánto desee que estuviese nuestro Presidente Nicolás Maduro allí, y todo nuestro tren ministerial, para que se sintiesen como nosotros. Aunque seguros estamos de que saldremos con las botas puestas y bien parados ante tanto golpe recibido.
Este logro, es un logro del pueblo venezolano, es un logro de Chávez, es un logro de Maduro, es un logro del mundo entero.
Disculpen que repita tantas veces la palabra “nuestro”. Pero es que es tan mío, tan tuyo y de todos que es imposible no decirlo de esa manera.
Les ruego que saboreen, que huelan, que sientan esta revolución. Un logro cultural, es base sólida de lo que se convertirá en un país libre de imperialismo y arropado de la libertad.