En primer lugar, comenzar por un lugar común, nos encontramos ante un proceso de transición tecnológica que, al menos en teoría, posibilita una explotación más eficiente de un recurso público escaso, el espectro
radioeléctrico.
Cabría pensar que este proceso de extensión va necesariamente acompañado de una democratización del acceso a dicho recurso, ampliando las obligaciones de servicio público y permitiendo, como recientemente hizo Argentina con su ley de Radio y Televisión, el acceso a los medios comunitarios, verdaderos representantes de la libertad de expresión, ya que no responden a intereses económicos, sino a la sociedad civil organizada.
No obstante, el que esta democratización se haga efectiva dependerá de la capacidad del regulador -el Ejecutivo- y los medios de comunicación popular para hacer efectiva esta posibilidad.
Efectivamente, esta aparente natural democratización y extensión del servicio público y el derecho a la información comporta numerosos riesgos que convendría no olvidar. Anotemos algunos de ellos en torno a las supuestas ventajas de la nueva tecnología:
La tecnología digital permite una recepción completamente nítida de la señal. Si bien esto es cierto, lo que obvian sus mecenas es que mientras que una recepción con bajo nivel de señal (aún con niebla y bajs calidad) de la televisión analógica es posible en zonas remotas o de cobertura difícil (como sucede en muchos de nuestros barrios), lo propio se vuelve imposible en tecnología digital, donde "o se ve, o no se ve", no hay término medio. Este hecho ha obligado a gobiernos como el de la región española de Navarra1 a cubrir con tecnología satelital las numerosas zonas de sombra, como se denominan las zonas en las que un repetidor digital situado donde antes había uno analógico no consigue que la señal de televisión digital "llegue", "se vea".
Tendremos una mayor y mejor oferta televisiva. De nuevo esta afirmación debe ser relativizada, falso, La aparición de canales temáticos ha provocado en los países en los que se implantó la TDA que la audiencia se diversifique, con la consecuente disminución de la audiencia de los canales generalistas a favor de los temáticos. Este hecho, junto con la crisis publicitaria, obliga a los programadores a buscar otros mecanismos para ser rentables, entre ellos, nuevas formas de ingresos como la TDA de pago para contenidos Premium como películas, deportes o conciertos. Es decir, es muy posible que muchos de los nuevos canales de calidad sólo estén disponibles para quien pueda pagarlos, el resto consumirá canales de aún menos calidad que los actuales (porque tendrán menos audiencia).
La TDA democratizará la oferta y las posibilidades del poder popular para acceder a la emisión. Depende...ya que en la práctica el nuevo sistema complejiza y encarece la emisión y el mantenimiento además de reducir cobertura en igualdad de número de transmisores por lo que las televisoras comunitarias se verán cautivas del apoyo financiero y técnico del Estado, con todo lo que ésto comporta. Y esto sólo para acceder al canal de imagen, el canal de datos requiere esfuerzos de compartición, diseño software y coordinación con las operadoras telefónicas que son inasequibles para televisoras de pequeño tamaño.
La transición es gratuita. Falso, los televisores analógicos no son compatibles con el nuevo sistema. Tampoco lo son las instalaciones de telecomunicaciones de los edificios2. Sea el gobierno o los particulares quien sufrague la adaptación (aún si el gobierno subvenciona un adaptador para un televisor por hogar, ¿qué sucede con el resto?) no resulta gratuita en absoluto.
Transición limpia. No lo es. Precisamente las clases populares pudieran ser las que más sufrieran quedar en zonas de sombra, no haber adquirido adaptadores o televisores modernos, etc. Efectivamente, recurramos a la experiencia. El apagón analógico tuvo lugar el 12 de junio en Estados Unidos y dejó sin servicio a los casi tres millones de hogares que aún no estaban preparados, pese a las campañas de concienciación y eso que EEUU es un país que recibe la TV principalmente por cable.
Cobertura similar a la analógica. Falso, en igualdad de condiciones, es decir, de infraestructuras de emisión, la señal de TDA, ̈llega menos lejos ̈. Y hete aquí que precisamente ese 2% menor de cobertura estimado es el que supone un mayor costo en infraestructura,ya que si bien con apenas 10 centros puede cubrirse el 80% de la población venezolana (por poner un ejemplo), muy concentrada en grandes urbes, conseguir cubrir a la población dispersa impone escalar exponencialmente el número de centros de emisión hasta la superlativa cifra de 500 o más.
En conclusión, el escenario de la transición tecnológica nos enfrenta con el riesgo de la creación de una ̈necesidad ̈ artificial, que 1) pudiera llegar a golpear a los bolsillos de la población trabajadora, 2) pudiera dificultar la independencia de los medios comunitarios, 3) dificultará la lucha por la audiencia a canales de televisión estatales con debilidades para contraprogramar a los canales privados y 4) pudiera llegar a beneficiar a productores de contenidos premium y a empresas de instalación de infraestructuras de telecomunicaciones.
Contrarestar estos riesgos y lograr que el avance tecnológico acompañe la clara orientación democratizadora del gobierno bolivariano es sin duda un nuevo reto que requerirá el debate y la implicación de todos los actores, desde el Pueblo organizado y los medios comunitarios hasta sus responsables institucionales. Sin duda venceremos, dificultades mayores hemos superado.