Una de las estrategias más voraz, que registra el modelo capitalista la podemos identificar en la táctica, que pudiese llevar por nombre sociedad consumista. La iniciativa de generar una conducta compulsiva hacia distinto producto, relacionado en su mayoría, con los aspectos tecnológicos desata una ansiedad que atropella los sueños naturales y tangibles de los individuos. Se inicia un proceso vinculado con la psicología social consumista, tocando la racionalidad del individuo al creer que su personalidad o integración social, va obedecer al catálogo de pertenencia tecnológica que este posee. Se Termina siendo esclavo de un patrón efímero y cruel, capaz de generar resentimientos sociales que marcan una desigualdad de clases, asomándose practicas delictivas que ponen en peligro el desarrollo armónico de las relaciones humanas.
El capitalismo construye formato únicos, bien planificado para el dolor y la competitividad desigual, los efectos que estos producen se ven plasmado en una relación de intereses económicos y financieros, se irrespeta el ambiente; a tal punto de provocar en él, destrucciones irreversibles. El juego principal, se desarrolla en los actores políticos que representan a este modelo, muchos de estos solo son títeres de agentes supra nacionales, que desde hace rato dejaron de tener sensibilidad humana por la naturaleza y sus semejantes. El costo-beneficio de la capacidad productiva, queda al margen de los destrozos naturales comprobados en diversos sitios de la geografía planetaria. La misión y visión del capitalismo se basa en elevar los niveles de producción de manera exponencial, para generar grandes inventarios de productos que acompañados de una planificación de marketing de gran alcance, puedan generar una dependencia orgánica de alto alcance.
La industria capitalista viene manejando una estrategia que muchos expertos y estudiosos del tema han denominado obsolescencia planificada, esto trata de fabricar productos tecnológicos con un lapso de vida útil bien definido, teniendo por característica principal espacios de uso y disfrute muy cortos, obligando a su reposición con una nueva versión. Lo podemos apreciar en productos relacionados con la línea blanca y telefonía celular, a cada momento nos quieren deslumbrar, a través de una avasallante estrategia de marketing sobre la necesidad de reponer nuestros artefactos y celulares por una o dos operaciones adicionales que trae el nuevo modelo. Es un tema tan planificado que desde los agentes autorizados para el soporte técnico, te sugieren que el equipo que se está mandando a revisar por presentar alguna avería, es mejor sustituirlo por una nueva versión. Unos de los ejemplos más simbólicos lo representa las baterías de celular, en momentos hay que cambiar de equipo porque ya esa batería dejo de ser producida por el fabricante. Lo triste y la realidad de todo esto, es que el capitalismo en su afán de generar sociedades consumista, va dejando una estela de cementerios de desechos y residuos peligrosos. Ahora bien, donde están los sitios de disposición final de estos desechos, sus distribuciones se ubican en países pobres de África que se ven en la obligación de recibir enormes cantidades de chatarras, afectando sus suelos y paisajes naturales.
El que quiera entender más este planteamiento solo tiene que buscar la película de WALL.E, en ella se pronostica el punto final en donde nos quiere hacer llegar el capitalismo, ese donde la tierra solo será montañas de desechos generados por la acción consumista de hombre.