La nave del imperialismo acecha el Caribe en el otoño del patriarca (de Gabriel García Márquez)

El tirano de Gabriel García Márquez cobra proporciones desmesuradas gracias a la vastedad de su poder y la longevidad de su dictadura que abarca prácticamente la historia de la América Latina desde la independencia hasta la época de la televisión.

El tirano gobernó durante tantas generaciones que la gente había llegado a creer que su poder era eterno e indestructible. En otros tiempos, cuando creyeron que por fin había muerto el tirano los sorprendió en medio de su celebración con una lluvia de balas. Estaba simplemente jugando con sus súbditos como un moderno Calígula. Su gobierno ha perdurado tantos años y es tan absoluto que ninguna oposición se ha podido formar.

Solo hombres tan perversos como el tirano mismo puede florecer, y no por mucho tiempo, a la sombra de su poder. Cuando por fin muere nadie lo quiere creer por temor a que vuelva a resucitar como lo hiciera en otras ocasiones. El tirano se ha mantenido en el poder gracias al terror y la exterminación sistemática de todo enemigo real o supuesto. Los yankis lo pusieron en el poder y su marina de guerra le da su estabilidad a cambio de que permita el saqueo de la patria.

El imperialismo español, y mas tarde el ingles asoma de vez en cuando en la novélalos galeones españoles ya no son sino barcos fantasmas que el alucinado dictador divisa a lo lejos en el caribe .William Dampier y Francis Drake son ahora cocos para asustar a los niños. El imperialismo europeo ha cedido al yanki, cuyas naves de guerra aparecen amenazantes en el mar de los piratas. Son los mismos barcos cuya presencia en las costas del caribe han bastados para cambiar el curso de la historia de tantos países. En el siglo veinte el Caribe se han convertido en el mar de los yankis. Sus omnipresentes marinos de guerra han desembarcado una y otra vez en las pequeñas republicas con el pretexto de proteger las vidas y propiedades de los norteamericanos y de darles una lección democracias y civilización a los atrasados habitantes de esas regiones. La historia de la América Latina registra bombadeos, bloqueos ocupaciones por medio de los cuales potencias extranjeras han impuestos tratados desfavorables.Luego para lograr mas fácil sus objetivos ha instalado dictadores sumisos a su voluntad. Los tiranos su vez han aprovechado su turno para enriquecerse a si mismo y sus colaboradores. La dominación imperialista ha abandonado sus prácticas mas obvias en las últimas décadas ha implementado nuevos elementos de dominación política, económica, cultural aseguran la hegemonía de Estados Unidos en la Americana Latina.

En el Caribe el imperialismo yanki ha ejercido su poder con mas frecuencia y mas abiertamente. La presencia de marinos de guerra ha sido suficiente para paralizar cualquier acción revolucionaria en esta parte del mundo. Con frecuencia se ha dicho que el embajador de los Estados Unidos es el individuo más importante después del presidente de la república. Una y otra vez, a lo largo de la historia de las pequeñas repúblicas de centro América y el Caribe, la democracia del norte ha hecho y desecho gobiernos legítimos e ilegítimos, imponiendo en su lugar dictadores militares falsos defensores de la democracia, estos se han tornados caudillos temibles.

García Márquez tiene muy presente la historia latinoamericana con sus ciento ochenta desembarcos y más de miles de marinos de guerra yanki.

El imperialismo aprovecha las diferencias entre grupos sociales raciales o regionales para dividir y conquistar. Asi en el otoño del patriarca, el tirano es un hombre racialmente distintos y de una región distinta.Garcia Márquez caricaturiza el afán de explotación de los extranjeros. No basta las riquezas del país, subterraneas o submarinas. Los embajadores yankis viven obsesionados con la compra del mar Caribe. En el otoño del patriarca los yankis quieren comprar el mar Caribe y llevárselo o vienen los infantes o nos llevamos el mar, no hay otra, excelencia. Los norteamericanos ya habían comprado el London Bridge para armarlo de nuevo en algún lugar del oeste del país. Los yankis se adueñan de todo y andan por el país como por su casa y hasta el tirano tiene hacerse a u lado cuando se lo ordenan.

El imperialismo es la bete noire de García Márquez en el otoño del patriarca. Los gringos no solo traen la tiranía interminable sino las enfermedades físicas y la corrupción moral Ellos volvían maricas a los artistas, ellos trajeron la biblia la sífilis, le hacían creer la gente que la vida era fácil que todo se consigue con plata, que los negros son contagiosos que la patria es un negocio y que el sentido del honor era una vaina inventada por el gobierno para que las tropas pelearan gratis. Al hacer del dinero la base fundamental de las relaciones humanas, los valores humanos se subordinan al valor del dólar, medio esencial de la supervivencia física. Todo se puede comprar y todo esta para la venta desaparecen los valores tradicionales basados en los lazos familiares y comunitarios. Hasta la religión se vuelve un brazo del imperialismo y biblia y capitalismo avanzan de la mano. Bajo el dominio del imperialismo y del tirano local, el país se reparte entre los curas, gringos y los ricos y nada para los pobres.

No queda duda de que los yankis son el poder detrás del trono. García Márquez resume en su novela la experiencia del pillaje a que es sometido la repúblicas Latinoamericanas además mostrando además los mecanismos económicos que hacen posibles tal expoliación.

Los gringos no quedaran satisfechos hasta que el mar Caribe no les pertenezca. El mayor obstáculo es el tirano mismo que tiene una pasión por el mar, quizás lo único en la patria que lo conmueve. El gringo logra concesiones de pesca, de explotación de aguas territoriales bases navales. Pero después de tanto insistir, los norteamericanos, su poderío representado por el viejo acorazado de los infantes más largos y más sombríos que la verdad, logran adueñarse del mar caribe. Así representa García Márquez simbólicamente la lucha de Estados Unidos por el dominio del Caribe, lucha que abarca sus intentos de comprarle a España la isla de Cuba en el siglo diecinueve, la adquisición de las islas Vírgenes, la guerra de 1898 contra España que resulto con la adquisición de Cuba y Puerto Rico, la obtención del canal de Panamá, las invasiones incontables a los países del Caribe para apoderarse de tierras y recursos y el reguero de bases navales para proteger su imperio. En una constante de la novela, como un leitmotiv, desde el principio hasta la ultima paginas, es la nostalgia por el mar perdido.

Para obtener el mar los gringos recurren a toda estrategia, la amenaza o la seducción moral. El embajador Wilson le lleva caramelos y revistas. Con cromos de mujeres desnudas y le proponía que entregara el mar a buena cuenta de la deuda externa.

El tirano confiesa que ya no hay nada que entregar porque están en los puros cueros. Por fin con la amenaza del desembarco de los marinos de guerra, los americanos logran llevarse el mar.

En la novela los norteamericanos introducen los sistemas represivos modernos. El adelanto tecnológico de los Estados Unidos les ha permitido perfeccionar métodos de torturas física y sicológica, para el uso de los varios teatros de acción en el mundo. No es sorprendente entonces que las repúblicas latinoamericanas, cuyas fuerzas reciben entrenamiento y equipos de la potencia del norte, se beneficien también de esa contribución

El tirano latinoamericano es un opresor oprimido, un carcelero prisionero a su vez el mismo, prisionero del imperialismo. Cuando los yankis quieren, lo privan hasta sus concubinas. El se ve a sí mismo como un simple testaferro de infantes. Las autoridades de ocupación tenían contables que anotaban en sus libros hasta las sobras del almuerzo. Es evidente que las fuerzas de ocupación no tienen ningún respecto por el dictador cuya única función es de servir de lacayo suyo. Hacia el final de su vida el dictador se describe como un simple títere del imperialismo. Aunque en las primeras paginas de la novela menciona a las marinas españolas e inglesas, es la marina norteamericana la que en los últimos tiempos amenaza la mítica región latinoamericana.

A partir de la guerra Hispano-americana 1898, los barcos de la potencia del norte en aguas del Caribe se han vueltos símbolo del mas reciente imperialismo: el yanki. Nuevos tiranos prosperan a su amparo y los Estados Unidos entran en su gran periodo de auge económico. Las oligarquías nacionales también medran a su sombra, trabajando servilmente para el invasor extranjero. El pueblo queda sumido en una miseria cada dia mayor, alienado en su propia patria.

Era natural que García Márquez, hijo del Caribe, socialista declarado escritor comprometido anti – imperialista, obsesionado por la masacre de los trabajadores de la United Fruti Company cerca de su pueblo natal, escriba esta novela que constituye un concentrado ataque al imperialismo yanki. Los ultimos en llegar son los imperialistas yanki, ese pueblo trasplantado de Europa y heredero de sus tradiciones imperiales. El Caribe se vuelve el mar de la conquista y de la rapiña, de la explotación sistemática y de la opresión política.

Los yankis se lo han llevado todo sus barcos y los países latinoamericanos han quedado endeudados. El tirano de García Marques, suma de los incontables dictadores que han plagado la historia de la América Latina desde la independencia, es una representación literaria de la realidad del continente. Insaciable de poder, ignorante del mundo, solitario en su vasto palacio, perverso y paranoico, el tirano es víctima y victimario en manos del imperialismo.

Hoy mas que nunca la novela de García Marquez nos lleva a las realidades del mes de julio del 2010 cuando el imperialismo acecha nuestro mar Caribe nuevamente en busca de las revoluciones que ocurren en nuestra América Latina y como siempre con sus aliados de adentro y de afuera hoy es el Gobierno de Álvaro Uribe, parece mentira que El Otoño del Patriarca nos revela esa verdad que pone en peligro la paz del mundo, hacia donde los quieren llevar los yankis. Pero no pasaran aquí esta el pueblo de Bolívar dispuesto a dar la vida por defender nuestra patria


sflores@ivic.gob.ve


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Saúl Flores


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