¡Viva la muerte, muera la vida! (lema del Imperio y sus cómplices)

1-. Una nota que, tal vez, no sea del todo inútil

Créanme que no me ha sido nada agradable escribir en estos tres artículos sobre tanta sangre. Rechazo la morbosidad de los medios de difusión masiva de este país, sobre todo en el cine y la televisión. Siempre me ha gustado escribir sobre temas amables, como los de El Diario de la Historia; pero, por desgracia, los anales de la humanidad están llenos de crímenes y es deber del analista exponer la verdad, no ocultarla.

Tal vez si esa señora no anduviese por el mundo provocando guerras en las que mueren miles de inocentes ni amenazando a varios gobernantes para que abandonen el poder y se marchen nada menos que de su país de nacimiento, yo no hubiera escrito estos artículos; pero esa extrema insolencia me penetra la piel y me produce una picazón tan intensa que no se me quita ni aunque me rasque mil veces y sólo estas descargas de la conciencia me la alivian.

Si su esposo no hubiese estado involucrado en tantos hechos de sangre en su propio país ni ordenado el bombardeo a Yugoslavia, asesinando a tantos inocentes, para desviar la atención de la opinión publica sobre el escándalo sexo-tabaqueril de Mónica Lewinksy, tal vez hubiera sido menos zahiriente con él; pero con una persona que cambia el fluir de la esperma por el terror de las bombas no se puede tener ni la menor consideración.

Veamos, entonces, los nombres de las otras personas de las que hay grandes sospechas que fueron asesinadas por orden de la peculiar pareja.

2-. El Vampiro

Para que se entiendan bien los asesinatos de los niños Ken Ives y Don Henry –mencionados en el artículo anterior-- y las demás personas que estaban en el secreto del gran tráfico de drogas por el Aeropuerto de Mena, cuando Bill Clinton era gobernador de Arkansas y su hermano Roger dirigía esa operación en dicho aeropuerto, veamos, con brevedad, dos antecedentes: la Guerra Irak-Irán y el Escándalo Irán-Contra.

Irak invadió Irán el 22 de septiembre de 1980, dos meses antes de que Ronald Reagan fuera electo presidente de EU. Se sabe que el Imperio influyó en su aliado Saddam Hussein para que tomara esta decisión, ya que el gobierno que surgió en Irán después de la caída del Shah, dirigido por el Ayatola Jomeini, era, como es lógico, enemigo del imperio que había apoyado todos los crímenes del sátrapa iraní.

Era el inicio de una nueva zafra para la industria bélica de Estados Unidos, columna vertebral del CMIT --Complejo Militar-Industrial-Terrorista--.

En la primavera del 81, Reagan envió a su asesor Donald Rumsfeld para que se entrevistara con Hussein y le diera a su guerra el apoyo total del Imperio –ya Irak le había comprado al Imperio decenas de miles de millones de dólares en instrumentos de guerra--. Este Rumsfeld, como se sabe, sería, veinte años después, uno de los funcionarios que, con W. Bush y Dick Cheney, concibió y perpetró, con la ayuda directa de la CIA y la Mossad, y el encubrimiento del FBI y otras agencias, los auto-atentados terroristas del 11 de Septiembre del2,001, en los que fueron asesinados casi tres mil seres humanos, en su mayoría estadounidenses.

En pocos meses, Irak ocupó partes de Irán y hubo rumores de que los dos gobiernos iban a comenzar conversaciones de paz después que Irak devolviese las tierras ocupadas. ¡El CMIT no podía permitir eso! Una guerra breve no es buen negocio. La paz es una mala palabra, un sacrilegio, una traición. La guerra es lo grande, lo sublime, lo sagrado. ¡Vivala guerra, muera la paz! ¡Viva la muerte, muera la vida! ¡Que la guerra dure más que la de Vietnam, más que la de los Treinta Años, más que la de los Cien Años! Que la sangre no cese de fluir, que haya cascadas de sangre, ríos de sangre, bahías de sangre, golfos de sangre: océanos de proteína para el Vampiro.

Entonces, el Imperio, con la complicidad directa de varios de los más altos funcionarios de la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA, decidió venderle armas a Irán para que la excelente guerra no se convirtiera en fatídica paz. Pero había un escollo: el Senado, organismo que tenía que aprobar la venta de armas a otros países, no permitía que se hiciera esto con Irán.

Un grupo de bandidos, con la aprobación de la cúpula imperial, decidió violar la ley y proceder con la venta secreta de armas, sobre todo cohetes antiaéreos y antitanques con los que Irán podía detener el avance iraquí.

En aquella guerra, azuzada por el Imperio, que duró ocho años, murieron cientos de miles de seres humanos, algunas fuentes dicen que hasta un millón.

Una parte de lo que Irán le pagó al Imperio por esas armas, le fue entregada, en secreto, a la Contra nicaragüense que luchaba contra el gobierno revolucionario de Daniel Ortega. Con esto se violaba, también, el derecho constitucional del Senado.

3-. El Paraíso de la Droga

El gran negocio llegó después, como epílogo del Escándalo Irán-Contra. Otro grupo de bandidos –aventureros yankis, mercenarios ex-cubanos, contras, mafiosos colombianos y otra gente de la propia laya-- llevó inmensas cantidades de cocaína pura –se cree que el monto final llegó a ser de 27 toneladas-- de Colombia a un aeropuerto de Costa Rica que estaba junto a la frontera con Nicaragua, zona dominada entonces por la Contra.

De ahí, la droga fue introducida en este país por dos aeropuertos, uno, el Executive Airport de Fort Lauderdarle, a treinta millas al norte de Miami, y el otro en la ciudad de Mena, al sur de Little Rock, capital de Arkansas.

El jefe máximo de la Operación Irán-Contra fue el vicepresidente George H. W. Bush y la operación de Mena era dirigida por el gobernador Bill Clinton, a través de su hermano Roger y su cuñado Hugh Rodham, hermano de Hillary –debo repetir esto para que se entienda bien toda esta infamia vergonzosa--.

Lo que esa droga produjo en el mercado interno de este país era, infinitamente, mucho más que lo que Irán había pagado por las armas y lo que se les había entregado a malos nicaragüenses para que mataran a buenos nicaragüenses.

El crimen de los jefes del Imperio fue múltiple porque extendieron la guerra entre dos naciones hermanas de antiquísima cultura, fortalecieron a los criminales de la Contra y envenenaron con montañas de cocaína a decenas de millones de estadounidenses. Y todo lo hicieron por dinero, supremo dios del capitalismo: una inmensa fortuna que no fue a parar al Departamento del Tesoro de este país, sino a las cuentas privadas de estos malandrines cubiertos de sangre desde las orejas hasta los tobillos.

Jamás en la historia otro imperio ha tenido dirigentes tan canallas.

27 toneladas cortas de cocaína pura son 54,000 libras o 24,545 kilogramos –no creo en esa ridiculez innecesaria de cambiar en las cifras los puntos por las comas ni las comas por los puntos, y seguiré usando la matemática que me enseñaron en la escuela primaria

hace mil años--. Si se venden a razón de 30,000 dólares el kilo, serían 736 millones de dólares, pero si esos kilos se fragmentan, o sea se “cortan" y se venden, al detalle, en o­nzas, cuartas y gramos –como, efectivamente, sucedió--, el valor de la droga que la CIA y la Casa Blanca introdujeron en este país como efecto del Escándalo Irán-Contra, fue superior a los 10,000 millones de dólares.

Desde esa época, y aun desde antes, viene la enorme droga-adicción que existe en este país y que afecta, según se cree, a más de 100 millones de personas, entre ellas muchas de las que ocupan las más altas posiciones del gobierno y controlan … las armas nucleares.

Recordemos que la Sociedad Química de Estados Unidos --”American” Chemical Society--, que agrupa a casi todos los ingenieros y trabajadores químicos de este país y, en este sentido, es la más importante y numerosa del mundo, informó, hace dos años, en una convención que celebró en Washington, que el 90% de los billetes que circulan en este país tienen rastros de cocaína y esa proporción es del 95% en la capital.

Para mantener esa inmensa adicción en un pueblo de alto poder adquisitivo, varios países se han convertido en campos de batalla, como México, Colombia y varios de El Caribe y América Central.

Ese monstruoso daño que se le ha hecho al pueblo de Estados Unidos es muy superior a las 3,000 muertes de la self-inflicted wound del 11 de Septiembre. Es, también, una herida auto-infligida, pero las muertes se cuentan por cientos de miles y las bajas, o sea los enfermos del vicio, por decenas de millones.

4-. “Los niños sobre los rieles” y otros asesinatos del Aeropuerto Mena

En el artículo anterior apareció una lista parcial de las personas asesinadas porque conocían lo de la introducción de toneladas de cocaína por el aeropuerto de Mena, entre ellas Danny Casolaro, Paul Wilcher, Barry Seal, y los niños Kevin Ives y Don Henry.

Antes de ampliar un poco el trágico caso de estos niños, conocido como “The boys o­n the tracks”, veamos una lista de las personas que se cree que fueron asesinadas por orden de los esposos Clinton porque conocían lo del tráfico de drogas por ese aeropuerto o sabían que la muerte de los niños no eran accidentales, sino asesinatos:

1-. Keith Coney; murió, en julio de 1988, cuando montaba una moto e impactó la parte trasera de un camión que frenó, de pronto, sin que hubiera causa para ello, como dijeron varios testigos. El chofer se dio a la fuga y nunca apareció.

2-. Keith McMaskle: lo asesinaron de trece puñaladas en noviembre de 1988. El caso nunca fue resuelto.

3-. Gregory Collins: fue asesinado de un tiro en la cabeza en enero de 1989. El crimen no fue resuelto.  

4-. Jeff Rhodes: asesinado de un balazo, su cuerpo fue mutilado, quemado y apareció en un depósito de basura, en abril de 1989. Caso sin resolver.

5-. James Milan: a pesar de que había sido decapitado, el médico forense dijo que había muerto por causas naturales –y tenía razón porque al que le corten la cabeza lo más natural es que se muera--. El decapitador no sólo nunca fue decapitado sino que, tal vez, siguió decapitando.

6-. Jord Kettleson: hallado muerto en el asiento delantero de su pickup, junio de 1990.

7-. Richard Winters; murió durante un asalto en julio de 1989.


El 23 de agosto de 1987, los niños Kevin Ives, de 17 años, y Don Henry, de 16, fueron aplastados por un tren mientras se hallaban acostados sobre unos rieles, en la pequeña localidad de Bryant, Arkansas.

Desde el principio, los informes de la policía fueron contradictorios, pues primero dijeron que los niños se habían quedado dormidos sobre los rieles y, luego, que ambos estaban bajo un efecto tan fuerte de drogas que no habían escuchado el estruendoso sonido ni el trepidante movimiento del tren que se acercaba. Así lo ratificó el examinador médico oficial del Estado, Fahmy Malak.

Luego se probó que Kevin había muerto por un fuerte golpe en la cabeza que era anterior al accidente del tren, y Don había sido apuñalado seis veces en la espalda.

Recordemos que el gobernador era Bill Clinton, y Hillary ejercía, en la práctica, de co-gobernador.

Enseguida hubo intensos rumores en cuanto a que los niños habían descubierto, por accidente, una operación importante de tráfico de drogas en el aeropuerto de Mena.

Desde el primer momento, Linda Ives, madre de Kevin, se dio cuenta que los informes de la policía trataban de encubrir un crimen, pues ni su hijo ni su mejor amigo usaban drogas ni tomaban alcohol y era imposible que dos jovencitos sanos e inteligentes pudieran cometer la mortal estupidez de quedarse dormidos en las líneas de un tren. Era, además, imposible que un ser humano, por muy dormido o endrogado que estuviese, no fuese a oír el avance de un tren mientras se hallase acostado junto a los rieles por los que avanzaba. Muchas otras personas, entre ellas varios periodistas, coincidieron con la apreciación de la señora Ives.

A partir de ese momento, la policía del Condado Saline y la fiscalía de Arkansas hicieron todo lo posible para que nadie pudiera descubrir lo que en realidad había pasado con los niños.

En 1996, Linda produjo un documental fílmico titulado "Obstrucción de la Justicia" en que trató de probar que su hijo y su amigo fueron asesinados porque habían descubierto una operación de drogas y que las autoridades estaban cubriendo el crimen. Linda, en el vídeo, dijo, entre otras muchas cosas:

--Creo que Kevin y Don tropezaron, sin quererlo, con una operación importante de trafico de drogas que estaba siendo protegida por las autoridades.

Linda Ives dijo que ella estaba convencida que los niños fueron apresados por la policía, interrogados para obtener información --que ellos no podían dar porque no la tenían--, y terminaron siendo asesinados y colocados sobre las líneas del tren. Hubo testigos que vieron cuando Kevin y Don eran introducidos en un coche de policía.

En el vídeo, Linda añadió:

--Estoy segura que la policía mató a Kevin y Don.

Varios testigos dijeron que habían visto cuando los oficiales Jay Campbell y Kirk Lane apresaban a los niños y los introducían en un coche patrulla..

Varias personas, que no estaban relacionadas entre sí, vieron cuando esa escena se estaba desarrollando, entre ellos Ronnie Godwin, Dan Harmon, Alan Smith y Mike Crook.

A pesar de las múltiples evidencias y los numerosos testigos, las autoridades judiciales de Arkansas se han negado, en todos estos años, a abrir una investigación sobre los crímenes.

5-. Debieron cuidar sus espaldas no las de los Clinton

Ésta es una lista parcial de los ayudantes militares y guardaespaldas de Bill y Hillary Clinton que conocieron lo del tráfico de drogas en Mena y los escándalos sexuales de la pareja y murieron en circunstancias sospechosas. Los oficiales de alta graduación murieron en un misterioso accidente de aviación en Europa. Ninguno de los otros casos fue llevado a juicio, ni siquiera fue aclarado.

1-. Mayor General William Robertson.

2-. Coronel William Densberger

3-. Coronel Robert Kel.

4-. Comandante William S. Barkley Jr.

5-. Capitán Scott J . Reynolds.

6-. Sargento Brian Hanley.
7-. Sargento Tim Sabel.
8-. Gary Rhodes.
9-. Steve Willis.
10-. Robert Williams.
11-. Conway LeBleu.
12-. Todd McKeehan.


6-. En fin

Terminemos con toda esta sangre, aunque falta mucha por fluir.Si quieren ver mucho más sobre estos crímenes, pueden leer los libros “Hillary and Bill, The Murder Volume”, de Víctor Thorn, “Boys o­n the Tracks” de Linda Ives, madre de Kevin; “The Clinton Chronicles” y “Clinton Casualties”; o pueden acceder en la red a los cientos de sitios que hablan de esto.

Si prefieren leerlo en español, coloquen “El cementerio de los Clinton” o “Los crímenes de Bill y Hillary Clinton” y si en inglés, “The Clinton Body Count”, “Hillary Clinton's Murders”, “Waco Murders and Hillary Clinton”.

En ellos van a ver la relación de los crímenes y los links de muchos otros sitios que hablan de lo mismo y la lista de otros libros que se han escrito sobre esto. O si quieren ver ésos y otros crímenes de los jefes del Imperio pueden acceder al sitio stewweb.com.

Les recomiendo que dispongan de bastante tiempo para leer lo mucho que no he incluido en estos tres artículos por respeto al tiempo y la paciencia del lector




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Carlos Rivero Collado


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