El conflicto en Venezuela tiene precedentes que nos hablan de la escalada a futuro. Han convertido a la nación en un gran laboratorio de experimentos sociales, todo un teatro de operaciones psicológicas y militares para quebrar la capacidad de maniobras internas y externas de la Revolución en el poder. El plan imperialista no se detiene.
La intermediación internacional para un diálogo con la oposición política, y ahora en la búsqueda de la intervención de los sectores violentos, disfrazados de estudiantado, en las mesas de trabajo es un formato preestablecido que sucedió ya en la derrocada Libia, en Siria y en otras plazas intervenidas por el imperialismo.
El complejo intervencionista va moldeando, según el comportamiento del gobierno, la población y la Fuerza Armada, su forma concreta de trabajo para derrocar el gobierno. Bien puede desencadenar la “solución imperialista” en una “renuncia que es una figura constitucional” o en “una salida violenta, que no es descartable” o en “una nueva mayoría electoral” que es en el desgaste lo que están construyendo. Todo se ha escuchado a viva voz por las radios, nada es oculto en esta mega conspiración.
Bien entonces, la fórmula bolivariana para derrotar toda la pretensión imperialista pasa por la reivindicación de la razón de origen de la revolución: el fortalecimiento del papel del pueblo en el campo de la economía, la organización social y la participación política, tal como lo ha trazado el presidente Nicolás Maduro en su interrelación con las comunas.
Pero no es suficiente que el presidente convoque a viva voz, es profundamente necesario que los dirigentes nos avoquemos a tomar su llamado y estructurar su palabra en obras concretas de participación. Se hace también necesaria la disciplina del gobierno y las estructuras de trabajo político para que el plan nacional trazado logre su fin.
Los bolivarianos estamos destinados, por la providencia a derrotar al imperialismo en este tiempo. Nuestra unidad con el presidente Nicolás Maduro y el Plan de la Patria serán la medida determinante de nuestro triunfo.
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