Al presidente Obama poco parece importarle la discriminación racial que persiste con fuerza y bochorno en su país. Total, a él ni a otros presidentes les ha importado que la población afrodescendiente viva en condiciones de perversa exclusión, en pleno siglo XXI.
Uno ve al presidente Obama con sus pasos rapiditos, casi corriendito, cuando le toca declarar a los medios y nos imaginamos a un hombre preso y atado al guión de un grupo económico-militar, quien le dicta cada palabra a pronunciar y cada paso que da.
Cualquier puede imaginarse que se trata de un pana simpático y bonachón, sobre todo cuando anda con su camisa arremangada. Pero ocurre que en medio de esa facha tan populacha, sólo habla de solicitar más presupuesto para la carrera armamentista y enviar más tropas a los países que están en la agenda de invasión.
El señor Obama que sembró expectativas, y hasta ilusiones, por ser el primer afrodescendiente en llegar a la presidencia de los Estados Unidos, poca referencia hace sobre la inhóspita y represiva cárcel de Guantánamo. Deja en manos de la sesgada justicia de su país el caso de los compatriotas cubanos, revolucionarios, que aún permanecen presos en sus cárceles por su lucha contra el terrorismo. Igual desinterés ha tenido y complaciente ha sido su respuesta acerca de las muertes de ciudadanos negros en manos de la policía de su país. Total, parece decir, son negros.
Ocurre que el Premio Nobel de la Paz, mérito que sorprendió al mundo decente, acoge en su país a todos aquellos que en otros países de latinoamérica han tenido por práctica atentar contra las democracias, hacer actos de terrorismo y practicar la corrupción en todas sus variantes. Allá, en EE.UU, están muertos de la risa, bien protegiditos y haciendo lo que saben hacer infinidad de agentes, políticos y autoexiliados con el argumento que los persiguen y les violan sus derechos humanos en sus países de origen.
Total, no ha sido solamente Obama el protector de delincuentes. Con el aval de los gobiernos de ese país, lo han convertido en guarida de forajidos. Un noventón, asesino confeso, como Posada Carriles, hace aguas la aplicación de la supuesta rectísima justicia norteamericana. Autor intelectual de la voladura del avión de Cubana de Aviación que acabó con la vida de toda una delegación de atletas de ese país para que la justicia no le tocara un pelo.
La fanfarronería sigue marcando el ritmo, los pasos y el verbo del presidente Obama, igual de quienes lo acompañan y asesoran. Claro que Venezuela está en su agenda. Desde el mismo momento en que Chávez llegó a la presidencia, tragaron entero pero no pestañearon a activar sus macabros planes desestabilizadores y golpistas.
El Presidente Maduro y el pueblo venezolano, hemos vivido en carne propia el plan de agresión económica y mediática que se han trazado para cortarle las alas a la Revolución Bolivariana, que se afinca en una Constitución quinceañera, producto de la consulta popular, y de consecutivos, participativos y limpios procesos eleccionarios.
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