Desde noviembre pasado, el gobierno de Estados Unidos viene desarrollando una fuerte campaña mediática de amenazas contra el Proceso Bolivariano. Desde Obama, pasando por su Vicepresidente, los responsables del Departamento de Estado, destacados miembros de las Fuerzas Armadas norteamericanas, de la DEA, el FBI y el Tesoro entre otros, no han dejado pasar semana y por momentos, días, sin atacar al Gobierno venezolano.
Pero la ruta de esta política injerencista no tiene un recorrido directo de Washington a Caracas. Por el contrario, tiene múltiples puntos de apoyo. De Washington pasa por Madrid y vuelve a territorio americano, Nueva York y Miami, sigue en Panamá, Costa Rica, Bogotá y rumbo al sur llega a Santiago de Chile y Buenos Aires pasando por Brasilia y Sao Paulo. Y desde todos estos puntos retumba en la tierra de Chávez.
La Sociedad Interamericana de Prensa y otros tanques de ideas, orquestan la difusión de los ataques. Si revisáramos cotidianamente el ABC, El Mundo y el País de España, la Rede O Globo de Brasil, la Revista La Semana de Colombia, La Tercera de Santiago de Chile o Clarín y La Nación de Argentina, entre los más conocidos, veremos, calcados, los mismos argumentos. Los mismos hechos distorsionados de la misma forma y las mismas mentiras, sólo que escondidas en el señalamiento de una realidad amarga que sacude al país y al pueblo que vive de su trabajo, la crisis económica y la equivocada, desde nuestro punto de vista, respuesta del gobierno venezolano para enfrentarla.
Los escuderos más decididos de esta cruzada, en combinación con los gringos y la derecha venezolana, tienen prontuario propio: Mariano Rajoy y el PP español, Felipe González y la socialdemocracia europea, el criminal Álvaro Uribe Vélez de Colombia, Piñera, Mauricio Macri y Aecio Neves en el Cono Sur del continente. No hay dudas de que se trata de una campaña en toda la línea.
Las adecuaciones del último tiempo en la política de Estados Unidos y sus aliados europeos, hacia la región, no está separada de la crisis mundial del sistema del capital y de la crisis de la hegemonía internacional norteamericana que definitivamente ha llegado a su final. El reconocimiento público de las negociaciones con Cuba que llevarían al levantar el Bloqueo. Las negociaciones de Paz que se desarrollan en La Habana entre el gobierno Colombiano y las FARC, son el otro brazo de las pinzas que en un extremo tienen la campaña injerencista contra Venezuela. Mientras tanto, parecería que la respuesta se hace más agresiva desde el momento en que la Europa del bipartidismo y la Troika es fuertemente impactada por el triunfo de Syriza en Grecia en enero de este año y la amenaza real que Podemos significa para los partidos del régimen del ’78 en España. Esta política es también un tiro por elevación a la creciente, extendida y veloz penetración China en lo que los norteamericanos consideran, su “patrio trasero”.
Los objetivos de la oposición de derecha venezolana
El fallecimiento del Comandante Chávez abrió una expectativa fundamental en la derecha venezolana. La posibilidad, luego de 14 años de derrotas, de recuperar el país. Los sectores que fueron vencidos en el golpe de abril de 2002 y el paro patronal y sabotaje petrolero de 2002 y 2003, en el referendo revocatorio en 2004, y en todas las elecciones posteriores con excepción de una de ellas.
Desde entonces, participaron unidos de elecciones que volvieron a perder. Convocaron a manifestaciones pacíficas y a otras violentas. A guarimbas con fuerte sesgo terrorista. Hicieron denuncias internacionales y conspiraciones locales. Participaron de Mesas de Paz y dialogo y exigieron y exigen más velocidad en un plan de gobierno al que el presidente Maduro fue cediendo en puntos cruciales. Hicieron parte de una política de acaparamiento y ocultamiento de productos de primera necesidad, pero fueron llamados al dialogo. Y desarrollan una fuerte campaña de propaganda contra lo que llaman el “modelo de Chávez” que apoyada en la crítica situación actual empieza a tener resultados, penetrando en sectores, todavía limitados, de la base que hasta hace poco acompañaba al Proceso Bolivariano.
Pero hoy, con el salto en la crisis, la caída abrupta de los precios del petróleo, el desabastecimiento y la escases y la carestía que provoca una inflación desmadrada, y la brusca caída en la popularidad del presidente, creen que el momento ha llegado. En una operación que incluye la participación en las elecciones de Asamblea Nacional que deben realizarse este año y que según las encuestas, podrían ganar por una diferencia importante por primera vez desde 1998.
Mientras tanto, despliegan una combinación de tácticas a las cuales ayuda la injerencia norteamericana y las voces que le hacen de eco. Se victimizan pero son responsable de haber desatado acciones que en los últimos dos años provocaron casi 60 muertos, la mayoría de ellos chavistas. Hoy apuestan a que, en las elecciones y realizando fuertes presiones podrán dar un paso hacia lograr la destitución del presidente Maduro.
Por esto es, que más allá del intento fracasado de golpe, se ha abierto una nueva coyuntura donde, incluyendo el proceso electoral, pareciera que se entraría en una espiral de enfrentamientos, que convulsionarán una situación por ahora represada pero que tiene una clara tendencia a salirse de cause. Y no solo por la política de la oposición. También por la angustia hasta ahora contenida, de un pueblo que no entiende el cambio regresivo que se está produciendo en su vida cotidiana.
El presidente Maduro debe modificar el rumbo
En noviembre de 2013 luego de que a pesar de las promesas realizadas en las Mesas de Paz, la crisis y la llamada guerra económica continuaba sin encontrar freno, el Presidente Maduro tomó una serie de medidas de emergencia, que Marea Socialista y otros actores venían proponiendo de meses antes.
La favorable reacción popular a estas medidas le dio el triunfo al gobierno en las elecciones municipales de diciembre de ese año por una diferencia muy superior a la exigua con que Nicolás Maduro ganó la presidencia en abril de 2013. Sin embargo este impulso del gobierno duró apenas hasta finales de enero de 2014.
Y aunque la situación se volvió a enturbiar, por las acciones de Guarimbas que se mantuvieron hasta mayo de ese año, el gobierno decidió no volver al espíritu de aquellas medidas de emergencia y cedió a parte de los reclamos de los empresarios.
Así se sucedieron aumentos de precios, continuidad y agravamiento del desabastecimiento, evaporación del salario. Se continuó con la entrega de dólares a los importadores a pesar de que estudios importantes tanto de Marea Socialista y de otros colectivos como Punta de Lanza, demostraron que estaba ocurriendo un Desfalco a la Nación de características históricas.
Pero como señala el documento Editorial #1 de Marea Socialista del 23 de febrero pasado. “Las medidas del gobierno siguen por otro rumbo: Las leyes habilitantes de fin del año 2014, con la apertura de las zonas económicas especiales y la nueva ley de inversiones extranjeras. La apertura del SIMADI, un nuevo mercado cambiario de características especulativas similar al “dólar permuta” que llevó a la crisis bancaria del 2009, y que ha provocado una fuerte devaluación. La reducción de importaciones para cumplir los pagos de una deuda externa sospechada de ilegítima. Noticias periodísticas como la aparecida el sábado 21 de febrero, donde altas fuentes del gobierno dicen que se prepara la devolución de empresas nacionalizadas, el ajuste de precios permanente en los productos básicos como pollo, carne, azúcar, harina, arroz, transporte público, el desabastecimiento, el próximo aumento del precio de la gasolina, y un salario deteriorado en extremo, todo ello complica, todavía más, la situación del pueblo que vive de su trabajo.”
Este rumbo equivocado es el principal peligro que enfrenta hoy el Proceso Bolivariano. El Presidente Maduro está a tiempo de rectificar, volver al camino de defensa de la soberanía y justicia social que se está perdiendo. Esta será la mejor manera de rechazar la injerencia del gobierno de Estados Unidos y cualquier intento golpista.