La revelación del espionaje del gobierno de Estados Unidos cometido contra nuestra Nación, hecha por el exagente de la estadounidense Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas en inglés), Edward Snowden, constituye una muestra más de la naturaleza criminal del imperialismo yanqui que no deja de inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela ni deja de violar su soberanía nacional. Pero lo más grave es que el espionaje realizado tiene como fin algo más allá del simple robo de datos comerciales o económicos, como pudiera pensar cualquier incauto al ver que la víctima es una empresa pública.
Toda esa actividad ilegal por más de diez años de los "funcionarios" y agencias estadounidenses dirigida a obtener una radiografía exacta de los recursos y talento humano, de sus aspiraciones, quejas, expectativas, críticas y proyecciones institucionales, debe analizarse como ingrediente clave del plan mayor del Complejo Militar-Financiero-Comunicacional (CMFC) de EEUU para apoderarse de los grandes recursos energéticos, acuíferos y mineros de nivel estratégico venezolanos con los cuales podrían doblegar mejor la voluntad de aquellos gobiernos burgueses que andan "navegando entre dos aguas" y entonces caer, con esa fuerza mayor, arriba de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, tres puntales claves de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba).
Es a partir del control de toda esa información acumulada de, y en torno de, la quinta petrolera mundial, PDVSA, que los estrategas del CMFC desplegaron sus acciones diplomáticas de los últimos diez años para crear las condiciones a una agresión armada, si es que no pudieran dominar la voluntad popular venezolana en las urnas, cosa que no han logrado, ni lo lograrán.
Y por ello, en el último año, con toda esa información en sus manos, los estrategas geopolíticos lograron de su presidente Barack Obama que éste firmara el decreto infame de marzo de este año dando el banderazo de salida a todos sus acólitos en el mundo para atentar por todas las vías posibles contra la estabilidad política, la buena imagen internacional y las inversiones externas de Venezuela, usando los instrumentos financieros, comerciales y comunicacionales de la forma más ruin, inescrupulosa e inmoral para alcanzar sus insospechados fines.
Sin embargo, Venezuela continúa cosechando triunfos nacionales e internacionales, como el recién obtenido al quedar ratificada por la comunidad internacional como garante de los derechos humanos en el órgano especializado de la ONU en Ginebra, o el amplio apoyo obtenido de la Rusia del siglo XXI que al decir de su canciller Lavrov, Venezuela y Rusia junto a China, conforman hoy una fuerza clave en la reafirmación de los principios del derecho internacional como guías insustituibles para mantener la paz mundial.
Todos quienes defendemos y construimos a diario la Patria que soñó el Libertador Simón Bolívar y ha echado sus bases y cimientos éticos, políticos y económicos, durante quince años junto al gigante Hugo Chávez, hoy Comandante Eterno, y ahora con el líder obrero Nicolás Maduro, estamos persuadidos del rol central que desempeña el control público del petróleo como eje sostenedor, aglutinante e integrador de todos los grandes y medianos proyectos derivados del Plan de la Patria, lo que genera en torno a ello un inmenso caudal de información de todo tipo, precisamente la que ha sido robada mediante el espionaje y su procesamiento posterior por parte de las más de veinte agencias estadounidenses con funciones de inteligencia que hoy siguen al pie de la letra los objetivos del decreto infame.
Ante tal realidad, expresamos el más decidido apoyo y rotundo respaldo a la decisión presidencial de someter las relaciones bilaterales con el gobierno de EEUU a una revisión integral toda vez que ese gobierno del norte ha violado los sagrados derechos humanos de miles de compatriotas, ha irrespetado la soberanía de la Nación y ha boicoteado la principal industria creadora de riquezas del país, al operar contrariamente a los intereses del pueblo venezolano con información obtenida mediante el espionaje y con sus armas permanentes: el soborno, el chantaje y las amenazas.
Hoy, decimos con Chávez:"Mano de hierro, Nicolás" y con Maduro reafirmamos: ¡A Venezuela se respeta!.