"Por el camino verde, camino verde que va a la Ermita
Desde que tú te fuiste, lloran de pena las margaritas
La fuente se ha secado las azucenas están marchitas".
(Compositor Carmelo Larrea)
A raíz de los sucesos ocurridos el pasado 23 de febrero en las fronteras de Venezuela con Brasil y Colombia, el Presidente Constitucional de la República Bolivariana Nicolás Maduro Moros se vio en la obligación de declarar el cierre total de los pasos fronterizos hasta nuevo aviso.
Si bien la medida es de gran significación geopolítica sirvió también para evitar una tragedia en los puestos fronterizos que bajo la fachada de una presunta "Ayuda Humanitaria", proyectó - en las primeras de cambio - la divulgación de "falsos positivos" en todo el mundo.
La estrategia pretendió hacer ver que la quema de dos gandolas con un supuesto material humanitario, había sido realizada por la GNB de nuestro país, hecho que fue desmentido hasta por medios de comunicación norteamericanos como el "New York Times", quienes demostraron que los causantes de la citada quema fueron partidarios del líder de la oposición, el presidente impostor Juan Guasón.
Siempre se ha dicho que "la mentira tiene patas cortas" y esto precisamente fue lo que ocurrió con toda la patraña y la farsa montada por la oligarquía colombiana contra nuestro país. Es una herencia lamentable que arrastra la historia hasta nuestros días, con protagonistas traidores como Francisco de Paula Santander.
Mientras en Colombia "la procesión va por dentro" - como acostumbraba decir el escritor Gabriel García Márquez, "El Gabo" - la tragedia de una guerra entre hermanos sigue vigente y ahora líderes de un "narco estado" como Andrés Pastrana, Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos y Nelson Duque "El Uribito" por citar sólo los mandatarios recientes que más atacan a Venezuela.
La tragedia no es nueva y como lo hemos señalado en anteriores artículos, es la "crónica de una muerte anunciada" y como un karma que persigue a los colombianos y el cual ahora se pretende trasladar a nuestro país.
Ante este escenario que nos recuerda el conocido "Plan Balboa", la vecina Colombia ahora cobijada por la OTAN y perrito faldero del imperio norteamericano, cumple un triste papel el cual sabemos no es compartido ni es el sentimiento mayorítario del pueblo colombiano.
A raíz de los acontecimientos anteriormente señalados y que están vinculados a los hechos ocurridos en los puentes "Simón Bolívar" y "Las Tienditas" en la frontera con Colombia donde estuvieron camuflados con la fachada de un concierto guarimberos embriagados de droga, esto hizo que la relación entre Venezuela y el país neogranadino se hayan empeorado.
Podríamos afirmar - por experiencia de haber nacido en un estado fronterizo como el Táchira - que el contrabando, la trata de blancas, el narcotráfico, la guerrilla y el paramilitarismo han tenido su caldo de cultivo en el departamento Norte de Santander y también a su vez, en otros departamentos fronterizos con la Patria de Bolívar, desde hace muchos años.
Con la llegada del Comandante Hugo Chávez Frías al poder en Venezuela en el año 1998, la situación pareció destaparse y se alimentó una embestida de la oligarquía colombiana la cual se incrementó con presidentes cipayos y herederos de Santander, como "el famoso presidiario No 82", "el premio nobel de la paz" y el actual presidente "El Uribito".
La presunta "Ayuda Humanitaria" como "Caballo de Troya" fue detenida y neutralizada por la unión cívico-militar evitándose así una "guerra anunciada". Desde entonces - cosa que no es nueva - se procedió a decretar un nuevo cierre de las fronteras venezolanas por el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
Ante el citado cierre, en el caso colombiano, ya comienzan a verse las consecuencias sobre todo en Cúcuta. Se observan colas interminables de automóviles para abastecerse de gasolina, incrementó y escasez de alimentos y también de productos de primera necesidad.
Igualmente se nota como ha mermado el mercado cambiario y como las casas de cambio hoy lucen desoladas. Se escuchan lamentos acompañados de llantenes de comerciantes y del Alcalde del Norte de Santander, quienes han agotado la existencia de pañuelos en los mercados cucuteños.
Paralelamente a este escenario, han brotado a montones los caminos verdes y las trochas para permitir el paso de migrantes de ambos lados de la frontera, quienes pagan peaje (en dólares) a los oficiales fronterizos de la Policía Nacional de Colombia y también a algunos guardias antipatriotas venezolanos (corruptos), presuntamente de la GNB (haciéndose imprescindible su rotación o la expulsión).
En vista de la baja de ingresos por el difícil paso de la droga hacia Venezuela (control que hay que reconocer a las FANB) y el bajo flujo de la gasolina hacia Colombia, los capos y mafias de la frontera ahora trafican con documentos falsos y sello de pasaportes (aunque sean vencidos).
Los trámites se realizan para los venezolanos o migrantes de otras nacionalidades quienes viajan a los países del Sur, hacia Europa o a los Estados Unidos y que lo hacen por las trochas o caminos verdes, hospedándose la gran mayoría en los hoteles de Cúcuta.
La realidad nos demuestra que los mafiosos de la frontera son mutantes. Si no funciona el mercado cambiario o el dólar today, ahora su negocio es traficar con los migrantes a quienes a costa de lo que sea, les cobran un peaje en divisa extranjera (dólares o euros).
Asimismo los migrantes, quienes corren el riesgo de atravesar nuestras fronteras (Brasil – Colombia), al no poder legalizar o apostillar sus documentos con los funcionarios legalmente establecidos para los citados trámites, en las oficinas fronterizas, se ven obligados a caer en manos de los mafiosos o de los falsificadores de documentos...
Ante la creciente y aberrante situación con frecuentes amenazas de guerra, divulgadas a través de los medios de comunicación, la migración se ha incrementado lo cual amerita que el Estado venezolano deba revisar sus controles y parar definitivamente en seco, la violación de las leyes del paso fronterizo debido al incremento del tránsito ilegal a través de los caminos verdes de nuestras fronteras.
¡Amanecerá y veremos!