Es incongruente ver como los estudiantes de las diferentes universidades privadas y elitistas, los niños bien, hijitos mimados de papá y mamá, los que no sufren ni han sufrido ningún tipo de carencias en toda su vida, sean los que se han sumado a las protestas fomentadas desde Globovisión y desde las rectorías de las diferentes universidades privadas, contra la Reforma Constitucional. Los jóvenes estudiantes se han convertido así, en conejillos de indias para experimentar una modalidad de lo que llaman los gringos "El Golpe Suave" que han venido perfeccionando desde la década de los noventas y que en Venezuela no les ha dado resultados aún.
En la otra orilla están los revolucionarios, cientos de miles de estudiantes de escasos recursos que se han sentido incluidos por las estrategias educativas de la revolución, los campesinos que se han beneficiado con la entrega de tierras de labranza que se ha impulsado desde el gobierno y en general las inmensas mayorías humildes de Venezuela que han observado como ha mejorado su calidad de vida con las diferentes políticas gubernamentales y confían en que la propuesta de Reforma Constitucional, profundizará los cambios que todos le dieron como mandato a Hugo Chávez, cuando votaron por el y por su propuesta socialista, en las pasadas elecciones de diciembre del 2006. Reforma que será votada en diciembre en un acto absolutamente democrático y donde ambos sectores de la población tienen sus derechos totalmente garantizados.
Tenemos una realidad que es inobjetable, esta realidad nos indica que se está profundizando la polarización entre los que defienden la reforma y sus detractores. El clima de tolerancia sucumbe ante la arremetida de odio que diariamente inyecta Globovisión a través de las pantallas de los televisores.
Ahora los claros ojos, los rostros humectados y las cuidadas dentaduras de los vástagos de la oligarquía, están humeantes de rabia, una rabia que expresan con la prepotencia del que se siente superior y que siempre ha visto al prójimo por encima del hombro, sin reparar en su condición de ser humano y de conciudadano de su propia nación. Estos jóvenes pitiyankees que siempre han añorado ser gringos y que acostumbran hablar pestes de su país cuando visitan sus refugios mayameros, ahora extrañamente dicen sentir preocupación por su patria y por las clases desposeídas. No nos llamemos a engaños, hay un golpe de estado en proceso y ellos son el vehículo para su consecución.
Tenemos identificados a los culpables de esta abismal estrategia insurreccional que puede llevar a una nación pacífica, a convertirse en una nación sumida en una confrontación violenta que podría degenerar en una fratricida guerra civil. Pero quienes defienden privilegios económicos no se paran en fundamentos morales y prefieren jugar al caos para justificar la salida de Chávez del poder, actuando de esta manera se reconocen incapaces de derrotar a Chávez en una confrontación democrática y prefieren jugar al golpismo.
Ahora bien, si estos acaudalados apátridas logran sumirnos en una guerra, ellos no serán los únicos culpables. Las autoridades competentes que tienen la responsabilidad de aplicar la ley a estos terroristas mediáticos, habrán pecado de omisión y serán tan culpables de los muertos que se generen, como aquellos que promovieron la violencia y el odio.