Los acuerdos y resoluciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) tienen alcance hemisférico, y es este organismo el único que agrupa a todos los países de la región. Pero cuando la situación continental se complica, la OEA se comporta de forma paquidérmica y entonces las resoluciones brillan por su ausencia, como quedó evidenciado ayer.
A casi tres semanas de que Colombia violara la soberanía ecuatoriana y escalara el conflicto entre Colombia, Ecuador y Venezuela, la OEA deliberó ayer durante todo el día con diversas sesiones, bilaterales, secretas, discusiones de pasillo y tres plenarias. Pero pasaban el tiempo y el consenso entre posiciones antagónicas no llegaba.
Los temores responden a varias causas.
1.- Estados Unidos es la única superpotencia que integra el organismo hemisférico, por lo que pretende imponer su criterio a todos los países latinoamericanos, su capacidad de intimidación es enorme y aunque actúa torpemente en los asuntos latinoamericanos, es temible cuando usa su poder contra alguno de ellos. Es por esta causa que muchos países de la región prefieren discutir sus problemas en otros foros, como el Grupo de Río.
2.- Los países de América del Sur suelen desconfiar de los Caribeños y Centroamericanos cuando se trata de votaciones dentro de la OEA. Temen de las presiones que Washington ejerce sobre ellos, por lo que prefieren los debates descarnados y decirles a los gringos todo en la cara, pero evitar las votaciones que suelen demostrar que la OEA es un apéndice de la Casa Blanca.
3.- Hasta el presente, la única ocasión que la OEA actuó con independencia, ocurrió cuando se eligió a José Miguel Insulza como secretario general de la OEA en el 2005, por primera vez desde su creación no ganaba el candidato impuesto por los gringos. Sin embargo el Departamento de Estado demostró públicamente y de forma descarada, cómo torcía el brazo de unos cuantos embajadores caribeños en un salón de la propia OEA. Pese a ese esfuerzo y después de varias votaciones que concluyeron en un empate, el puesto lo obtuvo el chileno. Pero todos corroboraron las prácticas extorsivas del los diplomáticos Norteamericanos.
Pero ayer nos estábamos "jugando a Rosalinda", todos los países estaban claros que aprobar una resolución en la que se relativizaba el principio de inviolabilidad territorial y la soberanía, era más grave que marcharse de Washington sin decisión, por lo que primó el adagio popular de "cuando vean las barbas de su vecino arder, pongan las suyas en remojo". Todos entendieron la peligrosidad de dejar abierta una posibilidad para la aplicación de la guerra preventiva de George W. Bush.
Teníamos una ventaja y supimos aprovecharla, los presidentes de la región ya se habían reunido en el encuentro del Grupo de Río, allí discutieron y acordaron un texto común con la participación y anuencia de los tres presidentes clave (Uribe, Correa y Chávez), pero este resultado no sustituye el efecto de una resolución de la OEA, aunque algunos nos ilusionábamos con la idea que habíamos alcanzado solucionar un conflicto regional sin la intervención o influencia de Washington, al que por fin logramos dejar fuera de las deliberaciones.
Pero hay otra realidad, Estados Unidos no tuvo ni voz, ni voto en el encuentro del Grupo de Río, por lo que tal como acostumbra su gobierno, lo decidido allí no les importa. No les vale como antecedente ni como nada, y peor aún, Colombia podría alegar algo similar porque pese a que Uribe estaba presente en esa cumbre, sus acciones no sufrieron una "condena" en el sentido estricto de la palabra.
Por todas estas afirmaciones, el temor de todos los latinoamericanos residía ayer en el riesgo que, ante la falta de una resolución de la OEA que reafirme que la inviolabilidad territorial, sin condiciones, salvedad o matiz alguno, Estados Unidos podría alegar que el incidente en la frontera ecuatoriana, no fue repudiado en el hemisferio, ni consensuada la condena con fuerza resolutoria, por lo tanto, queda abierta la posibilidad de actuar en "legítima defensa" y aplicar las acciones preventivas que las circunstancias requieran.
El análisis puede parecer abstracto. Pero la verdad es que lo debatido ayer en Washington tiene un impacto muy significativo para todos los países del hemisferio y ninguna nación podría sentirse segura ante la posibilidad de injerencia del gobierno de EEUU.
Si Colombia bombardeó en Ecuador a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras sostener que el gobierno de Rafael Correa ignoraba sus pedidos de colaboración. La falta de condena de esta agresión, pondría a Estados Unidos en la posibilidad legítima de atacar en la triple frontera, si concluye que Argentina, Paraguay y Brasil no cooperan con su pedido para erradicar de allí alguna supuesta "célula terrorista", o podría atacar a Venezuela si sospecha que Hugo Chávez tiene "armas de destrucción masiva"?
No hay que olvidar que desde hace tiempo, EEUU denuncia que hay vínculos con grupos terroristas en todos los países donde los gobernantes actúan con independencia y tratan de administrar soberanamente sus riquezas energéticas y todos sus recursos naturales. Es así que han "aparecido" células de Al Qaeda en la isla de Margarita de Venezuela, en Paraguay, en Argentina, en Brasíl, en Bolivia y en Ecuador. Todas estas consideraciones nos obligan a evitar que se de por sentado un peligroso precedente que legitime acciones unilaterales que podrían desencadenar una espiral de agresiones permanentes en toda nuestra región.
Orlando E. Rausseo.