Confieso que no soy fan de la música de Juanes y, aparte de haber escuchado por la radio alguno que otro de sus temas como “Camisa Negra” , nunca se me hubiera ocurrido comprar un disco suyo, porque la verdad es que yo soy de la trova, del jazz y del bossa nova. Rara vez escucho o pongo atención al pop.
Sin embargo, a partir de hoy, ha nacido en mi corazón un profundo respeto por Juanes, por su música, por su lucha, por su trabajo y porque se nota, por más que viva en Miami y haya ganado no sé cuantos Grammys, que es un hombre que aun tiembla ante la injusticia, que es hombre de paz y de amor y que sabe que la música es el arma más importante para lograr luchar en paz por la verdad.
Más allá del casi millón de cubanos y cubanas apostados en la Plaza de la Revolución, más allá de los 15 artistas maravillosos que acompañaron a este colombiano, mas allá de todo, queda en mi corazón la certeza de lo poderosos que podemos ser cuando nos unimos frente a una causa común. Tan poderosos, que podemos ganar fácilmente las batallas al imperialismo, tal y como se la ganamos hoy.
Voy a escribir cortito, pero contundente. Quiero decir que hoy, de nuevo comprobamos que es posible. Si es posible vencer porque somos muchos y volvimos, como vaticinó mi padre Tupac Katari; somos millones que queremos un mundo en paz, un mundo donde quepamos todas y todos, un mundo sin guerra, sin muerte, sin hambre, sin virus prefabricados en laboratorio. Somos millones y tenemos las armas para hacerlo y los medios. También están aquellos que se atrevan como Juanes y como todos aquellos que día a día anónima y cotidianamente, libramos la batalla contra la muerte y la desesperación.
Otro mundo es posible; el mundo que soñamos. El mundo por el que murió el Che; el mundo por el que aún Los Cinco están presos. Hoy, Juanes y sus compañeros, frente a un millón de seres humanos esperanzados y felices, nos ha mostrado una vez más, que si es posible y que la lucha no es en vano.
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