En la última cumbre presidencial Chávez–Uribe, el Presidente de Colombia, a propósito de proyecto de interconexión gasífera Ballenas-Maracaibo, sacó a colación el Plan Puebla Panamá e invitó a Venezuela a sumarse a este megaproyecto que a simple vista pareciera una interconexión energética entre varios países de Meso América a la que se sumó Colombia.
El Plan Puebla Panamá (PPP) es una iniciativa surgida durante el gobierno mexicano de Ernesto Zedillo (1994-2000) avalada por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Zedillo fue el presidente que tendió puentes para la entrada de México al Tratado de Libre Comercio Norteamericano (NAFTA) bajo las premisas neoliberales del Consenso de Washington. Como bien es sabido el NAFTA es la inspiración jurídica del moribundo ALCA. Así el PPP es percibido por los grupos anti neoliberales como el brazo técnico del ALCA o del Consenso de Washington para Meso América. Merced a la lucha de estos grupos en toda la región, el PPP se aplazó hasta el 2001 cuando el Presidente Vicente Fox lo retoma y remoza con un cambio de imagen para hacerlo menos duro a la lupa medio ambiental y a las comunidades indígenas.
El PPP técnicamente pretende incorporar a Centro América a una estrategia de desarrollo y modernización que involucra el sureste de México en los temas de carreteras; interconexión eléctrica; promoción del turismo; desarrollo humano; prevención y mitigación de desastres; facilitación del comercio; desarrollo sustentable e integración de servicios de telecomunicaciones. Aunque observando los porcentajes de recursos destinados a cada área, de unos 10 millardos de dólares, apenas un 2,5% se dirigen al desarrollo humano, al ambiente y a la biodiversidad, el resto va a proyecto de infraestructura a ser ejecutados por las empresas transnacionales. La interconexión eléctrica, energética y de vías terrestres, trazadas milimétricamente alrededor del Golfo de México para enlazarse con Estados Unidos, es favorecida con la casi totalidad de las inversiones y de las deudas que se contraen justificadas en la “necesidad” del PPP.
El PPP tiene una alta oposición por las comunidades indígenas, campesinos, científicos, académicos, estudiantes, mujeres, trabajadores y políticos progresistas. El centro de la crítica es que las necesidades históricas de la región (pobreza extrema) no pueden ser usadas como chantaje para arrinconar a sus pueblos a aceptar planes de infraestructura que menoscaben la biodiversidad (la zona representa el 11% del mundo) y estimule disgregación y desplazamiento de las poblaciones.
Consideran los múltiples opositores –que están organizados en redes y encuentros desde México hasta Panamá— que el PPP está diseñado con la intención de abrir camino a las empresas trasnacionales para que accedan a la mayor riqueza biológica de la región, con la creación de infraestructura, industria y comercio que eventualmente acabarían con el modo de vida de las inmensas comunidades indígenas del área, descendientes de los Aztecas y los Mayas.
Estamos ante una cuestión altamente sensible para los mexicanos y centroamericanos que están convencidos que PPP forma parte de las líneas de acción del Consenso de Washington para la región, y bajo esa óptica ha de ser analizado.
Qué se abra el debate en Venezuela